La segunda imagen, en cambio, la utilizo para representar la sensación de que la era digital nos envuelve, nos hallamos hiperconectados.
Todas las entradas de: Silvia Graciela Bustos
La tecnología se hace cotidiana
Por último, en las dos imágenes últimas, propongo pensar la relación con la tecnología digital como una suerte de dependencia de la que es difícil eludirse. En la imagen que representa a las empleadas, al margen del efecto humorístico, vale también para mostrar que la tecnología otorga poder al que la posee y la sabe utilizar, rodeándose de un halo de superioridad (¿o quién no debió volverse a su casa luego de que en una dependencia pública le anunciaran la caída del sistema y la incertidumbre respecto de la restitución del mismo?).
La tecnología revoluciona el mundo editorial
Este artículo hace un recorrido de los soportes de la letra escrita y sus implicaciones, comenzando con los antiguos papiros y llegando al libro digital. Examina de una manera interesante las implicaciones de esta renovación en los proyectos editoriales.
http://www.lavanguardia.com/libros/20121008/54352376701/tecnologia-revolucione-mundo-editorial.html
¿SUJETOS DIGITALES?
Cuando recorremos las escenas narradas y las atravesamos con los aportes bibliográficos, lo primero que se nos viene a la mente es preguntarnos quiénes son los sujetos escolares que transitan las aulas en esta era digital y cuáles son las prácticas pedagógicas apropiadas para habilitar experiencias significativas para nuestros estudiantes a los fines de que puedan distanciarse de su entorno y posicionarse de manera crítica y transformadora frente al entramado digital.
Pensamos, entonces en que la concepción de sujeto ha cambiado desde los momentos de expansión de la escuela (cuya impronta inicial se sigue manteniendo en muchos aspectos) y ahora se evidencia un nuevo modo de sujeción, vinculada a los medios, la pantalla y las redes. Una concepción de sujeto pensada desde la cultura digital pero también desde la cultura escolar; ésta se revela diferente de la cultura digital, por cuanto la escuela ha sido gestada y se ha mantenido constante en cuestiones que tienen que ver con la solidez moderna.
La escuela ha visto incrementado notablemente el ingreso y la permanencia de los sujetos dentro de ella; la escuela se ha masificado en las últimas décadas. La escuela se “ha ido transformando en función de la ampliación del acceso y las nuevas exigencias que le imprimen los cambios de época” (Urresti, 2013), quien visualiza al colectivo de adolescentes y jóvenes como un grupo en transición. Las transformaciones culturales (transformaciones familiares, por ejemplo, vinculadas con la revolución sexual y afectiva, al decir de Urresti) afectan las transiciones juveniles, como pueden ser las instancias de socialización primaria y secundaria.
Los cambios se han sucedido de manera acelerada en los últimos 50 años. Las novedades tecnológicas han impactado notablemente en la vida cotidiana y han modificado las prácticas sociales cotidianas. Entre otros cambios, se han transformado los modos de acceder al conocimiento y esto impacta directamente en la escuela. Los sujetos se ven transformados por las nuevas tecnologías en tanto éstas se incorporan como nuevos conocimientos pero también en tanto se han constituido e nuevos medios para acceder al conocimiento, en nuevas herramientas.
Flavia Terigi recuerda que “estudiar era sentarse a la mesa con un libro lápiz en mano y ahora es estar del otro lado de la pantalla resaltando con una función del procesador de textos las ideas que nos interesan y linkeando hacia reservorios de información donde aparecen textos que no se buscan en la biblioteca popular, ni se compran, ni se fotocopian”.
La escuela pone a las nuevas generaciones en contacto con el reservorio cultural de la humanidad y lo hace de distintas maneras según la época: en algunas sociedades orales, mediante composiciones mnemotécnicas, mediante la tecnología de la escritura y hoy en día a través de medios digitales.
ESCENAS DEL ACONTECER DIGITAL
La primera escena que propongo trabajar es la que corresponde a mi primer contacto con la computadora. Cuando comencé a transitar mi escuela secundaria, en una escuela privada católica (casi la única oferta educativa de nivel medio de la pequeña localidad en la que transcurrió mi adolescencia), se hablaba cada vez más del ingreso de la computadora como herramienta educativa y se sospechaba que una formación que se preciara de completa debía incluir tales nociones. En este sentido fue que las autoridades de mi escuela redoblaron esfuerzos y adquirieron unas quince máquinas (si mal no recuerdo unas Compaq 286, último lanzamiento al mercado), cuyo sistema operativo resultaba bastante complicado. Simultáneamente con la compra, se envió a las profesoras de Matemática a realizar una capacitación en la vecina localidad de Río Cuarto, principal centro de formación de la región. Luego de tres meses de “formación” llegaron con un nutrido material respecto de las “máquinas”, que transcribimos en nuestras carpetas, con una carátula de COMPUTACIÓN. Nos sentíamos que estábamos ingresando al siglo XXI de manera acelerada, aunque no percibíamos demasiada utilidad en aquello que íbamos aprendiendo.
Algunos datos curiosos de la escena: las máquinas fueron colocadas en lo que era la biblioteca, una hermosa biblioteca, con maravillosas colecciones de libros, muchos clásicos, mucha historia, mucho arte, mucha cultura. Para ello, se descolgaron algunos cuadros que engalanaban el espacio, de paredes celestes, y se destinó a los libros la mitad del espacio, sacándose las mesas y sillas que servían para ir a leer a la biblioteca. Si leemos el hecho a la distancia, podríamos pensar que ya las monjitas sospechaban el tremendo reemplazo de la palabra escrita que significaría algún día la presencia de la pantalla, aunque en ese entonces no fueron más que elementos de marketing para atraer a nuevos alumnos.
Por otro lado, la computadora constituyó un contenido más para copiar y estudiar, no una herramienta educativa. Nunca supimos bien para qué servía, y no lo sabríamos hasta la llegada de Microsoft y del tan bien ponderado Google.
La segunda escena también remite a mi experiencia personal y tiene que ver con un segundo ingreso a la “era digital”: a fines del año ’93 concluí el profesorado y alguien me inspiró la tentación de postularme a una beca para continuar estudios de posgrado. Lamentablemente, había que completar los datos de manera digital, amén de la copia papel. La tarea no era sencilla, puesto que no había tenido contacto con ella, más que mi incipiente coqueteo con la informática del tercer año del secundario.
La facultad contaba con un gabinete de computación, con cuatro máquinas, y un experto que hacía las veces de tutor para cualquier duda que tuviéramos. Fue así que me adentré en la sala y le fui haciendo preguntas, desde “¿cómo la prendo?” hasta llegar a la impresión del documento. Lo primero que me llamó la atención fue la posibilidad de justificar los márgenes y la interlineación automática, léase no tener que hacer el crack crack con la palanca de la Olivetti Lettera, ni hablar de la posibilidad de corregir sin descartar la hoja. Pensaba, en esa época, que la computadora no tendría más ventajas que esas para ofrecerme. Veinte años después debo reconocer mi error, el mismo que cometí cuando pensaba que los viejos Tango 300 serían un lujo pasajero, reservado sólo a las clases acomodadas. Cuando veo a los jóvenes de la escuela secundaria, sin demasiadas posibilidades económicas, manipular sus Blackberries, adquiridos en cuotas a partir de que perciben la imperiosa necesidad de estar conectados todo el día, me doy cuenta de que las mentalidades juveniles han cambiado. Y han cambiado porque ha cambiado la época, porque las percepciones no son las mismas, debido a que el entorno se ha transformado. La era digital nos depara muchas sorpresas seguramente, algunas de las cuales terminaremos por rechazar.
Educarse en la era digital
La relación del individuo con el conocimiento antes y hoy en día: en otras épocas era necesario acumular información para ser utilizada luego; hoy, existe una superoferta de información. Se habla también de la concepción del conocimiento. Me parece fundamental hacer referencia a la relación de los sujetos con el conocimiento cuando hablamos de sujetos escolares.
Rodeados de tecnología
Los comienzos
Enseñar y aprender en la cultura digital
Nos encontramos hoy inmersos en una era digital. La imagen, las redes, la hiperconexión son quizás las principales huellas de un fenómeno contemporáneo que desde hace unas pocas décadas se viene manifestando y que impacta sin dudas en la escuela, en sus prácticas y sus discursos. En este sentido me parece interesante indagar de qué manera se ven afectados los sujetos escolares.
Personalmente, y desde el campo de estudio de los discursos sociales, me han interesado desde hace tiempo los procesos de conformación de las identidades de los sujetos; vale decir, las experiencias que los constituyen en cuanto tales y las formas en que manifiestan las particularidades epocales. Los sujetos que habitan las escuelas o, al menos, transitan por ellas se encuentran atravesados por la cultura digital en distinta medida: los niños y jóvenes, nativos digitales como se insiste en señalar, y los docentes, inmigrantes (obligados a veces) que han debido reconvertir sus métodos, sus saberes y sus modos de enseñar.