El eje seleccionado nos convoca a analizar y reflexionar sobre la complejidad que reviste pensar la evaluación tomando como referencia los boletines escolares, que constituyen un elemento de comunicación y puente entre los docentes, los alumnos y los padres y son un aspecto de la cultura escolar y un elemento visible de la cultura material.
Me interesa poder repensar como nos posicionamos, que representaciones portamos los docentes y que sentido le otorgamos a la evaluación, siendo que el alumno obtiene como resultado de la evaluación una nota que se traduce luego, en calificación y que se manifiesta en el boletín.
En relación al proceso de enseñanza y aprendizaje hay dos cuestiones importantes para situar: por un lado repensar si nuestras concepciones de evaluación reflejan ese proceso, teniendo en cuenta el sujeto escolar en su trayectoria real o bien creemos que es así y seguimos sosteniendo un enfoque tradicional. Me pregunto ¿El docente reflexiona sobre su formación y atiende a un pedagogía más innovadora para pensar la enseñanza? ¿los alumnos trabajan para la nota? Tal vez el boletín nos facilite develar con su formato las contradicciones que subyacen a nuestras concepciones y que resultan más evidentes de lo que pensamos.
Escena 1
En una escuela secundaria una profesora de psicología les dice a los alumnos: para finalizar el primer trimestre tienen que hacer una monografía sobre “la historia de psicología” sepan que con este trabajo cerraré la notas…
Los alumnos hacen el trabajo, la mayoría lo entrega en el tiempo previsto, la profesora corrige los trabajos y cuando los alumnos reciben los trabajos observan que la mayoría está aprobado con 7.
Una alumna pregunta,”¿Profesora por qué me puso un siete en mi trabajo si no tengo correcciones?”
Otro alumno dice, “Estoy aprobado, ¿esta nota va al boletín?”
La profesora les dice, “Los trabajos aprobados estaban bien, no se quejen están aprobados.
Una alumna dice en voz baja,”Para mí que ni leyó los trabajos.”
Escena 2
Un adolescente recuerda: Mi mamá siempre dice:
– Cuando estabas en cuarto de primaria tus calificaciones eran excelentes, ¿por qué has cambiado?
Reconozco que no soy buen estudiante, contrario a lo que mucha gente cree, mis calificaciones son tan solo regulares. Y es que cuando cursaba el cuarto curso no tenía los mismos intereses. Ahora tengo amigos, antes solo eran compañeros de clases, hablo por teléfono, navego en internet, leo algunos libros, escribo y tengo, casi con carácter de obligatoriedad.
Pienso que los días de colegio deberían ser más simples y prácticos y enfocarnos en temas que sean de utilidad para nuestra vida diaria y futura actividad laboral.
Hablé con algunos adultos y les pregunté si en sus jornadas de trabajo diario tenían que sacarle la raíz cuadrada algún número primo, o si le ha sido de utilidad para un aumento de sueldo saber la longitud territorial de África, o peor aún, cuándo han usado papel maché en su oficina.
¡Pues no!, esas cosas te obligan aprenderlas en el colegio y jamás las vuelves a escuchar.
Ya sé lo que dirá mi mamá al leer estas líneas:
– Eso es cultura general, Federico, y es muy importante, sobre todo para ti que quieres ser escritor.
Pero, mientras tanto es una mortificación y con tantos temas es casi imposible mantener buenas calificaciones.