Hay señales que la cultura escolar fuertemente vinculada con la escuela tradicional está cambiando. Ese cambio se manifiesta en las prácticas que se producen en las relaciones que los sujetos establecen con el mundo en su materialidad. Sin embargo, algunas prácticas en torno a los boletines parecieran permanecer en el tiempo al igual que los relojes pintados por Dalí siguen perfectamente verosímiles marcando la hora, supuestamente en torno a las 18:00.
A pesar de ese rasgo distintivo que marca una regularidad y continuidad, los relojes como la memoria se han reblandecido por el paso del tiempo. En un fiel rechazo de pensar el tiempo como una influencia sólida y determinista. Sobre ese tiempo estructurado que marcan los relojes, irrumpe la estructura blanda señalando la presencia indiscutible de lo vivencial, lo no racional… aquello que no puede ser controlado porque simplemente sucede.
De la misma manera, al indagar en los formatos de los boletines puede divisarse algunos intersticios que vislumbran rupturas y quiebres, marcas personales que van más allá de las regulaciones dispuestas.