El universo de la escuela actual incluye una gran heterogeneidad de sujetos, medios y conocimientos. Esa heterogeneidad está atravesada por la desigualdad social y cognitiva, por lo tanto en este contexto cultural donde imperan las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, la escuela tiene por delante el desafío de proporcionar a los niños, jóvenes y adultos de los diferentes niveles educativos (inicial, primario, secundario y superior) las habilidades cognitivas necesarias para leer e interpretar los mensajes mediáticos proporcionándoles un “filtro cognitivo” que los desplace del lugar de espectadores pasivos y los transforme en lectores inteligentes de los mensajes que se les dirigen. Y en ese sentido, entender a las tecnologías de la comunicación como estrategias de conocimiento y no como meros auxiliares de las tareas escolares.
La desigualdad social genera diferencias a la hora de disponer de herramientas que permitan el acceso al conocimiento. A la vez, en la escuela, esas diferencias pueden ser zanjadas si el docente -al elaborar un proyecto educativo que busque que todos puedan aprender- considera que las nuevas generaciones viven la tecnología actual con naturalidad, sin extrañeza o dificultades de relación, poseen una gran velocidad en el procesamiento de la información y una la capacidad de realizar varias cosas a la vez.