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Corresponde a las consigna 5

SUJETOS RACIONALES….SUJETOS DIGITALES….SUJETOS ESCOLARES

Partir del contexto institucional, desde una mirada macroescolar, se ve a la escuela como una trama institucional y social que contempla diferentes actores y  alcanza una mirada microescolar . Según el rol que desempeño, docente de formación Etica y ciudadana, en la escuela secundaria, el análisis  estaría orientado a:

  • La configuración del cronotopos: la dimensión espacio-temporal.  Encontramos habitualmente rigidez dentro de la cultura escolar, la escuela se encuentra encasillada  en horarios, divisiones de espacios curriculares, espacios de recreación, reglas de convivencia, inflexibilidad para aprender de otra manera,etc.. Esto hace que la forma de funcionamiento no permita al alumno acceder a la inclusión desde otros ámbitos, porque la escuela secundaria contempla no solo la  obligatoriedad sino la “presencialidad”. Una posible solución a ello estaría basada en la posibilidad de “filmar las clases” mediante videoconferencia, como recurso TIC. Mediante las Tics, se alcanzan logros importantes, como por ejemplo, la relación de todos con todos. Es decir, generar espacios virtuales, como los grupos en las redes sociales, que permiten intercambio de opiniones, contenidos curriculares, evaluaciones, invitaciones a eventos intraáulicos, etc., generando asi, espacios que superan lo físico del aula y además permiten la integración.  Las prácticas de integración se realizan entre pares, todos los alumnos son actores sociales del mismo proceso de trabajo, son responsables de la integración al igual que la comunidad escolar en general.

•             La función aislada del alumno:  la dimensión didáctica. Fomentar la dinámica del trabajo colaborativo, lo que lleva a la participación en el aula y a vivir la enseñanza de manera conjunta.  La fragmentación de los espacios curriculares lleva a un aprendizaje fragmentado. La posible solución puede estar centrada en el uso de las Tics como herramienta de conexión para debatir, intercambiar opiniones y resolver actividades referidas a un contenido en particular, en grupos cerrados, creados por el docente en las redes sociales.

•             Generar acuerdos interinstitucionales y configuraciones de apoyo: la dimensión institucional. Estos acuerdos interinstitucionales que alcanzan a los docentes, al igual que las familias que funcionan como apoyo, son necesarios para que el alumno  experimente un sentido de pertenencia institucional . Las Tics, pueden solucionar esto desde la planificación docente conjunta que se puede realizar mediante los documentos de google (documentos y carpetas compartidas) lo cuál acortan distancias y afianzan lazos positivos para todos los alumnos.

•             Concientizar al alumnado sobre la necesidad de generar una política educativa inclusiva: la dimensión política-pedagógica. Toda política tiene diferentes estrategias para llegar a sus objetivos. Estas acciones se desarrollan en grupos que trabajan articuladamente para resolver las problemáticas planteadas. Una estrategia posible es trabajar sobre el concepto de igualdad en la diversidad. Promover mediante espacios reflexivos de convivencia la horizontalidad de derechos. Una manera de lograrlo es a través de los espacios creativos y talleres de expresión.

•             Fomentar una mirada ecléctica en el aprendizaje: la dimensión crítica. Aquí voy a hacer referencia a (Terigi, 2010):

“Me gusta que el título diga “cronologías de aprendizaje” porque lo que voy a tratar de plantearles es que nosotros hemos trabajado en la construcción del saber pedagógico, en la construcción en particular del saber didáctico, con la idea de un aprendizaje monocrónico. Un aprendizaje que sigue un ritmo que es el mismo para todos. Y aunque esto lo discutamos mucho en términos de “la “diversificación curricular”, etc., buena parte del saber pedagógico y en particular, insisto, el saber sobre la enseñanza, está estructurada sobre esta idea de un aprendizaje monocrónico.”

Para finalizar, las TICs como recursos de apoyo generar prácticas inclusivas si las proponemos en trabajo colaborativo y fomentamos la idea de aprendizaje autónomo. Como herramienta en este momento es parte de un estímulo importante para que el alumno no solo traspase las barreras del espacio y el tiempo, que aprenda no solo en la escuela, sino para la comunicación permanente, apuntando a las posibilidades personales y generando transferencia de conocimientos más allá de una clase. Por otro lado, refiriendo a la postura de Marisa Massone:

(Massone, 2011)

 

“Sabemos que hoy los modos de acceso y la forma de construcción de los saberes están cambiando. Las experiencias culturales de los niños y jóvenes están cada vez más atravesadas por los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Resulta imprescindible pensar qué suponen estas transformaciones para la escuela y cómo ésta procesa las distancias generacionales y las   desigualdades sociales. Lejos de pensar el vínculo de la cultura escolar con la cultura mediática y con Internet en términos de divorcio, resulta importante que la escuela pueda traducir los cambios de la sociedad contemporánea en el currículum, incluyendo una lectura crítica de los medios audiovisuales y electrónicos.”

 

Parece ser que la única forma de alfabetización estaría centrada en la escritura y la lectura, pero si se atiende a lo que nos dice Guillermina Tiramonti:

 

“Es que, en el actual contexto, es un desafío renovar la tarea de enseñar de la escuela, hoy muchas veces secundarizada. ¿Por qué? Por las funciones asistenciales que se le han otorgado y que recortan el tiempo asignado a su función específica; por décadas de auge de teorías constructivistas, en ocasiones mal interpretadas en sus aportes, que han menoscabado la posición de transmisores de los adultos/docentes para considerarlos meros facilitadores o guías de los aprendizajes espontáneos de los alumnos y por la brecha cultural entre adultos y jóvenes que dificulta la función de transmisión” (Tiramonti, 2005).

De ello se infiere que adaptarse al nuevo contexto escolar implica apertura actitudinal y la posibilidad de aprender a reestructurar métodos pedagógicos-didácticos, apuntando a la no reproducción de lo tradicional, enmascarado en las TICs.

 

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Top XXI – La cuenta progresiva

El siglo XXI es la época cero en cultura digital. Ante esta situación (irreversible, veloz, cambiante, de crecimiento exponencial) es necesario repensar el rol de docentes y alumnos en tanto sujetos pedagógicos. Rever prácticas, proyectar en función de estas nuevas habilidades que estamos cuasi obligados a adquirir. No estoy de acuerdo con la terminología que separa a los nativos digitales de los inmigrantes digitales. No estoy de acuerdo con la dicotomía pasado/presente. No estoy de acuerdo con la antinomia que supone la imposibilidad de acercar posiciones y compartir conocimientos y experiencias entre ambos componentes del acto educativo.

Me parece muy interesante la posibilidad de replantear lugares de poder en relación con el uso de las nuevas tecnologías y, fundamentalmente, cumplir con el objetivo docente de ser guía y faro: es imprescindible incentivar que se tome conciencia de su utilización, es necesario que inculquemos la crítica sobre aquello a lo que tan fácilmente se accede.

Frecuentemente escuchamos en sala de profesores que los chicos se distraen, que están todo el día con esos aparatitos (teléfonos, netbooks…).  A esta altura de los acontecimientos debemos saber que “esos aparatitos” han llegado para quedarse y que lo mejor es incorporarlos rápidamente a las prácticas cotidianas (así como pagar la luz por homebanking, estudiar una Diplomatura, una Especialización o una Licenciatura) ¿Por qué no amigarse, entonces, con la tecnología? ¿Qué lugar creemos que nos quita y en qué situación nos coloca? ¿Por qué nos sentimos interpelados?

Cuando llegaron las netbooks hubo un mes de dispersión y de jugar con la novedad. Luego, las aguas se tranquilizaron y comenzamos a utilizarlas con fines educativos, tal la concepción al llevar adelante el programa Conectar igualdad. Obviamente podemos mencionar que existen problemas derivados: se bloquean, se tildan, se las olvidan… Ahora, ¿no hay problemas análogos con la carpeta tradicional?

Por eso, creo que tenemos que aprovechar la facilidad que las computadoras, teléfonos con acceso a internet (recurso que en la mayoría de las escuelas no existe) traen a nuestras vidas-nuestras aulas. Por ejemplo, al leer el cuento Circe de Cortázar se  plantea siempre la duda con respecto al tiempo en que está ubicada la historia. El texto menciona como clave la pelea Firpo-Dempsey. Hasta hace unos años, yo pedía una concienzuda investigación para la siguiente clase. Últimamente, pido que consulten a través de sus celulares in situ.

A veces, desde mi materia, Literatura, cuesta mucho que TODOS lean TODOS los textos. El año pasado nos acercamos a  La Odisea, que es un texto entretenido, pero extenso.

La propuesta de trabajo consistió en atravesar la historia por medio de Facebook. Cada uno de nosotros debía tomar un personaje y crear un perfil. Durante un mes y medio nos dedicamos a reproducir las fabulosas aventuras de Odiseo hasta su regreso a Ítaca. En ese tiempo fui Zeus dentro de esa experiencia tan gratificante  que abrió una nueva perspectiva en el grupo.

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En pleno siglo XXI  y con el auge de la comunicación, librar una batalla contra la tecnología es imposible. Está entre nosotros. Yo agrego un “por suerte”. Si tomamos conciencia de todo lo que se facilita seguramente vamos a poder encarar proyectos no tradicionales, acordes con las expectativas y habilidades de las generaciones con las que compartimos cada hora de clase.

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El acceso a las tecnologías es casi universal. Todo (nos) llega por la web, en cualquiera de sus formas (mail, bibliotecas virtuales, redes sociales). Lo cierto es que los cambios que traen consigo son omnipresentes, radicales, vertiginosos e irreversibles. Al mismo tiempo, los adelantos tecnológicos ponen en tensión nuevos saberes y viejos poderes (Balardini, 2004: 109).  Creo que, fundamentalmente,  allí radica cierta resistencia de las generaciones anteriores.

A pesar del paso del tiempo, de la aparición de la televisión y de la informática como partes imprescindibles de nuestra cotidianeidad, la escuela mantiene, en líneas generales, un lugar desde el que se opone a todo eso, es como si fuera el último lugar de la resistencia, el espacio desde donde se defiende la cultura. Pero la cultura escrita. La escuela sigue siendo tradicional en este sentido. (Gamarik, 2008, citada por Massone, 2011) Como ejemplo, podemos mencionar que es muy común que algunos docentes pidan trabajos en computadora, pero los solicitan impresos; ni siquiera se permite que los alumnos los lleven en un pendrive para pasárselos.

Son miedos, son épocas, son circunstancias. Sin embargo, es insuficiente la reflexión real que llevamos a cabo, en tanto no terminamos de reconocer que esto que nos atosiga es parte  intrínseca en la constitución de la identidad de nuestros jóvenes (Urresti, 2013;  Massone, 2011). Así como nuestros abuelos no nos entendían cuando pasábamos horas frente al televisor, nosotros no entendemos que los chicos se pasen horas frente a las otras pantallas. Y lo que es peor: no comprendemos que su nivel de  atención (y la forma) no es igual al que teníamos: pueden estar en varios sitios (uso la palabra sitios en todos sus sentidos) a la vez, son capaces de mantener diferentes conversaciones (cara a cara o mediadas por la pantalla). Porque, en definitiva, han nacido rodeados por todos estos estímulos a los que nos estamos refiriendo. ¿Recuerdan el concepto de nativos digitales? (Podríamos relacionarlo con los nuevos saberes de los que habla Balardini). ¿Y el de inmigrantes digitales? (Aquellos que tenían el  poder, han debido reacomodarse). El inmigrante va a seguir siendo inmigrante, ahora, está en él acortar la brecha, pegar el salto y (tratar de) ponerse a la par, con el loable fin de dejar la añoranza, para pasar a la acción.

En relación con la experiencia planteada más arriba, en la que narraba mi experiencia en el aula con el uso de Facebook como medio para contar La Odisea, y a pesar de mi admiración, uso y abuso de las nuevas tecnologías, me queda un lugar de reflexión para decir que no todo es tan sencillo, en tanto el acceso a la internet aún no es para todos (obsérvese el adverbio “casi” en la expresión “casi universal” unos párrafos más arriba). Esto deriva en que el desarrollo de competencias entre los que sí tienen y los que no tienen sea desigual (Tiramonti, 2013). ¿Ayudamos a estos últimos al proponer actividades que incluyan los adelantos tecnológicos? Sí. ¿Ayudamos si ponemos esos trabajos como obligatorios? Sí. ¿Qué es la escuela sino el espacio que prepara para su inclusión y desarrollo en la sociedad?

 

Bibliografía

Balardini, Sergio (2004). De deejays y ciberchabones. En Jóvenes, Revista de estudios sobre Juventud.    México.

Massone, Marisa (2011). Los jóvenes, la escuela y las transformaciones en el acceso y  apropiación de los saberes en la sociedad contemporánea, en Finocchio, Silvia; Romero, Nancy (comp.) Saberes y prácticas escolares. Buenos Aires: FLACSO-Homo Sapiens.

Tiramonti, Guillermina (2013). La escuela media frente a los mandatos sociales y a las nuevas formas de diferenciación social. Clase 6. En Especialización en Currículum y Prácticas Escolares en Contexto. Buenos Aires: FLACSO Virtual Argentina.

Urresti, Marcelo (2013). Transformaciones culturales y transiciones juveniles. Clase 5. En Especialización en Currículum y Prácticas Escolares en Contexto. Buenos Aires: FLACSO Virtual Argentina.

Como sabemos, las TICs no se reducen a las computadoras y teléfonos inteligentes. Son mucho más que esos dos artefactos. De la misma manera, la enseñanza y el aprendizaje trascienden las relaciones que puedan establecerse en el seno de un aula. A partir de las dos experiencias presentadas, queremos problematizar dos ejes: el vínculo que los estudiantes construyen con el conocimiento (los saberes) a partir de las relaciones con la tecnología y las formas (las prácticas) en que se desencadenan los aprendizajes a partir de las experimentaciones que este dispositivo desencadena.

Respecto al primer punto, sería conveniente remitirse a lo que Guillermina Tiramonti denomina “cambio de paradigma cultural” para comprender la incertidumbre que subyace en las prácticas docentes al momento de traer nuevos dispositivos al aula. La enseñanza es un acto de carácter comunicativo y es allí donde está anclada la revolución que desafía a las formas escolares, porque las obliga a replantear sus preceptos. La evolución de los sistemas de comunicación e información han reorganizado el acceso al saber y a la cultura. Entonces, solamente si la escuela asume a los medios como dimensión estratégica de la cultura –sigue sosteniendo la autora- podrá interactuar con los campos emergentes de experiencia que surgen de la reorganización de los saberes, los flujos de información, las redes de intercambio y con la “hibridación de las ciencias y las artes”. En relación a la primer escena, hay una cuestión sobre la que es necesario detenerse y es que cuando decimos que la escuela debería proporcionar herramientas para que los alumnos se conviertan en una suerte de decodificadores simbólicos de los flujos información que circulan en la mediatización de la cultura y las formas de vida, queremos decir que son los adultos responsables de la educación de los sujetos más jóvenes los que deben buscar las alternativas en los modos de alfabetización para favorecer el desarrollo de las capacidades cognitivas necesarias para realizar esas operaciones. Afirma Carina Lion en una entrevista, que “la confusión entre información y conocimiento es otro gran tema para los docentes. Lo que circula por internet es información y es tarea de los pedagogos transformarla en conocimiento, en redes de sentido, en redes cognitivas con significatividad. “No es una tarea menor y es responsabilidad de una brújula pedagógica que impida los naufragios en la red y permita entender que internet es una fuente más de información que debe contrastarse con otras”.

Este proceso hay que desatarlo en las prácticas de enseñanza para evitar que se produzca una “brecha digital” que devenga en desigualdad y exclusión. Es parte de incluir e integrar a todos en la escuela y también es un Derecho el de tener acceso (que es más complejo que solamente “ver”) a las redes y medios que son canales de cultura que la escuela transforma es saberes socialmente valorados. La cultura escolar ha incorporado a la cultura digital para que el proyecto de la escuela siga siendo por excelencia, el lugar de encuentro con el saber; porque –en términos de Marisa Massone- “han cambiado las formas en que se lee y se escribe, pero no ha cambiado el carácter privilegiado de esas prácticas”.