Como sabemos, las TICs no se reducen a las computadoras y teléfonos inteligentes. Son mucho más que esos dos artefactos. De la misma manera, la enseñanza y el aprendizaje trascienden las relaciones que puedan establecerse en el seno de un aula. A partir de las dos experiencias presentadas, queremos problematizar dos ejes: el vínculo que los estudiantes construyen con el conocimiento (los saberes) a partir de las relaciones con la tecnología y las formas (las prácticas) en que se desencadenan los aprendizajes a partir de las experimentaciones que este dispositivo desencadena.
Respecto al primer punto, sería conveniente remitirse a lo que Guillermina Tiramonti denomina “cambio de paradigma cultural” para comprender la incertidumbre que subyace en las prácticas docentes al momento de traer nuevos dispositivos al aula. La enseñanza es un acto de carácter comunicativo y es allí donde está anclada la revolución que desafía a las formas escolares, porque las obliga a replantear sus preceptos. La evolución de los sistemas de comunicación e información han reorganizado el acceso al saber y a la cultura. Entonces, solamente si la escuela asume a los medios como dimensión estratégica de la cultura –sigue sosteniendo la autora- podrá interactuar con los campos emergentes de experiencia que surgen de la reorganización de los saberes, los flujos de información, las redes de intercambio y con la “hibridación de las ciencias y las artes”. En relación a la primer escena, hay una cuestión sobre la que es necesario detenerse y es que cuando decimos que la escuela debería proporcionar herramientas para que los alumnos se conviertan en una suerte de decodificadores simbólicos de los flujos información que circulan en la mediatización de la cultura y las formas de vida, queremos decir que son los adultos responsables de la educación de los sujetos más jóvenes los que deben buscar las alternativas en los modos de alfabetización para favorecer el desarrollo de las capacidades cognitivas necesarias para realizar esas operaciones. Afirma Carina Lion en una entrevista, que “la confusión entre información y conocimiento es otro gran tema para los docentes. Lo que circula por internet es información y es tarea de los pedagogos transformarla en conocimiento, en redes de sentido, en redes cognitivas con significatividad. “No es una tarea menor y es responsabilidad de una brújula pedagógica que impida los naufragios en la red y permita entender que internet es una fuente más de información que debe contrastarse con otras”.
Este proceso hay que desatarlo en las prácticas de enseñanza para evitar que se produzca una “brecha digital” que devenga en desigualdad y exclusión. Es parte de incluir e integrar a todos en la escuela y también es un Derecho el de tener acceso (que es más complejo que solamente “ver”) a las redes y medios que son canales de cultura que la escuela transforma es saberes socialmente valorados. La cultura escolar ha incorporado a la cultura digital para que el proyecto de la escuela siga siendo por excelencia, el lugar de encuentro con el saber; porque –en términos de Marisa Massone- “han cambiado las formas en que se lee y se escribe, pero no ha cambiado el carácter privilegiado de esas prácticas”.