Uno de los desafíos para el “joven aprendiz de maestro rural” es iniciar una exploración y estudio de los modos en que se construyen las cotidianeidades escolares y la producción cultural en “ruralidades” que en estos tiempos, niños singulares abordan los conocimientos que la sociedad ha preparado para ellos. Llegar al “lugar” donde esto ocurre implica atravesar adversidades con paisajes polvorientos, pantanosos, intransitables… emergentes necesarios de las existencias de las infancias en territorio rural.
Este desafío provoca en la trama académica de los jóvenes que están formándose, la habilitación de itinerarios de anticipación que les posibilite construir esos espacios sociales, abarcarlos en sus ambientes y sus cotidianos sociales. Una aventura de conocer y exploración previa que los conmueve y en los que van construyendo sentidos y andamiajes para sostener las prácticas educativas.
En esta construcción de sentidos, se van alojando y tejiendo distintos lenguajes, habilitados por distintas tecnologías y dispositivos digitales. Abren el “Territorio” desde sus Representaciones satelitales. Hacen “zoom” allí donde se observan las coordenadas geográficas de “esa escuela”, leen sus indicadores ambientales, registran caminos vecinales, los movimientos sociales que serán los escenarios a estudiar con los niños que perciben y viven el territorio. Se generan las “Conexiones a las Redes” dadas por la necesidad de construir algunos “lazos de amistad” previos que los aloje en las historias e informaciones que las comunidades escolares inscriben en su “facebook”. Y allí recorren sus aulas, las “imágenes” que los propios niños suben y desean mostrar de sus cotidianos escolares. Es posible leer sus narrativas, las de un abuelo que cuenta de esa escuela en otros tiempos con otros juegos, hasta las fotos de unas vías férreas que hablan de las economías de un/otro tiempo que interpreta la historia social de los territorios.
El recorrido hacia la escuela ha sido poblado de sentidos, y las perspectivas del andar concreto se enriquecen y habilita otros “deseos” de conocer y educar a los niños: Las búsquedas de las huellas de los modos en que las infancias escolares viven ese territorio (los senderos de juego, los caminos de pesca en los arroyos, los mejores escondites). Otros dibujos, otras geografías.
De este modo, los “aprendices de maestros”, jóvenes que transitan su propio tiempo, con biografías que se abrevan en las culturas digitales contemporáneas, habilitan la construcción de itinerarios con diversos modos de hacerse educadores. Abren otros registros de visibilidad del otro, de sus paisajes sociales, de sus modos de relación con su Tierra y sus avatares cotidianos. Otro modo de inscribirse y asumir la Responsabilidad Social del educador en un Contexto en el que se inscribe la Escuela que será su desafío.

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