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Las disciplinas del diseño curricular que se evalúan

EL BOLETÍN COMO UN PUENTE A LA LEGITAMACIÓN DE LA CORPOREIDAD EN MOVIMIENTO

En los primeros niveles de escolaridad es donde se brinda mayor información de los contenidos a evaluar mediante un informe evaluativo que refleja un importante número de competencias desarrolladas.
En los primeros niveles de escolaridad es donde se brinda mayor información de los contenidos a evaluar mediante un informe evaluativo que refleja un importante número de competencias desarrolladas.

 

A contraposición, en el nivel primario, la mayoría de los casos correspondientes  a la educación física curricular, el boletín escolar refleja una única valoración conceptual ó numérica para evaluar una cantidad de contenidos semejantes a los del nivel inicial.
A contraposición, en el nivel primario, la mayoría de los casos correspondientes a la educación física curricular, el boletín escolar refleja una única valoración conceptual ó numérica para evaluar una cantidad de contenidos semejantes a los del nivel inicial.

PRESENTACIÓN

“Cuerpo y movimiento constituyen dimensiones significativas en la construcción de la identidad personal. Con el cuerpo y el movimiento las personas se comunican, expresan y relacionan, conocen y se conocen, aprenden a hacer y a ser. Cuerpo y movimiento son componentes esenciales en la adquisición del saber del mundo, de la sociedad, de sí mismo y de la propia capacidad de acción y de resolución de problemas.¹”

Por lo expuesto, el sentido de la presencia de la Educación Física en la escuela es importante, ya que aporta uno de los hilos que tejen la trama de los aprendizajes escolares de los niños. No es el único, no basta por sí solo, pero es insustituible.

Por otra parte, sabemos que los logros de cada estudiante en relación con los aprendizajes esperados en un período de trabajo determinado, se vuelcan  en los documentos públicos por medio de los cuales la escuela comunica sus resultados: los boletines escolares. Por lo tanto: es el boletín escolar un canal de comunicación con las familias. Ahora bien, me pregunto: de comunicación o mero transmisor de información? Información clara, útil, descriptiva de un proceso, o dueña de un reduccionismo  tal que desvaloriza el número  y la riqueza de los saberes aprendidos?

A partir de éstas problemáticas, entiendo que para legitimar la disciplina nos es necesario construir buenas representaciones , por parte de todos los actores escolares, depositando la mirada sobre todo en éste artículo, en los alumnos y sus familias, de las que creemos entender estar en falta del conocimiento de los alcances que éste espacio curricular genera en los educandos y su incidencia en tanto en la construcción de sus procesos cognitivos como en la resolución de tareas concretas de la vida cotidiana en general.

 

¹ Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Consejo Federal de Cultura y Educación, Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica. Capítulo “Educación Física”, Buenos Aires, 1995.

“La sociedad confunde educación física con deporte”

http://www.youtube.com/results?search_query=la+educaci%C3%B3n+f%C3%ADsica+se+confunde+con+el+deporte

Este video que decidí publicar muestra como ante la problemática de la falta de conocimiento de los alcances y saberes que éste espacio curricular genera en los educandos  y sus familias, el docente elabora otra estrategia que va más allá de los boletines escolares, publicando en la cartelera escolar, pudiendo verificar el acercamiento que realizan los padres a la información. De eso se trata… buscar canales de acercamientos al conocimiento.

 

ESCENAS

1RA ESCENA:

Es de imperioso valor, a mi modesto entender, la revisión de las prácticas de enseñanza con respecto a las normativas, mecanismos e instrumentos de evaluación que se determinan desde los distintos ministerios y direcciones de currícula con respecto tanto a la denominación de “Educación Física” como en el diseño de los boletines escolares, en donde sólo se refleja una única conceptualización, que a su vez en la mayoría de casos oficia como único instrumento de  información de un largo proceso de aprendizaje, desde la escuela, hacia las familias.

En una primera instancia,  existe una dicotomía entre nuestro nombre de disciplina y nuestro objeto de conocimiento, ya que no trabajamos con el físico sino con cuerpos vivientes de personas con una identidad propia que se expresan a través de movimientos particularmente significativos dentro de diferentes contextos sociales. Por lo tanto, ya nuestra carta de presentación a las familias parte de denominaciones no representativas, que se acrecienta con el relato de los alumnos cuando sus padres le preguntan: Qué hiciste hoy en la clase de Educación física? A lo que el niño responde: “jugué con pelotas”, producto de concentrarse su relato en el material y la vivencia más significativa, sin poder, ni saber genuinamente los alcances cognitivos de aquella instancia de aprendizaje y no pudiendo tampoco el adulto trascender en esa mera circunstancia y entenderla dentro de una actividad seleccionada para el desarrollo de un contenido específico, que seguramente tendrá a posteriori otra actividad que comparta el mismo material pero para  el conocimiento de otro saber, pero que en su apreciación sólo quedará la idea de que hacen lo mismo.

 

2DA ESCENA:

A esto se le suma que si tomamos al boletín como aquel dispositivo comunicacional desde la escuela hacia las familias, en lo que concierne  a la escuela primaria (especialmente tomando como referencia las escuelas estatales de la C.a.b.a) en muy elevados porcentajes es ese casillero completado a modo conceptual con a lo sumo 2 letras (r-b-mb-s) lo único que se refleja del proceso de enseñanza y de todas las competencias que el niño manifiesta haber adquirido, ya que no existe en nuestra área otra visualización formal de los saberes desarrollados por tratarse de contenidos procedimentales en su gran mayoría y no implementar ningún otro instrumento evaluativo  comunicacional a lo largo de todo el ciclo lectivo.

En contra posición existe una diferencia sustancial entre un nivel y otro como ser de inicial a primaria en cuanto a los ítems que constituyen el informe evaluativo que reciben las familias durante el ciclo de la primera infancia, y aquellos casilleros referenciados en los boletines escolares de la escuela primaria.

 

REFLEXIÓN

Se puede evidenciar, desde mi pensamiento en lo particular, que en éste modo de ingresar al universo de aquellos papeles membretados sellados y firmados por autoridades institucionales que intenta representar, a través de calificaciones, el proceso de aprendizaje de un alumno existe un desfasaje. Sus objetivos fueron y son acreditar los saberes logrados y comunicar oficialmente los mismos. Pero en realidad el contenido de estos papeles va más allá, podríamos decir que en él se reflejan efectos de construcciones de saberes sobre el alumno, el profesor y la pedagogía (Gonçalves Vidal, 2012). Y en éste sentido creo entender que la educación física como disciplina no ha podido mantener la coherencia entre el discurso sobre la evaluación y la práctica de la misma. No es extraño que afirmaciones valiosas sobre el papel de la evaluación, sobre la necesidad de constituirla en un proceso permanente, sobre su importancia para mejorar la enseñanza, etc., coexistan con prácticas evaluativas contrapuestas que permanecen sin revisión. En los boletines escolares no hay identidad entre éste, en tanto documento, y sus receptores.

Si bien es cierto que como señala Flavia Terigi, en la clase 4, en que: Si se prolonga el análisis de la estructura curricular de la escuela primaria a lo largo del siglo XX, se encuentra una importante estabilidad y en ella, como sostiene Benavot (2002), a partir de la década del 30 el esbozo esencial del currículum se ha hecho sorprendentemente incuestionable: un núcleo de materias, entre ellas educación física, aparece en la mayoría de las currícula oficiales en todos los períodos analizados, y se ha generalizado aún más con el tiempo; podemos observar claramente que la disciplina ha cambiado poco a poco su posicionamiento epistemológico, su enfoque y visión con respecto a los educando, pero no así su denominación y procedimientos de calificación en muchos ámbitos. Se hace necesario revisar esas tradiciones y las formas de evaluación más frecuentemente utilizadas, a fin de hallar las estrategias y los recursos más adecuados a la nueva propuesta curricular.

La educación física es una disciplina, en donde los cambios de formato y las variables de observación  se encuentran en plena necesidad de modificación. Probablemente, éste tipo de dispositivo, seguirá utilizándose por largo tiempo, pero si empezamos a hablar de que “ahora no sólo el maestro corrige, sino que el alumno se autocorrige. Ahora el docente no es el único en evaluar, sino que el alumno tiene que autoevaluarse y saber en qué punto está” (Daniel Pinkasz,Clase 7), sería interesante pensar maneras de otorgarle significaciones más reales, intentando despegarlo de la negatividad del control y sanción que pareciera reflejar y acercarlo más al concepto de construcción de una instancia más en el proceso de enseñanza aprendizaje, involucrando de manera genuina  a la parte receptora de éste canal de comunicación representadas por las familias en sus hogares.

En este sentido, la evaluación no es ni puede ser un apéndice ; es parte de la enseñanza y del aprendizaje. En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta entre lo que se considera que tiene un valor en sí y aquello que carece de él. Esta actitud evaluadora que se aprende, es parte del proceso educativo que, como tal, es continuamente formativo.

A modo de cierre, considero una reflexión teniendo en cuenta que la evaluación, está condicionada por el contexto y las características específicas de la disciplina, demandando una recuperación del trabajo en equipo y el consenso entre colegas como claves para trabajar la evaluación con la importancia de observar (preguntarse qué, por qué y para qué se observa), de recuperar, registrar y documentar los procesos de aprendizaje; para pasar de este modo tradicional de sistema de calificaciones, a incorporar un enfoque crítico, participativo tanto de los alumnos como de sus familias que permita avanzar hacia la profesionalización docente, apuntando a docentes pensantes y no meros ejecutores .

 

La formación de la corporeidad a través del movimiento debe cederle protagonismo al universo lúdico en el desarrollo de la creatividad y alejarse de las tradicionales tareas conducidas de perfil hegemónico deportivista.
La formación de la corporeidad a través del movimiento debe cederle protagonismo al universo lúdico en el desarrollo de la creatividad y alejarse de las tradicionales tareas conducidas de perfil hegemónico deportivista.

 

Pedagogía de la Esperanza, Freire Paulo – Fragmentos y reflexiones

http://www.youtube.com/watch?v=fSrX2qFe2-E&list=PLp5yDxvA5zI0kkoYgJezY1XF0K_GezWmE

Este es mi pequeño aporte a lo que creo que debe ser para nosotros los docentes formadores una mirada constante.

¿Qué tienen de especiales las denominadas “materias especiales” en la escuela? El caso de las artes visuales.

Les dejo un artículo para aquellos que quieran profundizar sobre los conceptos de “cultura visual” y su relación con la escuela.

Fernando Hernández. “Sobre la importancia de la cultura visual en la educación escolar”

http://www.guiasensenanzasmedias.es/verpdf.asp?area=plastica&archivo=GR104.pdf

¿Qué tienen de especiales las denominadas “materias especiales” en la escuela? El caso de las artes visuales.

Las escenas mencionadas  nos sirven para empezar a responder algunas de las preguntas que nos hacíamos acerca del lugar que las artes visuales tienen dentro del currículo escolar y valen también como ejemplo del lugar subalterno que, según sostenemos, las mismas ocupan en aquel.

Tal como nos lo muestra Benavot (2002), desde comienzos del siglo pasado las artes se encuentran presentes en los currículos de la gran mayoría de los países (86% de los mismos para la década del ‘20), llegando a ser esta presencia casi absoluta (99%) hacia la década del ’80.

Ahora bien,  el tiempo destinado a la formación artística dentro del total de las asignaturas es del 8,0 % (en el periodo 1970 – 1986) en los países de América Latina. Este dato tiene  correlato  con un ejemplo de nuestros días y de nuestro país. En el Prediseño Curricular del año 2013 de la Nueva Escuela Secundaria de la Ciudad de Buenos Aires la carga horaria destinada al taller de Artes es del 8,1 % del total. Es también muy interesante comprobar en el estudio de Benavot que en los países  de Occidente (Europa Occidental, América del Norte, Australia y Nueva Zelanda) y para el mismo periodo, el tiempo destinado a las artes es un 70% mayor (13,5%) al de América Latina.

Estos datos nos permiten empezar a comprender esta denominación de “especial” que las artes visuales tienen dentro de los ámbitos educativos, denominación que tal como ya afirmáramos esconde el lugar de subalternidad de las mismas. A partir de este estado de situación nos preguntamos cómo deberíamos comprender el papel de las artes visuales dentro del currículo escolar para correrlas de ese lugar y posicionarlas en uno nuevo.

Dussel (2005) introduce el concepto de “nuevas alfabetizaciones”, entre ellas la alfabetización audiovisual. Para ella a la escuela se le presentan como desafíos la incorporación de los nuevos saberes, relaciones y tecnologías que hoy son dominantes en nuestra sociedad y la formación de las nuevas generaciones para que puedan vincularse con ellas de maneras más creativas, más libres y más plurales. La imagen como modo de representación de la cultura ha ido adquiriendo un lugar cada vez más preponderante en nuestras sociedades. La alfabetización audiovisual tendría como objetivo potenciar la capacidad de expresarnos, de comunicarnos, de aprender sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Y en esto, la enseñanza de las artes visuales sería una herramienta de enorme potencialidad.

 

Tal como afirma Hernández (2001), en este mundo de imágenes no hay receptores ni lectores, sino constructores e intérpretes, en la medida que la apropiación no es pasiva ni dependiente sino interactiva y acorde con las experiencias que cada sujeto. Un objetivo de la enseñanza de las artes visuales sería explorar las representaciones que los individuos, según sus características sociales, culturales e históricas, construyen de la realidad. Ejercer un papel de puente que permita conectar y relacionar, para aprender y comprender, el universo visual de fuera de la escuela con el aprendizaje de estrategias  para decodificarlo, reinterpretarlo y transformarlo en la escuela.

 

Estos serían algunos caminos que se podrían empezar a transitar para que las artes visuales se reposicionen en el complejo entramado del currículo, dejen de ser aquellas “materias especiales” y comiencen a tratarse de “vos a vos” con el resto de las disciplinas.

 

¿Qué tienen de especiales las denominadas “materias especiales” en la escuela? El caso de las artes visuales.

Escena 1:

Con motivo de los conflictos gremiales del sector docente que tuvieron lugar durante los primeros meses del año 2011 en la provincia de Santa Cruz y que derivaron en la suspensión de actividades escolares durante varios días, el Consejo Provincial de Educación sancionó el Acuerdo 079/11 con fecha del 29 de Junio de dicho año. En el mismo se aprueba el “Programa de acción aprender es prioridad” y los “Lineamientos básicos para el diseño del proyecto de acciones institucionales”.

En el punto 11 de estos últimos se establece: “Los supervisores de áreas especiales (Música, Plástica y Educación Física) de los niveles EGB/Primario y Polimodal/Secundario (según corresponda), diseñarán lineamientos orientadores para los docentes de esas áreas para que puedan planificar clases que resulten de relevancia pedagógica ajustándose a tiempos más limitados. Se analizará incorporar instancias de trabajo presencial y no presencial, trabajos prácticos, según se evalúe la situación de cada espacio curricular en cada institución educativa. Se establece que durante el presente ciclo lectivo 2011, las calificaciones de los alumnos en los espacios de áreas especiales (Música, Plástica y Educación Física) no tendrán carácter promocional. (El resaltado es del original).

 Escena 2:

En el Prediseño Curricular del año 2013 de la Nueva Escuela Secundaria de la Ciudad de Buenos Aires, se establece, para el 1º, 2º y 3º año de dicho nivel, la unidad curricular “Artes” como taller optativo.  La optatividad, según el documento, refiere a la posibilidad de que los estudiantes elijan entre, al menos, dos lenguajes artísticos tanto para primero, segundo y tercer año.

 

Esto implica que  podría darse la situación de  alumnos que transiten por su escolaridad secundaria sin haber tenido  ningún tipo de acercamiento al campo de las artes visuales si las mismas no están en la propuesta de la institución.

¿Qué tienen de especiales las denominadas “materias especiales” en la escuela? El caso de las artes visuales.

¿Por qué después de haber pasado más de un siglo de estar presentes en los currículos escolares, a las artes visuales  (con las diferentes denominaciones que tuvieron a lo largo de estos años) se las sigue llamando en el ámbito educativo como “materias especiales”? ¿Especiales con respecto a qué? ¿Cuál es el lugar que tienen dentro del  currículum y qué relación mantienen con las otras disciplinas dentro de ese campo? ¿Cómo se pensó tradicionalmente el aporte que las artes visuales brindaban a la educación de los alumnos? ¿Desde dónde podemos pensar hoy este aporte?

El objetivo de este trabajo es intentar esbozar algunas reflexiones sobre el lugar que tuvieron y qué tienen las artes visuales en el currículum escolar y cuál es su contribución a la formación de nuestros alumnos. Sostendremos que su denominación como materia especial responde al lugar subalterno que las mismas tienen dentro del campo del currículum en relación a otras disciplinas como la lengua, la matemática y las ciencias. Subalternidad que se manifiesta tanto en su peso horario dentro de la estructura curricular como en las representaciones que sobre las mismas poseen los actores escolares (docentes, alumnos, familias).

Para superar este lugar “especial” que han tenido las artes visuales dentro de la escuela entendemos que debemos comenzar a pensarlas como unas potentes herramientas para lograr la alfabetización audiovisual de nuestros chicos y jóvenes, esto es permitirles obtener una posibilidad más de  comunicar y comprender el mundo.

Un artículo desde Mendoza

Nuevas ideas en evaluación educativa

En momentos de crisis educativa como los actuales, las evaluaciones son indispensables, pero el autor defiende un modelo nuevo de evaluación y critica los convencionales.

Edición Impresa: jueves, 10 de noviembre de 2011

Por Eduardo Escalante – Consultor educativo

Los temas de la equidad y la calidad de la educación vuelven a estar en el centro de las preocupaciones de las políticas públicas y de las organizaciones empresariales. El deterioro de la educación pública es algo que pareciera resultar incuestionable, asimismo el deterioro de la sociedad civil bien podría asociarse a la pérdida en la capacidad de movilidad social posibilitada por la escuela.

Para enfrentar la mejoría de las escuelas se pretende evaluarlas, lo que es un objetivo necesario y fundamental. Sin embargo, los modelos de evaluación actuales que se aplican a las escuelas resultan insuficientes, tanto como modelo y como sistema de diseminación de los resultados.

Por ejemplo, en el sistema educativo, entre los actores más importantes destacan los maestros y los directores. Esto significa que es fundamental que tengan la capacidad de interpretar de manera eficaz la información de valor agregado y de actuar en consecuencia.

Usualmente, para evaluar a las escuelas se recurre a las puntuaciones brutas de aprovechamiento. Con éstas es posible identificar a alumnos de bajo desempeño y las escuelas en donde están. No obstante, esta información no puede usarse para analizar el progreso escolar.

Por ejemplo, estos alumnos, que quizá provengan de ambientes socioeconómicos bajos, ¿siempre fueron de bajo desempeño? ¿Qué escuelas (y tal vez también programas) tienen el mayor valor agregado para estos alumnos, y qué puede aprenderse de los éxitos?

Son preguntas básicas sobre equidad en los sistemas educativos. Abordan directamente la cuestión de que los alumnos de bajo desempeño tal vez estén atascados en el fondo de la distribución o sean capaces de alcanzar altos niveles de competencia.

El análisis de datos de valor agregado permite a los maestros, directores y autoridades correspondientes sumergirse en los datos de alumnos de bajo desempeño para comprender mejor sus trayectorias de aprendizaje.

Es necesario analizar los datos de alumnos en niveles específicos de desempeño. Se distingue entre alumnos que de verdad mejoran con el tiempo, alumnos estancados en niveles de bajo desempeño y alumnos que en realidad reducen su medición de valor agregado de desempeño.

Los modelos de valor agregado siempre emplean al menos una medición previa de logro académico relevante como base para tomar en cuenta diferencias en los alumnos inscriptos entre las escuelas.

Estos modelos pretenden estimar las contribuciones de la escuela al aprendizaje de los alumnos individuales. La palabra “contribución” denota el papel que juegan las escuelas en la generación del resultado de interés (por ejemplo, el aumento de las puntuaciones de las pruebas como medida del avance de los alumnos en el aprendizaje), tomando debidamente en cuenta la influencia de otros factores relacionados con este resultado.

Una vez aplicado el modelo apropiado, y sugiero el modelo de valor agregado, viene la diseminación de la información.

Sabemos que el maestro en el aula, más que la escuela como unidad organizativa, es el que ejerce el mayor efecto en el aprendizaje de los alumnos y alumnas (OCDE, 2009). Por ello es esencial que los efectos de las mediciones de rendición de cuentas y desempeño puedan transferirse de manera eficaz a los maestros y sus actividades en el aula.

Las escuelas son sistemas organizativos complejos que pueden emplear la información para mejorar. Sin embargo, hay limitaciones y barreras que impiden que esto ocurra.

Por otra parte, las investigaciones revelan que la presencia de sanciones fuertes para escuelas y maestros crea el incentivo de distorsionar la información como forma de autoprotección frente a resultados deficientes y la tendencia es a evaluar bien a alumnos que no tienen el nivel suficiente de formación en una determinada área.

Los indicadores de desempeño que no miden con precisión el progreso de los alumnos a menudo generan consecuencias indeseables, como el hecho de que las escuelas seleccionen sólo a alumnos de alto desempeño para continuar en los siguientes años y obliguen, de algún modo, a los alumnos menos capaces a abandonarlas.

El análisis de la información de valor agregado con fines de mejora escolar se beneficia de los análisis de los datos del alumno y de su desagregación por características de los alumnos. Esto permite que las escuelas individuales elaboren o analicen su “perfil de valor agregado”.

Por ejemplo, supongamos que todos los alumnos de octavo grado en un área local o unidad administrativa se categorizan en quintiles elaborados con sus registros de desempeño previos. Se puede ajustar un modelo de valor agregado a los datos asociados a los alumnos de un quintil particular. Al aplicar este análisis a cada quintil se genera un perfil de valor agregado de cinco componentes por escuela.

En el ámbito del sistema, un análisis de los resultados de la escuela junto con los resultados de otras escuelas puede revelar un patrón particular de grupos culturales, por ejemplo, y que el desempeño de estos grupos viene siendo un tema prioritario sostenido en el tiempo.

Puede decidirse entonces que es necesario dedicar más recursos a la educación de estos alumnos y dirigirlos a las escuelas que requieren más formación y recursos para enseñar a estos alumnos.

Entonces, el objetivo está clarísimo fortalecer la equidad y la calidad de la educación, pero para que esto ocurra se debe emplear un modelo apropiado de evaluación. Y razonablemente, la OCDE (2011) ha propuesto el empleo del modelo de valor agregado.

Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de diario Los Andes.

La disciplinas que componen el curriculum y la evaluación:

A pesar de los cambios sociales, culturales e históricos vividos, algunos componentes de la cultura material escolar aun permanecen: las disciplinas del curriculum, jerárquicamente ubicadas, temporalmente secuenciadas, el agrupamiento de los alumnos, la definición de los tiempos para cada cosa, la gradualidad y simultaneidad, el sistema de calificación y acreditación, etc.  Al respecto, Flavia Terigi, en la clase 4[1], señala: Si se prolonga el análisis de la estructura curricular de la escuela primaria a lo largo del siglo XX, se encuentra una importante estabilidad. Como sostiene Benavot (2002), a partir de la década del 30 el esbozo esencial del currículum se ha hecho sorprendentemente incuestionable: un núcleo de materias (lengua, matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales, artes y educación física) aparece en la mayoría de los currícula oficiales en todos los períodos analizados, y se ha generalizado aún más con el tiempo.”

En este sentido, la pregunta sigue sonando en muchas prácticas áulicas: ¿un curriculum para quién?, la discusión acerca de la construcción curricular participativa y colectiva de los docentes, para escuela reales y alumnos reales, sigue estando en la agenda de la política educativa. Si bien se lograron avances, la escuela sigue funcionando con agrupamientos según las categorías de gradualidad y simultaneidad  predeterminada desde la modernidad. Tal como señala Daniel Pinkasz en la clase 7[2]: “la noción de “grupo clase” es una invención moderna (…) Los conocimientos se distribuyeron en unidades que debieron ser aprendidas por los alumnos en dichas unidades temporales. Esta división del conocimiento, y su especialización en materias, organizó también la formación de los docentes”.

Y A. Benavot (2002:62), afirma: “… los conocimientos escolares que intentan transmitir a los jóvenes en los diferentes niveles educativos y en los diferentes tipos de escuelas, están estandarizados en una medida sorprendente. (Los horarios semanales que definen oficialmente las materias que deben enseñarse y la asignación de tiempo por materia ya se encuentran en numerosos informes del siglo XIX.)”

 

En función de las investigaciones mencionadas y muchas otras que se encuentran en esta Especialización, cabe preguntarnos, que aprendizajes para la vida, potentes, útiles se logran con el estudio de un curriculum fragmentado? Como acercar brechas para que los sectores más desfavorecidos se apropien de esta cultura material? No tendremos que abrir la posibilidad a un nuevo curriculum, con otras disciplinas, con otra estructura de contenidos, con otras dinámicas de horarios, pensada según las particularidades de cada cultura institucional?. Será posible enseñar todo una mañana experiencias en un laboratorio de ciencias naturales, por ejemplo? O juegos matemáticos todos el martes, la construcción de un dialogo por celulares sin errores de ortografía y con buena gramática en lugar de sintaxis?. Pero sobre todo, se podrán evaluar estas experiencias mediante un sistema de calificación y acreditación?. Sí, sólo hace falta mirar la evaluación como construcción de información sobre un proceso de enseñanza y aprendizaje que habilita a tomar decisiones de mejora. La retroalimentación es un buen instrumento para ello, y sobre esos registros que aún permanecen: carpetas, trabajos prácticos, escritos personales, cuadernos y el dialogo con el “otro”.


[1] Las Clases se refieren al cursado de la Especializacion en Curriculum y prácticas escolares en contexto. FLACSO. Cohorte 2013.

[2] Ídem.

Los boletines escolares: entre lo dicho y lo no dicho.

Entre los muros Entre-los-murosEntre les murs (conocida en España como La clase y en Argentina como Entre los muros) es una película francesa de 2008, dirigida por Laurent Cantet y basada en la novela del mismo nombre, escrita por François Bégaudeau. La novela y la película son una narración parcialmente autobiográfica de las experiencias de Bégaudeau como profesor de literatura en un instituto multirracial de la periferia de París. La película es tratada con una vocación documentalista, donde el autor de la novela, François Bégaudeau, se interpreta a sí mismo en su papel de profesor. SINOPSIS: François y sus colegas profesores preparan el nuevo año en un colegio de un barrio marginal de París. Llenos de buenas intenciones, deseosos de aportar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero las culturas y las actitudes se enfrentan en el aula, microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos y estimulantes que sean los adolescentes, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor que no cobra bastante. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.

Fuente: http://es.paperblog.com/entre-los-muros-1672656/

  cats

http://www.youtube.com/watch?v=W-84Rbr9Xl0

El primer fragmento lo titulé calificación vs evaluación. Allí, en los primeros cuatro minutos de la película, los profesores en el primer día de clases se presentan e intercambian informes sobre los estudiantes que pasan de un año a otro. Son diálogos breves basados en el comportamiento, que se expresan con “buenos, mal, muy malo, muy bueno”, explicitados en una hoja donde aparentemente esta la lista de alumnos, asignatura y la evaluación, entendida en este caso como cualidad o etiqueta colocada al estudiante según su comportamiento y desempeño en la disciplina el año anterior. La etiqueta es lo más cercano a una calificación representada a través de un número o concepto que poco dice de un proceso de aprendizaje. ghjkh

http://www.youtube.com/watch?v=ELJeblSUlgU

El segundo fragmento lo titulé “las etiquetas y el sistema de sanciones”. El mismo transcurre promediando la película y se trata de una reunión del Consejo Asesor de la Escuela, conformado por los claustros docentes, directivos y estudiantes, donde colocan la calificación del trimestre de cada estudiante. Allí se advierte la evaluación como sinónimo de calificación y esta como sinónimo de sanción. Van siguiendo la lista de alumnos, opinando entre todos y acordando una nota y una observación cualitativa como “debes mejorar” o “sigue así”. Cuando llegan a determinado alumno, que tuvo un episodio de violencia en el curso, la evaluación se transforma en sanción y se llega la aplicación de la más severa como es la expulsión. La evaluación sigue sin dar cuantas de un proceso de aprendizaje, muchos menos de enseñanza. Es decir, en estos fragmentos de la película “Entre les mures”, observamos la relación estrecha entre enseñanza de las disciplinas, evaluación, calificación, etiquetamiento, éxito y fracaso escolar, sostenido por todo un aparato escolar que lo legitima y avala. Entre ellos se observa el consejo de clase, integrado por todos los claustros, donde se definen notas numéricas en base al rendimiento académico y actitudinal. Hay contradicciones entre las opiniones de cada actor del claustro, pero en las trayectorias individuales no se tienen cuenta las problemáticas de fondo de cada estudiante, muchos de ellos con raíces en sus propias culturas, ya que se trata de un grupo-clase caracterizado por la diversidad de razas, etnias y por lo tanto cultura. En el discurso de cada adulto que emite una opinión evaluativa sobre cada alumno de acuerdo a la materia que dicta, subyace la idea del alumno ideal. Disciplinado, ordenado, estudioso, responsable, con sus útiles adecuados, que escucha y reproduce, presta atención en clase, etc. Y como se sostiene en las investigaciones que venimos estudiando en esta Especializacion, jerárquicamente se ubican matemática y lengua (francés en este caso) como las primeras materias a evaluar y aparentemente también colocadas en ese orden en el boletín. Entre lo dicho, legitimado, clasificado y la construcción colectiva del sujeto escolar se plantea la brecha en las trayectorias escolares del sujeto “ideal” y del “sujeto” actual, ese que irrumpe, interpela, cuestiona las normas escolares, entre ellas el conocimiento transmitido sin significación alguna o significando algo para algunos sectores sociales y no para los menos desfavorecidos. ¿Vale la pena enseñar todo a todos? O ¿hay que hacer del acontecimiento una situación nueva que haga huella en el sujeto escolar?

Interpelar la cultura material de la escuela: los boletines escolares

Escena 1:

Ferreyra Gabriela – sábado, 1 de junio de 2013, 16:16

Hola! quisiera rescatar algunas cosas del boletín de calificaciones . Por ejemplo, el orden en el que se ubican las materias para que cada docente califique: primero Lengua y Matemática, después Cs. Sociales, Cs. Naturales y después, allá por el fondo, las actividades especiales (Plástica, tecnología, etc.) y Formación ética y ciudadana. Da la sensación que aprendiendo las dos primeras, estamos salvados frente a la sociedad, lo cual demuestra la jerarquía que presentan las materias y se afianzan actitudes de irrelevancia ante las demás.

(…)

A mi parecer, el uso del boletín, es un instrumento de poder, en permanente coerción hacia el alumno y docente. En realidad, cuando  se habla del boletín estamos hablando del papel que acredita al final del trimestre que el alumno aprendió o no. Lo cual desde los alumnos se ve como la carta de presentación que los ubica con ventajas o desventajas ante la sociedad y los etiqueta dentro de los buenos o malos alumnos. Por otro lado, éstos no perciben al boletín como un instrumento de análisis del proceso de enseñanza-aprendizaje que pueda describir mecanismos que den cuenta de un éxito o fracaso escolar, sino como el resultado inapelable de “lo que la seño puso en el boletín”, es decir, se lo “subjetiviza” como elemento que identifica a cada docente que se hace responsable de las calificaciones, firma su conformidad y que en palabras de algunos padres, arbitrariamente decide las notas, dejando así invisibles las causas que llevan a un No Satisfactorio o a un Excelente.

Escena 2

Carrizo Victoria Alejandra – martes, 4 de junio de 2013, 10:38

Muchos recuerdos y boletines se vienen a la cabeza, pero una “escena” especial me sigue inquietando: hace unos años participé en un equipo técnico de una provincia para elaborar un boletín que contuviera tantas cosas como la Ley Federal de Educación lo “pedía”: conceptuales, procedimentales, actitudinales, el primero dividido en materias y los últimos “transversales”, (para colocarles calificación conceptual o numérica, claro!)  además de las consideraciones sobre “adecuaciones curriculares”, la división por ciclo de las calificaciones, la jerarquía de las materias como expresa una colega más arriba, la conducta, la asistencia, las observaciones, uf, miles de cuestiones a ubicar en un diseño de columnas y ya parecía un libro, porque hasta el reglamento de evaluación iba escrito en la contratapa, más los escudos y autoridades de la política provincial! en fin, me preguntaba y me pregunto, ¿cuál es la finalidad de tanta ingeniería? que información aporta a la trayectoria de un estudiante dicha ingeniería en la que se invierte tiempo y dinero? Revela un boletín lo que un sujeto es en cuanto subjetivación e identidad?. Sin caer en prejuicios sociológicos, podremos encontrar otra alternativa al sistema meritocrático de nuestra sociedad occidental?

El tema es un disparador para seguir, pero me interpela la necesidad de cambiar también, en mi propia práctica,  la concepción de boletín escolar, aunque no ejerza en primaria, de algún modo u otro, utilizamos este sistema.

Los boletines escolares: entre lo dicho y lo no dicho.

Los boletines escolares, contienen la selección de disciplinas que en occidente se consideran importantes enseñar atendiendo a las lógicas, generalmente, de la cultura dominante. En ellos, aparecen las calificaciones de las materias que los estudiantes cursan en la escuela. Calificación es sinónimo de evaluación y ésta sinónimo de enseñanza y aprendizaje, como si estos procesos podrían sólo comprenderse a través de una calificación. Aquel canon de disciplinas permanece casi invariable tal como plantea Benavot, A. (2002:62) En el nivel primario, la mayor parte de los conocimientos escolares se definen en seis áreas temáticas que predominan casi universalmente: lengua, matemáticas, ciencias naturales, “ciencias sociales”, formación estética y educación física. Estas asignaturas escolares representan el núcleo curricular de la educación primaria y normalmente corresponden al 80-90% del total de las horas lectivas durante los seis primeros años de escolarización obligatoria.” Y también el núcleo básico o común en la Educación Secundaria, y sobre ellas se desarrolla, además, la Formación Docente. Estas disciplinas se evalúan, y se traducen en un número que los docentes volcamos en los boletines, configurando o “etiquetando” un tipo de sujeto que naturalizamos, según el éxito o el fracaso escolar, atribuible a cada individuo. En el “entre” bucearemos sobre lo no dicho en la cultura material de la escuela traducida, en este caso, en los boletines escolares.

 

Tonucci (1994) plantea la concepción de evaluación como calificación, etiquetamiento, informe, que se traduce en un número o un rótulo, en este sentido, cabe preguntarnos, ¿Qué entendemos por evaluación? ¿Por qué es tan importante la calificación? ¿Qué poder detenta la misma en manos de un docente acrítico? ¿La prueba, la representación que tenemos de un sujeto, la cantidad de saberes reproducidos literalmente, son sinónimos de aprendizaje escolar, de comprensión, de traducción de las tramas y experiencias que constituyen a un sujeto?.

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