¿Qué tienen de especiales las denominadas “materias especiales” en la escuela? El caso de las artes visuales.

Las escenas mencionadas  nos sirven para empezar a responder algunas de las preguntas que nos hacíamos acerca del lugar que las artes visuales tienen dentro del currículo escolar y valen también como ejemplo del lugar subalterno que, según sostenemos, las mismas ocupan en aquel.

Tal como nos lo muestra Benavot (2002), desde comienzos del siglo pasado las artes se encuentran presentes en los currículos de la gran mayoría de los países (86% de los mismos para la década del ‘20), llegando a ser esta presencia casi absoluta (99%) hacia la década del ’80.

Ahora bien,  el tiempo destinado a la formación artística dentro del total de las asignaturas es del 8,0 % (en el periodo 1970 – 1986) en los países de América Latina. Este dato tiene  correlato  con un ejemplo de nuestros días y de nuestro país. En el Prediseño Curricular del año 2013 de la Nueva Escuela Secundaria de la Ciudad de Buenos Aires la carga horaria destinada al taller de Artes es del 8,1 % del total. Es también muy interesante comprobar en el estudio de Benavot que en los países  de Occidente (Europa Occidental, América del Norte, Australia y Nueva Zelanda) y para el mismo periodo, el tiempo destinado a las artes es un 70% mayor (13,5%) al de América Latina.

Estos datos nos permiten empezar a comprender esta denominación de “especial” que las artes visuales tienen dentro de los ámbitos educativos, denominación que tal como ya afirmáramos esconde el lugar de subalternidad de las mismas. A partir de este estado de situación nos preguntamos cómo deberíamos comprender el papel de las artes visuales dentro del currículo escolar para correrlas de ese lugar y posicionarlas en uno nuevo.

Dussel (2005) introduce el concepto de “nuevas alfabetizaciones”, entre ellas la alfabetización audiovisual. Para ella a la escuela se le presentan como desafíos la incorporación de los nuevos saberes, relaciones y tecnologías que hoy son dominantes en nuestra sociedad y la formación de las nuevas generaciones para que puedan vincularse con ellas de maneras más creativas, más libres y más plurales. La imagen como modo de representación de la cultura ha ido adquiriendo un lugar cada vez más preponderante en nuestras sociedades. La alfabetización audiovisual tendría como objetivo potenciar la capacidad de expresarnos, de comunicarnos, de aprender sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Y en esto, la enseñanza de las artes visuales sería una herramienta de enorme potencialidad.

 

Tal como afirma Hernández (2001), en este mundo de imágenes no hay receptores ni lectores, sino constructores e intérpretes, en la medida que la apropiación no es pasiva ni dependiente sino interactiva y acorde con las experiencias que cada sujeto. Un objetivo de la enseñanza de las artes visuales sería explorar las representaciones que los individuos, según sus características sociales, culturales e históricas, construyen de la realidad. Ejercer un papel de puente que permita conectar y relacionar, para aprender y comprender, el universo visual de fuera de la escuela con el aprendizaje de estrategias  para decodificarlo, reinterpretarlo y transformarlo en la escuela.

 

Estos serían algunos caminos que se podrían empezar a transitar para que las artes visuales se reposicionen en el complejo entramado del currículo, dejen de ser aquellas “materias especiales” y comiencen a tratarse de “vos a vos” con el resto de las disciplinas.

 

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