En la sala de profesores de una escuela de enseñanza secundaria, una docente relataba sus sensaciones frente a un hecho que vivenció con sus alumnos de 3° 1ra. Su narración ponía el acento en lo ético de las páginas de internet. La carencia de filtros para resguardar ciertos contenidos, evidenciaba para ella la despersonalización que impulsan ciertas prácticas de la virtualidad. El hecho concreto, objeto de su “angustia profesional”, era que unas alumnas del curso le comentaron que algunos de sus compañeros habían encontrado una página web con el nombre de la materia, donde se podían encontrar fácilmente trabajos prácticos, resúmenes, evaluaciones y tareas resultas por otros alumnos en años anteriores, tanto de esa institución como de otras. Había allí también, foros de intercambio entre los mismos estudiantes sobre cómo convenía presentar cada cosa. Por ejemplo, “si la cursás con Manfredi ponele algunas citas al pié” “a López le copas las imágenes, así que para el punto 1 buscate alguna de google que re van!”. Para la profesora el desconcierto giraba en torno a que, probablemente, muchos de los trabajos que estuvo corrigiendo (vaya a saber desde cuándo) habían sido extraídos de allí con buenas estrategias de los alumnos para evitar ser descubiertos. Tomó entonces la decisión de revisar el famoso sitio web y efectivamente, allí encontró algunos de los trabajos que ella diseñó, exámenes que tomó y, para su sorpresa, también los que desaprobó! De modo que verdaderamente el sitio reunía todo, inclusive lo que no debería estar (para conveniencia de los alumnos). Los colegas le aconsejaron que no tendría sentido denunciar a los alumnos porque, seguramente, los administradores migrarían el contenido a otro sitio. Sin embargo le recomendaron seguir el funcionamiento de la web para advertir situaciones como las experimentadas.