Archivo por días: 11 agosto, 2013

Los boletines escolares: entre lo dicho y lo no dicho.

Entre los muros Entre-los-murosEntre les murs (conocida en España como La clase y en Argentina como Entre los muros) es una película francesa de 2008, dirigida por Laurent Cantet y basada en la novela del mismo nombre, escrita por François Bégaudeau. La novela y la película son una narración parcialmente autobiográfica de las experiencias de Bégaudeau como profesor de literatura en un instituto multirracial de la periferia de París. La película es tratada con una vocación documentalista, donde el autor de la novela, François Bégaudeau, se interpreta a sí mismo en su papel de profesor. SINOPSIS: François y sus colegas profesores preparan el nuevo año en un colegio de un barrio marginal de París. Llenos de buenas intenciones, deseosos de aportar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero las culturas y las actitudes se enfrentan en el aula, microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos y estimulantes que sean los adolescentes, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor que no cobra bastante. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.

Fuente: http://es.paperblog.com/entre-los-muros-1672656/

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http://www.youtube.com/watch?v=W-84Rbr9Xl0

El primer fragmento lo titulé calificación vs evaluación. Allí, en los primeros cuatro minutos de la película, los profesores en el primer día de clases se presentan e intercambian informes sobre los estudiantes que pasan de un año a otro. Son diálogos breves basados en el comportamiento, que se expresan con “buenos, mal, muy malo, muy bueno”, explicitados en una hoja donde aparentemente esta la lista de alumnos, asignatura y la evaluación, entendida en este caso como cualidad o etiqueta colocada al estudiante según su comportamiento y desempeño en la disciplina el año anterior. La etiqueta es lo más cercano a una calificación representada a través de un número o concepto que poco dice de un proceso de aprendizaje. ghjkh

http://www.youtube.com/watch?v=ELJeblSUlgU

El segundo fragmento lo titulé “las etiquetas y el sistema de sanciones”. El mismo transcurre promediando la película y se trata de una reunión del Consejo Asesor de la Escuela, conformado por los claustros docentes, directivos y estudiantes, donde colocan la calificación del trimestre de cada estudiante. Allí se advierte la evaluación como sinónimo de calificación y esta como sinónimo de sanción. Van siguiendo la lista de alumnos, opinando entre todos y acordando una nota y una observación cualitativa como “debes mejorar” o “sigue así”. Cuando llegan a determinado alumno, que tuvo un episodio de violencia en el curso, la evaluación se transforma en sanción y se llega la aplicación de la más severa como es la expulsión. La evaluación sigue sin dar cuantas de un proceso de aprendizaje, muchos menos de enseñanza. Es decir, en estos fragmentos de la película “Entre les mures”, observamos la relación estrecha entre enseñanza de las disciplinas, evaluación, calificación, etiquetamiento, éxito y fracaso escolar, sostenido por todo un aparato escolar que lo legitima y avala. Entre ellos se observa el consejo de clase, integrado por todos los claustros, donde se definen notas numéricas en base al rendimiento académico y actitudinal. Hay contradicciones entre las opiniones de cada actor del claustro, pero en las trayectorias individuales no se tienen cuenta las problemáticas de fondo de cada estudiante, muchos de ellos con raíces en sus propias culturas, ya que se trata de un grupo-clase caracterizado por la diversidad de razas, etnias y por lo tanto cultura. En el discurso de cada adulto que emite una opinión evaluativa sobre cada alumno de acuerdo a la materia que dicta, subyace la idea del alumno ideal. Disciplinado, ordenado, estudioso, responsable, con sus útiles adecuados, que escucha y reproduce, presta atención en clase, etc. Y como se sostiene en las investigaciones que venimos estudiando en esta Especializacion, jerárquicamente se ubican matemática y lengua (francés en este caso) como las primeras materias a evaluar y aparentemente también colocadas en ese orden en el boletín. Entre lo dicho, legitimado, clasificado y la construcción colectiva del sujeto escolar se plantea la brecha en las trayectorias escolares del sujeto “ideal” y del “sujeto” actual, ese que irrumpe, interpela, cuestiona las normas escolares, entre ellas el conocimiento transmitido sin significación alguna o significando algo para algunos sectores sociales y no para los menos desfavorecidos. ¿Vale la pena enseñar todo a todos? O ¿hay que hacer del acontecimiento una situación nueva que haga huella en el sujeto escolar?

Desde hace dos años, realizamos un convenio de integración con una escuela de educación especial. Por lo tanto, tenemos algunas “libretas compartidas”, en las que ambas instituciones acuerdan y establecen la nota final del alumno con una escala y objetivos diferentes. Esto me genera una gran contradicción: hasta qué punto integrar es hacer una libreta diferente? Si creo que cada persona realiza un recorrido particular, en un tiempo que le es propio, y considero que evaluar tiene que ver con monitorear ese proceso, por qué hacer una libreta diferente? Si en definitiva, todos somos diferentes, es que hay algunos más diferentes que otros?

Una lectura del boletín, ese oscuro objeto de deseo

Quién lee el boletín?
Quién lee el boletín?

En una escuela que, como indica Guillermina Tiramonti , es una institución pensada en la intersección del pasado, el presente y el futuro, en la que hoy se debe hacer frente al desafío de la inclusión frente a las fuertes tendencias de fragmentación; ¿cuál es el rol del boletín escolar?
Cambian los paradigmas educativos, cambian como consecuencia las estrategias, los objetivos, las formas de nombrar las cosas…sin embargo, periódicamente se repite el ritual de entrega del boletín de calificaciones. Aún en casos donde exista una renovación en la forma de evaluar, se mantiene (prescriptivamente) la tradicional cartulina con cuadritos que nombran una serie de saberes (que se mantienen casi sin modificaciones desde la década del 60, y también está presente en otros países), y le otorga a cada uno de ellos un puntaje.
Analizar el ritual de la elaboración y la entrega del boletín de calificaciones implica poner en juego múltiples aspectos: los que tienen que ver con las disciplinas que se evalúan; los que tienen que ver con las formas usadas para evaluar (como medición de un producto, como supervisión de un proceso); los relacionados con las prácticas institucionales (como indican Patricia Redondo y Mónica Fernández , al señalar qué es la cultura institucional y cómo orienta el accionar de los miembros de la misma).
En definitiva, para quién es el boletín? Para el Ministerio de Educación? Eso parece ser, cuando uno lee noticias como esta:
Las escuelas porteñas, sin boletines de calificaciones

¿qué es lo que se reclama allí? ¿Por qué un papel no es válido, y un impreso oficial sí? (teniendo en cuenta que en la Institución quedan numerosas pruebas de lo que indica ese papel en concreto, tales como libros matrices, sistemas de gestión informática de datos, etc.) ¿Qué pesa más: la prescripción o el sentido común?

A continuación les dejo un Fragmento de la película la Educación Prohibida donde muestra Imágenes de estudiantes con sus calificaciones habituales y las Diferentes expresiones de cómo la resignifican. 

http://www.youtube.com/watch?v=NeOKXfzV4bU

 

Portada  de la película "Entre los Muros"

Portada de la película “Entre los Muros”

En este Video que a continuación presento, se evidencia una escena en la que el profesor pregunta a una alumna que fue lo que aprendió en la escuela, la alumna le dice que en la escuela no aprendió nada, sin embargo para sorpresa del profesor cuenta que en su casa leyó un libro de Platón. Esto nos da la pauta que muchas veces nuestros alumnos se forman y aprenden de manera significativa en otros contextos, quedando desarticulado el saber que traen con lo que se enseña en la escuela. A propósito de los boletines me pregunto ¿Qué calificaciones habrá obtenido esa alumna en sus boletines?  

http://www.youtube.com/watch?v=nl8sLgFj4v0

 

 

 

Me interesa postear el artículo que a continuación presento el link:

http://historiasdelasescuelas.blogspot.com.ar/2010/10/sistemas-de-calificaciones.html

Se denomina “Sistema de clasificaciones”, escrito por Mazzilli, Evangelina, retoma ideas centrales de Arata, Nicolás: El Boletín en Revista El Monitor.

El artículo presenta un análisis de los boletines a través del tiempo en cuanto a la estructura, organización y significación producidas por los diferentes actores escolares y su relación con la cultura escolar.

Además comparto éste link de la misma autora:

http://curriculum2e.wordpress.com/recomendados/

  En la primera escena me remito a pensar en mis propios boletines de calificaciones durante mi historia escolar primaria y secundaria, recuerdo cuando mi mamá se iba a retirar y en el mismo se detallaba minuciosamente las calificaciones de las diferentes materias. En ese momento la escuela tenía el poder de comunicar y los padres de aceptar sobre el avance o estancamiento. Siempre los boletines marcaban que mis notas eran buenas a excelentes, mi mamá no tenía de que preocuparse, por lo tanto a medida que pasaban los años cada vez me dejaba más sola en el aprendizaje, pues consideraba que yo podría sola, con los estudios. Eso significó para mí un verdadero condicionamiento, pues sabía que no la podría defraudar, que debía aprobar. Cuando fui a la universidad me di cuenta que las notas que se expresaban en los boletines de aquella primaria y secundaria, solo eran una pequeña porción del saber que en realidad tenía que aprender, y que para lograrlo debía acudir al trabajo colaborativo comprendiendo que la formación no sólo se trataba de lograr notas altas, sino en realidad de lograr un compromiso con lo que estaba estudiando es decir, con lo que deseaba ser, definiéndome como un sujeto constante y exigente.

En la segunda escena voy a narrar sobre el caso de una alumna en particular, quién también ha transitado ya por su educación primaria y actualmente se encuentra en la secundaria, éste caso decido narrar debido a que configura al sujeto de manera inversa a lo que yo escribía en la escena 1, es este caso, la alumna siempre ha tenido notas buenas a regulares, además debió rendir varias veces algunas materias como matemáticas y lengua, y a medida que fue avanzando en la secundaria fue desaprobando más materias hasta llegar a la repitencia escolar más de una vez. Siempre en sus boletines se mostraban notas como seis, siete y escasos ocho y nueve, eso generaba que éste sujeto se considerara a sí misma y a los que tenía a su alrededor un fracaso o un sujeto mediocre que no podía por sí mismo, a quién le costaría cualquier tipo de aprendizaje, y a quién se debía estar constantemente sobre para que pudiera lograr llegar a ser lo que la escuela aspiraba para con él. Sin embargo en la observación cotidiana de sus actos se demostraba un sujeto capaz de realizar actividades prácticas de manera eficiente, se denotaba excelente en los juegos electrónicos así como con una destreza para las artesanías y el arte en general, pero en la escuela no lograba dejar de ser un cinco o un seis. Hasta que al final decidió por sí mismo cambiarse de institución y de esa manera pudo lograr encauzarse pero situado ya desde un contexto diferente y con un grupo diferente. A partir de allí me pregunto ¿será que las instituciones en realidad no coartan las capacidades de los sujetos definiéndolos de una manera u otra y no dejando que sea el propio sujeto quién pudiera pensarse en relación a quién es y quién desea llegar a ser.

En relación con lo abordado en las escenas 1 y 2 y remitiéndonos al título del post sobre si los boletines pueden definir lo que un sujeto es, o puede llegar a ser, quisiera señalar que una de las funciones que poseen éstos en las instituciones educativas es una suerte de documentación a fin de brindar información a los padres sobre el desempeño cognitivo, conductual y emocional de los estudiantes, los cuales son relatados, firmados y sellados por los docentes, pero a su vez poseen una doble intencionalidad de quedar al resguardo frente a una queja de los mismos. Otra de las funciones que poseen los boletines por parte del sistema educativo, se relaciona con la acreditación de los aprendizajes y la certificación del grado obtenido y su promoción instalando en éste un poder que se basa en informar el avance o no de un alumno en las diferentes asignaturas, o el paso del año escolar. En éste punto se puede recuperar lo dicho por los autores de la clase 3 y 4 acerca de que el sistema de calificaciones puede generar una suerte de clasificación en los sujetos y por lo tanto promover procedimientos descalificadores. En este sentido la escuela con su modelo organizacional ha generado un modelo pedagógico que fuerza las formas de enseñar, las experiencias de aprendizaje de los alumnos y “construye” poblaciones, siempre al borde del estigma como por ejemplo, la de “sobre edad” o la de “población en riesgo educativo”. Categorías que sólo tienen sentido dentro en su propio universo como producciones de la cultura escolar, pero que en definitiva se extienden a toda la sociedad. En definitiva, la escuela se ha convertido hoy en día en una institución que moldea varias dimensiones de la sociedad a su imagen y semejanza. En éste sentido, es importante repensar al boletín como parte de la “cultura escolar” y develar, trasgredir su significación y estructura. El principal aspecto en éste sentido es que el estudiante muchas veces queda al margen, siendo que es él el principal destinatario, y que las valoraciones se realizan en torno a sus procesos, por ello sería importante que el realice una autoevaluación formándolo en una cultura responsable en torno a sus procesos educativos. Otra de las cuestiones que hacen al análisis es considerar que en los boletines generalmente se visualizan los resultados obtenidos de las diferentes evaluaciones trimestrales realizadas, reduciendo toda la tarea escolar a un aspecto cuantificable, medible, que a veces no se termina de correlacionar con los procesos vividos en las aulas, por ello debemos comprender que los boletines no son la realidad en sí misma, sino una representación simplificada de ella, y que muchas veces puede convertirse en una arma de doble filo transformándose en un mecanismo de subjetivación generando un moldeamiento en el sujeto etiquetándolo y marcándolo en lo que puede ser y hasta dónde puede llegar y cuáles son las metas que puede alcanzar y no lo que verdaderamente puede lograr. Es por ello que aún cuando pareciera que, por sus tradiciones, los boletines son difíciles de modificar entiendo que se debe analizar los criterios de su confección, quiénes, como intervienen en la producción de los mismos y como se produce la comunicación a los destinatarios principales que son nuestros estudiantes.

Ma. Teresita Quiroz

Para seguir reflexionando…

Si los sujetos somos todos diferentes… ¿cómo evaluar los mismos contenidos trabajados en el aula sin dejar de lado que cada alumno se relaciona de modo diferente con el conocimiento? Frente a una escuela que enseña un determinado cúmulo de contenidos a todos ¿cómo garantizar una verdadera apropiación de lo enseñado sin dar lugar a qué sea un “como si” en el que sólo se responde por el mero hecho de responder a lo esperado?
La cultura escolar (Viñao, 2008) está compuesta por modos de pensar y hacer institucionalizadas; formas de ordenamiento y acciones que se replican en el tiempo. Sin embargo, también forman parte de ellas elementos materiales o extrasomáticos. Esta cultura escolar, material, posee distintos componentes: la disposición y uso del tiempo y del espacio, los enseres del aula, el material didáctico escolar, y por último, la producción audiovisual. Dentro de los materiales, encontramos aquellos que produce la institución, o bien, los producidos por los alumnos. Ahora bien, los boletines son un ejemplo de estos últimos; son objetos materiales de la cultura escolar.
El boletín como elemento material de la cultura escolar está “rodeado” o está entrecruzado por una serie de variables que se fueron afianzando con el transcurso de los años. Si tomamos los aportes de María del Mar del Pozo Andrés Andrés (2013), podemos afirmar que tomando como punto de partida a los objetos materiales de la escuela, es posible analizar sus significaciones culturales, su ubicación en las instituciones y las prácticas de la enseñanza. El boletín se encuentra inmerso en la cultura escolar, atravesado por una multiplicidad de variables y significaciones que se perpetuaron en el tiempo; entre ellos: la acreditación de los saberes, las calificaciones otorgadas al alumno, la comunicación del proceso escolar, entre otros. En esta línea, según los aportes de Alicia Camilloni (1998), la calificación tiene el propósito de comunicar y hacer explícitos los resultados de la evaluación, en tanto interpretación o juicio valorativo que el evaluador realiza sobre bases de informaciones aportadas por el proceso de medición: En esta línea, el boletín plasma las calificaciones, pero… ¿las calificaciones son realmente representativas de la labor realizada por el alumno en un determinado lapso de tiempo? ¿El boletín, con sus calificaciones, muestra el esfuerzo de los estudiantes? ¿Da cuenta de los avances, retrocesos o “mesetas” en los aprendizajes de los alumnos?
Nadie puede negar el alto nivel de legitimidad o el grado de validez que caracteriza al boletín, sin embargo, también cuenta con “reclamos”, quejas, de padres y de alumnos, incluso de docentes, por no reflejar fielmente el proceso del alumno. Quizás esto nos indica que es necesario comenzar a pensar otras formas válidas y consensuadas que cubran las falencias que se le impugnan al boletín… No se trata de una tarea sencilla, ya que como dijimos al principio, el boletín es parte de la cultura escolar, y se ha perpetuado en el tiempo, pero, la cultura se encuentra tensionada por el cambio y la permanencia; por lo instituído y lo instituyente. Con esto queremos decir que los cambios en un elemento tan enraizado no son inmediatos, pero tampoco imposibles. Se necesitará tiempo para poder rasgar el núcleo duro de la gramática escolar, en términos de Tyack y Cuban, para hallar formas que reemplacen o complementen a la ya existente. Será cuestión de “revisitar” la escuela, a sus elementos, a la cultura escolar con una mirada renovada, que logre captar aquellos lugares de vacancia, que a la vez son potenciales para que acontezca el cambio, o al menos, para que permita ser pensado, para comenzar a hacer ruido…

“En la medida en que uno piensa sobre lo que hace,
sobre su significación, sobre los fracasos que uno vive,
es a partir de esta reflexión que uno puede transformarse”
(Filloux, Jean Claude, 1996)