Archivo por días: 7 agosto, 2013

IMG00216-20130717-1801

Top XXI – La cuenta progresiva

El siglo XXI es la época cero en cultura digital. Ante esta situación (irreversible, veloz, cambiante, de crecimiento exponencial) es necesario repensar el rol de docentes y alumnos en tanto sujetos pedagógicos. Rever prácticas, proyectar en función de estas nuevas habilidades que estamos cuasi obligados a adquirir. No estoy de acuerdo con la terminología que separa a los nativos digitales de los inmigrantes digitales. No estoy de acuerdo con la dicotomía pasado/presente. No estoy de acuerdo con la antinomia que supone la imposibilidad de acercar posiciones y compartir conocimientos y experiencias entre ambos componentes del acto educativo.

Me parece muy interesante la posibilidad de replantear lugares de poder en relación con el uso de las nuevas tecnologías y, fundamentalmente, cumplir con el objetivo docente de ser guía y faro: es imprescindible incentivar que se tome conciencia de su utilización, es necesario que inculquemos la crítica sobre aquello a lo que tan fácilmente se accede.

Frecuentemente escuchamos en sala de profesores que los chicos se distraen, que están todo el día con esos aparatitos (teléfonos, netbooks…).  A esta altura de los acontecimientos debemos saber que “esos aparatitos” han llegado para quedarse y que lo mejor es incorporarlos rápidamente a las prácticas cotidianas (así como pagar la luz por homebanking, estudiar una Diplomatura, una Especialización o una Licenciatura) ¿Por qué no amigarse, entonces, con la tecnología? ¿Qué lugar creemos que nos quita y en qué situación nos coloca? ¿Por qué nos sentimos interpelados?

Cuando llegaron las netbooks hubo un mes de dispersión y de jugar con la novedad. Luego, las aguas se tranquilizaron y comenzamos a utilizarlas con fines educativos, tal la concepción al llevar adelante el programa Conectar igualdad. Obviamente podemos mencionar que existen problemas derivados: se bloquean, se tildan, se las olvidan… Ahora, ¿no hay problemas análogos con la carpeta tradicional?

Por eso, creo que tenemos que aprovechar la facilidad que las computadoras, teléfonos con acceso a internet (recurso que en la mayoría de las escuelas no existe) traen a nuestras vidas-nuestras aulas. Por ejemplo, al leer el cuento Circe de Cortázar se  plantea siempre la duda con respecto al tiempo en que está ubicada la historia. El texto menciona como clave la pelea Firpo-Dempsey. Hasta hace unos años, yo pedía una concienzuda investigación para la siguiente clase. Últimamente, pido que consulten a través de sus celulares in situ.

A veces, desde mi materia, Literatura, cuesta mucho que TODOS lean TODOS los textos. El año pasado nos acercamos a  La Odisea, que es un texto entretenido, pero extenso.

La propuesta de trabajo consistió en atravesar la historia por medio de Facebook. Cada uno de nosotros debía tomar un personaje y crear un perfil. Durante un mes y medio nos dedicamos a reproducir las fabulosas aventuras de Odiseo hasta su regreso a Ítaca. En ese tiempo fui Zeus dentro de esa experiencia tan gratificante  que abrió una nueva perspectiva en el grupo.

IMG00216-20130717-1801IMG00217-20130717-1801

En pleno siglo XXI  y con el auge de la comunicación, librar una batalla contra la tecnología es imposible. Está entre nosotros. Yo agrego un “por suerte”. Si tomamos conciencia de todo lo que se facilita seguramente vamos a poder encarar proyectos no tradicionales, acordes con las expectativas y habilidades de las generaciones con las que compartimos cada hora de clase.

IMG00218-20130717-1802IMG00219-20130717-1803

El acceso a las tecnologías es casi universal. Todo (nos) llega por la web, en cualquiera de sus formas (mail, bibliotecas virtuales, redes sociales). Lo cierto es que los cambios que traen consigo son omnipresentes, radicales, vertiginosos e irreversibles. Al mismo tiempo, los adelantos tecnológicos ponen en tensión nuevos saberes y viejos poderes (Balardini, 2004: 109).  Creo que, fundamentalmente,  allí radica cierta resistencia de las generaciones anteriores.

A pesar del paso del tiempo, de la aparición de la televisión y de la informática como partes imprescindibles de nuestra cotidianeidad, la escuela mantiene, en líneas generales, un lugar desde el que se opone a todo eso, es como si fuera el último lugar de la resistencia, el espacio desde donde se defiende la cultura. Pero la cultura escrita. La escuela sigue siendo tradicional en este sentido. (Gamarik, 2008, citada por Massone, 2011) Como ejemplo, podemos mencionar que es muy común que algunos docentes pidan trabajos en computadora, pero los solicitan impresos; ni siquiera se permite que los alumnos los lleven en un pendrive para pasárselos.

Son miedos, son épocas, son circunstancias. Sin embargo, es insuficiente la reflexión real que llevamos a cabo, en tanto no terminamos de reconocer que esto que nos atosiga es parte  intrínseca en la constitución de la identidad de nuestros jóvenes (Urresti, 2013;  Massone, 2011). Así como nuestros abuelos no nos entendían cuando pasábamos horas frente al televisor, nosotros no entendemos que los chicos se pasen horas frente a las otras pantallas. Y lo que es peor: no comprendemos que su nivel de  atención (y la forma) no es igual al que teníamos: pueden estar en varios sitios (uso la palabra sitios en todos sus sentidos) a la vez, son capaces de mantener diferentes conversaciones (cara a cara o mediadas por la pantalla). Porque, en definitiva, han nacido rodeados por todos estos estímulos a los que nos estamos refiriendo. ¿Recuerdan el concepto de nativos digitales? (Podríamos relacionarlo con los nuevos saberes de los que habla Balardini). ¿Y el de inmigrantes digitales? (Aquellos que tenían el  poder, han debido reacomodarse). El inmigrante va a seguir siendo inmigrante, ahora, está en él acortar la brecha, pegar el salto y (tratar de) ponerse a la par, con el loable fin de dejar la añoranza, para pasar a la acción.

En relación con la experiencia planteada más arriba, en la que narraba mi experiencia en el aula con el uso de Facebook como medio para contar La Odisea, y a pesar de mi admiración, uso y abuso de las nuevas tecnologías, me queda un lugar de reflexión para decir que no todo es tan sencillo, en tanto el acceso a la internet aún no es para todos (obsérvese el adverbio “casi” en la expresión “casi universal” unos párrafos más arriba). Esto deriva en que el desarrollo de competencias entre los que sí tienen y los que no tienen sea desigual (Tiramonti, 2013). ¿Ayudamos a estos últimos al proponer actividades que incluyan los adelantos tecnológicos? Sí. ¿Ayudamos si ponemos esos trabajos como obligatorios? Sí. ¿Qué es la escuela sino el espacio que prepara para su inclusión y desarrollo en la sociedad?

 

Bibliografía

Balardini, Sergio (2004). De deejays y ciberchabones. En Jóvenes, Revista de estudios sobre Juventud.    México.

Massone, Marisa (2011). Los jóvenes, la escuela y las transformaciones en el acceso y  apropiación de los saberes en la sociedad contemporánea, en Finocchio, Silvia; Romero, Nancy (comp.) Saberes y prácticas escolares. Buenos Aires: FLACSO-Homo Sapiens.

Tiramonti, Guillermina (2013). La escuela media frente a los mandatos sociales y a las nuevas formas de diferenciación social. Clase 6. En Especialización en Currículum y Prácticas Escolares en Contexto. Buenos Aires: FLACSO Virtual Argentina.

Urresti, Marcelo (2013). Transformaciones culturales y transiciones juveniles. Clase 5. En Especialización en Currículum y Prácticas Escolares en Contexto. Buenos Aires: FLACSO Virtual Argentina.

Algunos tópicos en torno a la brecha digital…

Edith Litwin en “La tecnología y sus desafíos en las nuevas propuestas para el aula”, abre un punto de diálogo y reflexión acerca del papel que debe tomar la escuela – y los docentes- frente a los avances tecnológicos y  los alumnos en relación a ellas. También plantea que ignorar la tecnología, implica no mirar hacia adelante ignorando el uso reflexivo y un nuevo pensamiento que puede contribuir y debe ser utilizado como herramienta de trabajo dentro de las instituciones escolares. Otro aspecto a tener en cuenta es que el no conocer bien el uso de las computadoras o de técnicas audiovisuales, entre tantas otras, pueden colocarnos en una posición inferior por no saber utilizarlas así como por no saber enseñar a los alumnos como trabajar con estos elementos culturales, sabiendo que la tecnología representa hoy un elemento clave del desarrollo cultural. Si desde la escuela tomáramos la responsabilidad de ser un centro formador, sería necesario reconocer en la tecnología maneras renovadas de acceder y producir conocimientos, tomando para ello una visión multifacética de las actividades de enseñanza y aprendizaje que pueda ser sustentado por diversas tecnologías. Al respecto, Burbules y Callister, en su texto “Riesgos y Promesas de las Nuevas Tecnologías de la Información en  Educación”, nos acercan al hecho de que las tecnologías no solo constituyen un conjunto de herramientas; son más que esto, constituyen un espacio donde suceden cosas, donde la gente actúa e interactúa, desde donde los profesores pueden establecer alianzas para ayudar a pensar de todas las maneras posibles convirtiéndose así la escuela en el centro alrededor del que giren la familia, la cultura y el trabajo.  Esto representa un gran desafió para la práctica docente y para los alumnos, que hará posible una enseñanza solidaria que pueda superar la “brecha digital entre docentes y alumnos”.

En la sala de profesores de una escuela de enseñanza secundaria, una docente relataba sus sensaciones frente a un hecho que vivenció con sus alumnos de 3° 1ra. Su narración ponía el acento en lo ético de las páginas de internet. La carencia de filtros para resguardar ciertos contenidos, evidenciaba para ella la despersonalización que impulsan ciertas prácticas de la virtualidad. El hecho concreto, objeto de su “angustia profesional”, era que unas alumnas del curso le comentaron que algunos de sus compañeros habían encontrado una página web con el nombre de la materia, donde se podían encontrar fácilmente trabajos prácticos, resúmenes, evaluaciones y tareas resultas por otros alumnos en años anteriores, tanto de esa institución como de otras. Había allí también, foros de intercambio entre los mismos estudiantes sobre cómo convenía presentar cada cosa. Por ejemplo, “si la cursás con Manfredi ponele algunas citas al pié” “a López le copas las imágenes, así que para el punto 1 buscate alguna de google que re van!”. Para la profesora el desconcierto giraba en torno a que, probablemente, muchos de los trabajos que estuvo corrigiendo (vaya a saber desde cuándo) habían sido extraídos de allí con buenas estrategias de los alumnos para evitar ser descubiertos. Tomó entonces la decisión de revisar el famoso sitio web y efectivamente, allí encontró algunos de los trabajos que ella diseñó, exámenes que tomó y, para su sorpresa, también los que desaprobó! De modo que verdaderamente el sitio reunía todo, inclusive lo que no debería estar (para conveniencia de los alumnos). Los colegas le aconsejaron que no tendría sentido denunciar a los alumnos porque, seguramente, los administradores migrarían el contenido a otro sitio. Sin embargo le recomendaron seguir el funcionamiento de la web para advertir situaciones como las experimentadas.

Tengo un sobrino que se llama Daniel, cuando tenía 4 años  comenzó a llamarle mucho la atención la notebook de su mamá. Ella solía trabajar desde la casa y en ocasiones le mostraba algunos videos de youtube con los dibujos animados que a él le gustaban.

En su espíritu explorador, aprendió rápidamente a manejar el mouse y comenzó a “toquetear” los botones del teclado. Siempre era advertido que eso podría romperse. Su mamá en búsqueda de que él aprendiese a cuidar el instrumento, le enseñó identificar las letras y luego de eso a escribir su nombre con el “Paint”. Entonces, por repetición, ella nombraba cada letra del abecedario y él las tipeaba, las coloreaba, agrandaba, etc.- Así, a los 5 años de edad Daniel escribía “Daniel” “Mama” “Papa” “Abu” y “Sol” (que es el nombre de su mascota).

Como sabemos, las TICs no se reducen a las computadoras y teléfonos inteligentes. Son mucho más que esos dos artefactos. De la misma manera, la enseñanza y el aprendizaje trascienden las relaciones que puedan establecerse en el seno de un aula. A partir de las dos experiencias presentadas, queremos problematizar dos ejes: el vínculo que los estudiantes construyen con el conocimiento (los saberes) a partir de las relaciones con la tecnología y las formas (las prácticas) en que se desencadenan los aprendizajes a partir de las experimentaciones que este dispositivo desencadena.

Respecto al primer punto, sería conveniente remitirse a lo que Guillermina Tiramonti denomina “cambio de paradigma cultural” para comprender la incertidumbre que subyace en las prácticas docentes al momento de traer nuevos dispositivos al aula. La enseñanza es un acto de carácter comunicativo y es allí donde está anclada la revolución que desafía a las formas escolares, porque las obliga a replantear sus preceptos. La evolución de los sistemas de comunicación e información han reorganizado el acceso al saber y a la cultura. Entonces, solamente si la escuela asume a los medios como dimensión estratégica de la cultura –sigue sosteniendo la autora- podrá interactuar con los campos emergentes de experiencia que surgen de la reorganización de los saberes, los flujos de información, las redes de intercambio y con la “hibridación de las ciencias y las artes”. En relación a la primer escena, hay una cuestión sobre la que es necesario detenerse y es que cuando decimos que la escuela debería proporcionar herramientas para que los alumnos se conviertan en una suerte de decodificadores simbólicos de los flujos información que circulan en la mediatización de la cultura y las formas de vida, queremos decir que son los adultos responsables de la educación de los sujetos más jóvenes los que deben buscar las alternativas en los modos de alfabetización para favorecer el desarrollo de las capacidades cognitivas necesarias para realizar esas operaciones. Afirma Carina Lion en una entrevista, que “la confusión entre información y conocimiento es otro gran tema para los docentes. Lo que circula por internet es información y es tarea de los pedagogos transformarla en conocimiento, en redes de sentido, en redes cognitivas con significatividad. “No es una tarea menor y es responsabilidad de una brújula pedagógica que impida los naufragios en la red y permita entender que internet es una fuente más de información que debe contrastarse con otras”.

Este proceso hay que desatarlo en las prácticas de enseñanza para evitar que se produzca una “brecha digital” que devenga en desigualdad y exclusión. Es parte de incluir e integrar a todos en la escuela y también es un Derecho el de tener acceso (que es más complejo que solamente “ver”) a las redes y medios que son canales de cultura que la escuela transforma es saberes socialmente valorados. La cultura escolar ha incorporado a la cultura digital para que el proyecto de la escuela siga siendo por excelencia, el lugar de encuentro con el saber; porque –en términos de Marisa Massone- “han cambiado las formas en que se lee y se escribe, pero no ha cambiado el carácter privilegiado de esas prácticas”.  

Blog

e-ducar en la cultura 3.0: saberes y prácticas en clave pedagógica

 

La cultura escolar es producto de una trama de relaciones entre saberes, conocimientos, rituales, materiales, prácticas individuales y colectivas. La cultura escolar es el motor que dinamiza y da sentido a lo que sucede las instituciones escolares. Para nosotros, los pedagogos, la cultura escolar es “la cultura para acceder a otras culturas” (Hèbrard, J. 2006, p.15). Así, bajo ese mandato, hemos desarrollado (con buenos resultados) nuestra tarea por 400 años.

Desde hace aproximadamente 20 años, se ha ido incorporado fuertemente a esta trama lo que se ha dado en llamar las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Esta tendencia ha instalado  y creado  en los sujetos, nuevas formas de relacionarse con el mundo, la cultura y el conocimiento, es decir nuevas subjetividades. El aula es hoy el ambiente donde convive la cultura escolar con la cultura digital y ese es un hecho que requiere de intervenciones en la enseñanza para “pedagogizar” las relaciones entre una y otra.

En este espacio -bien propio de la cultura digital- el propósito es indagar, desde algunas escenas de la vida en la escuela, las mediaciones pedagógicas que son posibles con algunas estrategias didácticas y necesarias para que los sujetos resignifiquen la experiencia escolar. Creemos profundamente que, como sostiene Guillermina Tiramonti, “la escuela es capaz de proporcionar a las nuevas generaciones las habilidades cognitivas necesarias para leer e interpretar los mensajes mediáticos que los interpelan. (…) Proporcionar un filtro cognitivo que los desplace del lugar de espectador pasivo y los transforme en lectores inteligentes de los mensajes que se les dirigen”. (Tiramonti, G. 2013)