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EL BOLETÍN COMO UN PUENTE A LA LEGITAMACIÓN DE LA CORPOREIDAD EN MOVIMIENTO

En los primeros niveles de escolaridad es donde se brinda mayor información de los contenidos a evaluar mediante un informe evaluativo que refleja un importante número de competencias desarrolladas.
En los primeros niveles de escolaridad es donde se brinda mayor información de los contenidos a evaluar mediante un informe evaluativo que refleja un importante número de competencias desarrolladas.

 

A contraposición, en el nivel primario, la mayoría de los casos correspondientes  a la educación física curricular, el boletín escolar refleja una única valoración conceptual ó numérica para evaluar una cantidad de contenidos semejantes a los del nivel inicial.
A contraposición, en el nivel primario, la mayoría de los casos correspondientes a la educación física curricular, el boletín escolar refleja una única valoración conceptual ó numérica para evaluar una cantidad de contenidos semejantes a los del nivel inicial.

PRESENTACIÓN

“Cuerpo y movimiento constituyen dimensiones significativas en la construcción de la identidad personal. Con el cuerpo y el movimiento las personas se comunican, expresan y relacionan, conocen y se conocen, aprenden a hacer y a ser. Cuerpo y movimiento son componentes esenciales en la adquisición del saber del mundo, de la sociedad, de sí mismo y de la propia capacidad de acción y de resolución de problemas.¹”

Por lo expuesto, el sentido de la presencia de la Educación Física en la escuela es importante, ya que aporta uno de los hilos que tejen la trama de los aprendizajes escolares de los niños. No es el único, no basta por sí solo, pero es insustituible.

Por otra parte, sabemos que los logros de cada estudiante en relación con los aprendizajes esperados en un período de trabajo determinado, se vuelcan  en los documentos públicos por medio de los cuales la escuela comunica sus resultados: los boletines escolares. Por lo tanto: es el boletín escolar un canal de comunicación con las familias. Ahora bien, me pregunto: de comunicación o mero transmisor de información? Información clara, útil, descriptiva de un proceso, o dueña de un reduccionismo  tal que desvaloriza el número  y la riqueza de los saberes aprendidos?

A partir de éstas problemáticas, entiendo que para legitimar la disciplina nos es necesario construir buenas representaciones , por parte de todos los actores escolares, depositando la mirada sobre todo en éste artículo, en los alumnos y sus familias, de las que creemos entender estar en falta del conocimiento de los alcances que éste espacio curricular genera en los educandos y su incidencia en tanto en la construcción de sus procesos cognitivos como en la resolución de tareas concretas de la vida cotidiana en general.

 

¹ Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Consejo Federal de Cultura y Educación, Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica. Capítulo “Educación Física”, Buenos Aires, 1995.

“La sociedad confunde educación física con deporte”

http://www.youtube.com/results?search_query=la+educaci%C3%B3n+f%C3%ADsica+se+confunde+con+el+deporte

Este video que decidí publicar muestra como ante la problemática de la falta de conocimiento de los alcances y saberes que éste espacio curricular genera en los educandos  y sus familias, el docente elabora otra estrategia que va más allá de los boletines escolares, publicando en la cartelera escolar, pudiendo verificar el acercamiento que realizan los padres a la información. De eso se trata… buscar canales de acercamientos al conocimiento.

 

ESCENAS

1RA ESCENA:

Es de imperioso valor, a mi modesto entender, la revisión de las prácticas de enseñanza con respecto a las normativas, mecanismos e instrumentos de evaluación que se determinan desde los distintos ministerios y direcciones de currícula con respecto tanto a la denominación de “Educación Física” como en el diseño de los boletines escolares, en donde sólo se refleja una única conceptualización, que a su vez en la mayoría de casos oficia como único instrumento de  información de un largo proceso de aprendizaje, desde la escuela, hacia las familias.

En una primera instancia,  existe una dicotomía entre nuestro nombre de disciplina y nuestro objeto de conocimiento, ya que no trabajamos con el físico sino con cuerpos vivientes de personas con una identidad propia que se expresan a través de movimientos particularmente significativos dentro de diferentes contextos sociales. Por lo tanto, ya nuestra carta de presentación a las familias parte de denominaciones no representativas, que se acrecienta con el relato de los alumnos cuando sus padres le preguntan: Qué hiciste hoy en la clase de Educación física? A lo que el niño responde: “jugué con pelotas”, producto de concentrarse su relato en el material y la vivencia más significativa, sin poder, ni saber genuinamente los alcances cognitivos de aquella instancia de aprendizaje y no pudiendo tampoco el adulto trascender en esa mera circunstancia y entenderla dentro de una actividad seleccionada para el desarrollo de un contenido específico, que seguramente tendrá a posteriori otra actividad que comparta el mismo material pero para  el conocimiento de otro saber, pero que en su apreciación sólo quedará la idea de que hacen lo mismo.

 

2DA ESCENA:

A esto se le suma que si tomamos al boletín como aquel dispositivo comunicacional desde la escuela hacia las familias, en lo que concierne  a la escuela primaria (especialmente tomando como referencia las escuelas estatales de la C.a.b.a) en muy elevados porcentajes es ese casillero completado a modo conceptual con a lo sumo 2 letras (r-b-mb-s) lo único que se refleja del proceso de enseñanza y de todas las competencias que el niño manifiesta haber adquirido, ya que no existe en nuestra área otra visualización formal de los saberes desarrollados por tratarse de contenidos procedimentales en su gran mayoría y no implementar ningún otro instrumento evaluativo  comunicacional a lo largo de todo el ciclo lectivo.

En contra posición existe una diferencia sustancial entre un nivel y otro como ser de inicial a primaria en cuanto a los ítems que constituyen el informe evaluativo que reciben las familias durante el ciclo de la primera infancia, y aquellos casilleros referenciados en los boletines escolares de la escuela primaria.

 

REFLEXIÓN

Se puede evidenciar, desde mi pensamiento en lo particular, que en éste modo de ingresar al universo de aquellos papeles membretados sellados y firmados por autoridades institucionales que intenta representar, a través de calificaciones, el proceso de aprendizaje de un alumno existe un desfasaje. Sus objetivos fueron y son acreditar los saberes logrados y comunicar oficialmente los mismos. Pero en realidad el contenido de estos papeles va más allá, podríamos decir que en él se reflejan efectos de construcciones de saberes sobre el alumno, el profesor y la pedagogía (Gonçalves Vidal, 2012). Y en éste sentido creo entender que la educación física como disciplina no ha podido mantener la coherencia entre el discurso sobre la evaluación y la práctica de la misma. No es extraño que afirmaciones valiosas sobre el papel de la evaluación, sobre la necesidad de constituirla en un proceso permanente, sobre su importancia para mejorar la enseñanza, etc., coexistan con prácticas evaluativas contrapuestas que permanecen sin revisión. En los boletines escolares no hay identidad entre éste, en tanto documento, y sus receptores.

Si bien es cierto que como señala Flavia Terigi, en la clase 4, en que: Si se prolonga el análisis de la estructura curricular de la escuela primaria a lo largo del siglo XX, se encuentra una importante estabilidad y en ella, como sostiene Benavot (2002), a partir de la década del 30 el esbozo esencial del currículum se ha hecho sorprendentemente incuestionable: un núcleo de materias, entre ellas educación física, aparece en la mayoría de las currícula oficiales en todos los períodos analizados, y se ha generalizado aún más con el tiempo; podemos observar claramente que la disciplina ha cambiado poco a poco su posicionamiento epistemológico, su enfoque y visión con respecto a los educando, pero no así su denominación y procedimientos de calificación en muchos ámbitos. Se hace necesario revisar esas tradiciones y las formas de evaluación más frecuentemente utilizadas, a fin de hallar las estrategias y los recursos más adecuados a la nueva propuesta curricular.

La educación física es una disciplina, en donde los cambios de formato y las variables de observación  se encuentran en plena necesidad de modificación. Probablemente, éste tipo de dispositivo, seguirá utilizándose por largo tiempo, pero si empezamos a hablar de que “ahora no sólo el maestro corrige, sino que el alumno se autocorrige. Ahora el docente no es el único en evaluar, sino que el alumno tiene que autoevaluarse y saber en qué punto está” (Daniel Pinkasz,Clase 7), sería interesante pensar maneras de otorgarle significaciones más reales, intentando despegarlo de la negatividad del control y sanción que pareciera reflejar y acercarlo más al concepto de construcción de una instancia más en el proceso de enseñanza aprendizaje, involucrando de manera genuina  a la parte receptora de éste canal de comunicación representadas por las familias en sus hogares.

En este sentido, la evaluación no es ni puede ser un apéndice ; es parte de la enseñanza y del aprendizaje. En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta entre lo que se considera que tiene un valor en sí y aquello que carece de él. Esta actitud evaluadora que se aprende, es parte del proceso educativo que, como tal, es continuamente formativo.

A modo de cierre, considero una reflexión teniendo en cuenta que la evaluación, está condicionada por el contexto y las características específicas de la disciplina, demandando una recuperación del trabajo en equipo y el consenso entre colegas como claves para trabajar la evaluación con la importancia de observar (preguntarse qué, por qué y para qué se observa), de recuperar, registrar y documentar los procesos de aprendizaje; para pasar de este modo tradicional de sistema de calificaciones, a incorporar un enfoque crítico, participativo tanto de los alumnos como de sus familias que permita avanzar hacia la profesionalización docente, apuntando a docentes pensantes y no meros ejecutores .

 

La formación de la corporeidad a través del movimiento debe cederle protagonismo al universo lúdico en el desarrollo de la creatividad y alejarse de las tradicionales tareas conducidas de perfil hegemónico deportivista.
La formación de la corporeidad a través del movimiento debe cederle protagonismo al universo lúdico en el desarrollo de la creatividad y alejarse de las tradicionales tareas conducidas de perfil hegemónico deportivista.

 

Pedagogía de la Esperanza, Freire Paulo – Fragmentos y reflexiones

http://www.youtube.com/watch?v=fSrX2qFe2-E&list=PLp5yDxvA5zI0kkoYgJezY1XF0K_GezWmE

Este es mi pequeño aporte a lo que creo que debe ser para nosotros los docentes formadores una mirada constante.

De María José Miranda

  • Evaluar: para qué, para quiénes (Artículo) Revista el Monitor Nª 17 – 5ª Época – Julio/Agosto 2008.
  • Un Aplazado (Poesía) Baldomero Fernández Moreno. Extraído de “Yo Médico, Yo Catedrático”. Bs. As. 1941.
  • La evaluación. Algunas reflexiones sobre una práctica compleja (Artículo) Revista El Chiflón Nª2 Facultad de Humanidades – UNCa. Edit. Universitaria. Catamarca. 2007

De María José Miranda

La mayoría de  los docentes del IES opinan que  la representación que tienen los estudiantes sobre el examen final está relacionada, en general, con la autoestima e imagen de sí mismo y con emociones negativas.

 Reflexionar sobre este enunciado nos lleva a pensar en primer lugar en  la educación que, según Poggi (clase 6), está inmersa y se debate  en un mar de paradojas, tensiones y contradicciones y, en segundo lugar (pero no menos importante) en la cultura escolar (trayectoria escolar, hábitos de estudio, boletines, libretas), las tradiciones (bolilleros, mesas examinadoras), el currículum oculto (vinculado con sistema de poder), la población escolar (más diversa   social y culturalmente)  y  los dispositivos de evaluación, acreditación y calificación que cada nivel educativo construye.

  Siendo la educación una práctica social y la evaluación uno de sus principales actos que se lleva a cabo en las instituciones educativas, podemos abordarla desde distintos aspectos: ideológicos, sociales, pedagógicos, psicológicos y técnicos; porque evaluar es valorar y esto tiene connotaciones diversas, ya que tiene que ver con concepciones históricas y sociales que predominan en el contexto que sin duda la condiciona.

En relación con lo mencionado podemos tomar las palabras de Daniel Pinkasz (clase 7) quien comenta que la evaluación ha sido y es un formidable portador de significados y, por lo tanto, un vehículo eficiente de comunicación entre profesores, estudiantes y padres.  La  calificación, la nota, que la evaluación expresa de manera convencional, representa, las competencias adquiridas sobre determinada materia y de esta manera se torna fácilmente comunicable. Además, expresa que la evaluación ha sido parte de los dispositivos de ejercicio de la autoridad en la escuela. No debe pensarse en este caso en el más o menos frecuente uso de la evaluación como mecanismo disciplinario sino, lo que es mucho más importante, como el dispositivo mediante el cual se organiza y sanciona el progreso del alumno en una secuencia de aprendizajes; por medio de la acreditación, se premia o se castiga el esfuerzo, en definitiva, se ordena y clasifica al conjunto de la población escolar.

Por otro lado, la falta de confianza en sí mismo, los nervios, el estrés y las ansiedades que generan el examen final en los estudiantes puede ser fruto de ausencias de capital cultural en la familia, lo que no les permite a los padres acompañar y apoyar a sus hijos en el proceso de aprendizaje y se puedan mover en los ritmos y exigencias del nivel superior. Agnes Van Zanten (clase 8) desde un análisis de la sociología de la educación resignifica la importancia del capital cultural, social y económico  de los padres en instancias de aprendizaje,  lo que  contribuye  a favorecer las trayectorias escolares de los jóvenes.

Tanto en el nivel inicial, como en el primario, secundario y superior la instancia de evaluación es una construcción histórica  y una  práctica compleja que genera una mezcla de sensaciones en la diversidad de alumnos, por lo que sería interesante que más allá de la gestión de la práctica escolar el docente también trabaje cuestiones que potencien el ser un sujeto de aprendizaje.

De María José Miranda

En el IES, los estudiantes expresan que las fechas de exámenes se presentan como un período estresante al enfrentarse a situaciones en las que se juegan algo importante: su acreditación y,  por ende, su permanencia en la institución.

Quiero compartir con ustedes algunas opiniones de algunos estudiantes al respecto:

“No se cómo expresar con palabras lo que significa para mi el examen final oral, porque muchas veces me sentí humillada por ciertos profesores y ahora esa representación quedó grabada en mí y me cuesta presentarme a rendir un final. Por ello, siento nervios y temor”. (Ana)

 

 “Representa para mí el examen un juzgado donde los presiden tres jueces y determinan si soy culpable o no. En ese momento sólo siento nervios por lo antes mencionado”. (Graciela)

“Al examen final oral lo veo como la exposición de contenidos conceptuales ante un jurado que tiene en sus manos la posibilidad de calificarte o no como buen estudiante. En el examen final siento miedo a equivocarme debido a que es desbordante la tensión que se siente al estar frente a un escritorio con tres profesores, que te miran fijamente a los ojos, un simple gesto de ellos te puede paralizar y hacer que te olvides con respecto a todo lo que habías preparado”. (Mario)

La interpretación que brindan algunos docentes acerca de la representación que tienen los estudiantes sobre el examen final está relacionada, en general, con la autoestima, imagen de sí mismo, entre otros. Algunos de estos aspectos, hacen referencia a que muchas veces se asocia las prácticas evaluativas con emociones negativas, las cuales están presentes en la representación de muchos estudiantes. Las siguientes reflexiones lo argumentan:

“Creo que los estudiantes viven este momento como un trauma, como un obstáculo a superar para lograr los objetivos y recibirse. Asimismo, considero que unos, lo viven con mucho nerviosismo, más allá de la metodología adoptada y, otros, con tranquilidad, ya sea por la seguridad y otras razones particulares como autoestima, confianza en sí mismo”. (D.)

 “En su generalidad considero que los estudiantes vivencian esta instancia con un gran nerviosismo, ansiedad e inclusive con angustia. Esto se ve potenciado en los exámenes finales orales, tal vez, por la presencia de un tribunal, por las falencias en cuanto a la oralidad. En los exámenes escritos los percibo más relajados pero no por esto más seguros. La cuota de nervios tal vez sea menor.

Pocos estudiantes la viven como un proceso de conocimiento, de resignificación, de aprendizaje, a partir de la seguridad teórica-práctica, del manejo de competencias orales y escritas, de la capacidad de reflexión, confrontación, ejemplificación, etc”. (N.)

“La instancia de la evaluación final es vivida como algo dramático por algunos estudiantes. Este examen final debería ser la culminación de un proceso que comenzó con el dictado del espacio y al cual ahora hay que darle una especie de cierre, por así decirlo. Pero en muchos casos, los estudiantes se sienten nerviosos, preocupados y hasta temerosos de rendir”. (P.)

 

De María José Miranda

En el Nivel Superior podemos observar que la instancia de examen final, a lo largo del tiempo, genera en los estudiantes un valor simbólico asociado con  la  autoestima e imagen de sí mismo.

 En algunos casos  las expresiones comunes que manifiestan la mayoría de los estudiantes a la hora de rendir  son miedo, estrés y ansiedad. Siguiendo  a Souto (1989) quien opina que nuestros recuerdos nos dicen que las situaciones de evaluación despiertan, entre quienes van a ser evaluados, una serie de temores típicos ya que sienten el temor de ser  criticado, enjuiciado,  perseguido, separado y diferenciado del grupo, desnudado, descalificado; el temor de sentirse indefenso y desarmado, de haber mostrado lo que no se quería mostrar y de estar expuesto. Ander–Egg (1996) expresa que el docente tiene que dejar en claro, no con explicaciones,  sino con sus actitudes y comportamientos, que una cosa es el valor de la persona y otra el valor de lo que puede aprender o no.

La  representación que  tienen los estudiantes acerca del examen final  nos lleva a reconocer que en esa instancia algunos sienten nerviosismo y ansiedad por distintos motivos. Uno de ellos, es por lo que implica en sí mismo ese momento particular, el estar frente a un tribunal, el sentir que la imagen de sí mismo se pone en juego, y que la aprobación y acreditación resulta de esta instancia. Otro motivo, surge producto de los contenidos que engloba el espacio curricular, de los cuales se requiere que el estudiante demuestre su comprensión en relación con lo estudiado.

Por ello, en la mente del estudiante se cruzan preguntas como ¿tendré una buena imagen? los docentes ¿aceptarán mi interpretación? ¿recordaré todo lo que tengo que decir?

 Como docente del IES  estas expresiones las  vivo  cada momento en las instancias de examen final, escucho a los estudiantes y a los colegas expresiones diversas las que me llevan siempre a pensar  acerca de cómo actúo durante la práctica evaluativa y si brindo a los estudiantes el espacio y los criterios necesarios para rendir. Por ello, considero que este es un espacio para poner a consideración y en cuestión la cultura que se ha institucionalizado en relación con el examen final.

Los para qué del boletín

LOS PARA QUÉ DEL BOLETÍN
Boletín, libreta de calificaciones… cuando se hace público con la idea de comunicación que implica sólo una forma de información unidireccional, docente-alumno, escuela, familia con una finalidad de notificación y certificación social.
En este sentido, Margarita Poggi expresa, que “la acreditación a diferencia de la evaluación, hace referencia al acto a través del cual se certifican determinados conocimientos (a los que se puede asignar una calificación…responde más a una lógica institucional y social que a la del proceso de aprendizaje de un sujeto”(Poggi Margarita , 2008 ). Aquí la dimensión pública muestra la delegación de poder hacia los docentes para certificar ciertos conocimiento, capacidades y competencias.
Formando parte de un conjunto de artefactos evaluadores, se encuentran los registros y las planillas de observaciones que dejan al descubierto situaciones del currículum oculto naturalizadas desde décadas: “ si todos los alumnos son iguales, si se porta mal se baja la nota en formación ética, lo personal social es de suma importancia pero el excelente no se pone”.
Los Boletines contextualizados, como construcciones históricas, nos muestran claramente , más allá de las materias-disciplimas-áreas, en otros espacios físicos de los mismos (observaciones,otras apreciaciones, extractos de decretos, renglones en blanco ) con qué parámetros se complementan los juicios evaluativos, por ejemplo, la prolijidad, el orden, la asistencia perfecta, el aseo personal y hasta las merecidas vacaciones.
“ La imagen global sobre los alumnos que todo docente construye se funda sólo en parte sobre una evaluación institucionalizada. La evaluación informal, es decir, tanto el juicio implícito como el espontáneo, interviene en un dispositivo de evaluación. Y no sólo revela las representaciones del docente, sino que supone la puesta en juego de diversas fuentes de información…Esto require pensar , consecuencia, en la interacción dinámica que se despliega entre el juicio evaluativo implícito y espontáneo, es decir, la evaluación informal, y el que se formula a partir de dispositivos institucionalizados de evaluación ” (Poggi, Margarita, 2008).
Los documentos nos muestran cómo los docentes tienen “ normas de excelencia abstractas” que se observan representadas en los mejores alumnos. Pero en la mayoría de los casos no se espera que ellos aparezcan en las calificaciones de los primeros bimestres, sino que van mejorando y así a la vez justifican la intervención docente hacia final de año, y sólo algunos logran la excelencia.

Un artículo para compartir : de Juan Delval http://www.mzapata.uncu.edu.ar/upload/delval1.pdf