El surgimiento de la escuela se consolidó en torno a las tecnologías ligadas a la lectura y la escritura disponibles a fines del siglo XIX: el libro, la pizarra, el pizarrón, el cuaderno, el lápiz. ¿Será momento de pensar en nuevos objetos en la cultura escolar?
Brito[1] nos habla de la motivación como una dimensión que no sólo representa una demanda para los profesores en relación con los estudiantes, sino que también los alcanza a ellos. El ensayo de formas para captar la atención y el interés de los alumnos, y encontrar así reconocimiento, implica la búsqueda de la propia motivación. Nuevos modos de pensar el tiempo y el espacio pueden darnos pautas para considerar tanto nuestra propia motivación como la de nuestros alumnos.
“Se trata de incluir y acompañar a los docentes en la compleja tarea de entender e intervenir en la nueva escena escolar, teniendo como horizonte el cumplimiento del derecho a la inclusión justa de sus alumnos.” (Brito, 2009, p. 19).
[1] Brito, A. Acerca de un desencuentro: la mirada de los profesores sobre los alumnos de la escuela secundaria en Argentina, Revista Iberoamericana de Educación Nº 51, (2009), pp. 139-158.