Archivo por días: 10 agosto, 2013

¿Qué se puede reflejar en un Boletín desde lo instituido y lo instituible?

Las prácticas de evaluación no son más que un momento del proceso de enseñaje, donde se ponen de manifiesto todas las estrategias bilaterales entre docentes y alumnos para tratar de enseñar y lograr aprender contenidos que siempre estarán en los libros de una biblioteca, o en una base de datos de la web. ¿Enseñar contenidos o enseñar a aprender? ¿Enseñar a aprender y aprender a enseñar para poder evaluar? ¿Evaluar lo aprendido o aprender a evaluar? Cuanto peso sobre nuestra tarea que parece inagotable de responsabilidad. El boletín de calificaciones puede subir al sujeto a lo más alto o condenarlo al fracaso, sino tomamos la evaluación con el compromiso que nuestra tarea nos exige.

Si observamos los boletines de un curso, donde la mayoría de los alumnos están aplazados en las materias, seguramente comenzaríamos analizando el grupo, rescatando a los pocos aprobados y separándolos de las manzanas podridas, defendiendo nuestras prácticas profesorales y culpando primero a los sujetos que son lideres negativos, luego al sistema político social que los subvenciona, al sistema educativo y a los contenidos curriculares mal elegidos, a la familia que no colabora o no muestra ningún interés por la educación de sus hijos y porque no a las nuevas tecnologías que le restan horas de estudio y acarrean un desgano por el desarrollo intelectual en los alumnos; por último y una vez descartadas todas las posibilidades anteriores atribuibles al fracaso escolar, podríamos llegar a analizar la remota posibilidad de no motivar, llegar, incentivar, acompañar o simplemente poder enseñar a nuestros alumnos y cumplir con nuestra tarea. Los más obsecuentes aducirían el fracaso a la suma de todos estos puntos mencionados. Esto también se lee en los boletines y no siempre nos damos por aludidos, claro, el Boletín siempre estuvo asignado a informar sobre el rendimiento del alumno. ¿Podemos pensar quizás que también informa sobre nuestras prácticas?

“El Boletín y sus supuestas funciones”

Según el diccionario, el Boletín es una publicación periódica sobre un determinado campo del saber. Son sinónimos de Boletín: circular, periódico, gaceta, folleto, diario. Si nos remitimos al área de educación, el Boletín sería un indicador informativo que va reflejando en forma progresiva el recorrido académico de un sujeto en evolución. Estos cambios se informan mediante un marcador denominado “nota” que puede ser numérica en la mayoría de los casos o puede adoptar otras formas según circunstancias  o momentos especiales que generalmente están conexos a una época o período particular del Sistema.

La nota nos comunica directamente con la evaluación, otro gran discutido dentro de nuestro sistema. Esta evaluación debe ser un proceso integrado al de aprendizaje de los alumnos, motivado por el docente y no impuesto por el mismo, disfrutado por el alumno y reconocido debidamente por el que enseña. En una evaluación nada debe quedar sin analizar; no es necesario sacrificar saberes o hipotecar conocimientos; un buen docente debe siempre debe saber lo que cada alumno quiere decir en una evaluación.

La nota puede ser un estimulo, pero también puede generar cierto grado de responsabilidad. Puede proponer en forma implícita la necesidad de suscitar un cambio de actitud o puede ser motivadora. El boletín que refleja las notas obtenidas en un periodo de tiempo, es un instrumento cargado de calificaciones cuantitativas y no cualitativas,  contraposición que manifiesta,  que su uso está viciado de fisuras que lo cuestionan y lo interpelan permanentemente y lo han condenado en muchas oportunidades. Estas grietas son las que provocan sus cambios y modificaciones estructurales que siempre terminan trayendo a la mesa más dudas que soluciones, que se evidencian seriamente en la práctica y que no pueden ser sostenidas con argumentos teóricos pensados en una oficina, sino que obligan a transmutar los escritorios del asesoramiento para trabajar insitu, desde el campo educativo mismo.  De hecho, los boletines son elementos cuestionables y su permanencia en el tiempo no los exonera de ser factibles de cambios, sino que por el contrario, los condena permanentemente a repensarlos y modificarlos estructural y funcionalmente.

A pesar de todos estos supuestos, los boletines se han mantenido prácticamente inalterables a lo largo de la historia del Sistema Educativo, desde lo estructural y funcional, franqueando todas las reformas a nivel macro y reafirmando su permanencia a través del tiempo como verdaderos caudillos, sin rendirse se han vuelto a elegir una y otra vez como instrumento informativo y mecanismo de control cuantitativo. Es difícil imaginar cómo pudo este elemento, casi in inmutable transformarse en inagotable, sin poder ser reemplazado, pudiendo remapearse para sostenerse casi inalterable a todos los cambios epocales. Su impermeabilidad a las reformas educativas y su paradigmática naturalización nos llevan a cuestionarnos su aplicabilidad, ya que al no encontrar rivales que puedan derrotarlo, sigue siendo el   indiscutible favorito entre todos los sugeridos, que no le pueden dar batalla, hasta ahora. Los boletines pueden concentrar gran cantidad de información, producir grandes frustraciones en los alumnos y en la familia, generar sentimientos de conformidad, bienestar y hasta de resignación, habilitar estrategias de socialización, cuestionar a Alumnos, Docentes, Escuela y hasta el mismo Sistema Educativo, pueden dar respuesta pero también pueden engendrar grandes interrogantes, pero prevalecen, siempre están presentes y su función sigue siendo la misma para la que fueron puestos en práctica, para lo que fueron pensados. Son como aquella piedra en el zapato, que sabemos que esta pero que no sabemos porque esta, y sabemos que piensa permanecer ahí hasta que se decida lo contrario. Son como ese estigma que reaparece cada año como el año anterior y aunque no lo deseamos y no lo veamos “siempre esta”. No se rinde,  no se resigna, no descansa, se impone naturalmente y siempre se cuestiona, para bien o para mal, pero siempre está.

Los boletines escolares: entre lo dicho y lo no dicho.

Los boletines escolares, contienen la selección de disciplinas que en occidente se consideran importantes enseñar atendiendo a las lógicas, generalmente, de la cultura dominante. En ellos, aparecen las calificaciones de las materias que los estudiantes cursan en la escuela. Calificación es sinónimo de evaluación y ésta sinónimo de enseñanza y aprendizaje, como si estos procesos podrían sólo comprenderse a través de una calificación. Aquel canon de disciplinas permanece casi invariable tal como plantea Benavot, A. (2002:62) En el nivel primario, la mayor parte de los conocimientos escolares se definen en seis áreas temáticas que predominan casi universalmente: lengua, matemáticas, ciencias naturales, “ciencias sociales”, formación estética y educación física. Estas asignaturas escolares representan el núcleo curricular de la educación primaria y normalmente corresponden al 80-90% del total de las horas lectivas durante los seis primeros años de escolarización obligatoria.” Y también el núcleo básico o común en la Educación Secundaria, y sobre ellas se desarrolla, además, la Formación Docente. Estas disciplinas se evalúan, y se traducen en un número que los docentes volcamos en los boletines, configurando o “etiquetando” un tipo de sujeto que naturalizamos, según el éxito o el fracaso escolar, atribuible a cada individuo. En el “entre” bucearemos sobre lo no dicho en la cultura material de la escuela traducida, en este caso, en los boletines escolares.

 

Tonucci (1994) plantea la concepción de evaluación como calificación, etiquetamiento, informe, que se traduce en un número o un rótulo, en este sentido, cabe preguntarnos, ¿Qué entendemos por evaluación? ¿Por qué es tan importante la calificación? ¿Qué poder detenta la misma en manos de un docente acrítico? ¿La prueba, la representación que tenemos de un sujeto, la cantidad de saberes reproducidos literalmente, son sinónimos de aprendizaje escolar, de comprensión, de traducción de las tramas y experiencias que constituyen a un sujeto?.

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