Primera escena
“Clarita llegó de la escuela, dijo que no quería comer y se metió en su cuarto. Le toqué la puerta y le pedí que me dejara pasar. Clarita entreabrió la puerta para que entrara e inmediatamente la cerró, asegurándola con la silla, la mochila y el perchero.
– ¿Clarita qué te pasa? –le pregunté. Ella sin mirarme sacó del cajón de la mesita de luz la “evidencia” fatal y rotunda. Era una prueba de matemáticas con dos rojos en el margen izquierdo.
– Todavía no entiendo cómo me pasó esto – me confesó con voz entrecortada.- Yo había estudiado con Maitén, y ella se sacó un nueve y un ¡muy buen trabajo! Escrito por el maestro. Clarita cerró los ojos y al abrirlos volvió a mirar el examen. Para su desesperación el número dos seguía allí…
– Si no me hubiera puesto tan nerviosa, si no me hubiera olvidado la regla, si justo en la mitad de la prueba no se me hubiese quebrado la punta del lápiz negro y si no hubiera perdido tanto tiempo esperando que alguien me prestara un sacapuntas. Su voz era cada vez más bajita, me costaba entender lo que decía, pero no la quería interrumpir.
– Si el maestro no hubiera tenido tanta cara de malo, si el timbre hubiese sonado más tarde…
– No le digas nada a mi papá. Si me pregunta le voy a decir que todavía no tengo la nota….
– Y si le digo la verdad y no me deja ir al cumpleaños de Martín. Tía, por favor no le digas la verdad.
– Está bien… Pero me parece que ahí llegó tu papá. Vamos que si no va a sospechar
– Salimos del cuarto. Clarita fue a recibir a su papá y yo me fui al patio con el abuelo que estaba regando las plantas. Cuando escuché el llanto de Clarita volví para la cocina.
Los encontré a los dos abrazados. El papá les decía que no era para tanto, que ese fin de semana él se iba a sentar con ella a estudiar para el recuperatorio y que no quería que llorara por eso. Clarita se puso a llorar aun más fuerte. Miró los ojos de su papá y se escondió entre sus brazos”.. ..
Me pregunto si en lugar de una prueba de matemática, Clarita hubiese traído el boletín de calificaciones con rojo en algún casillero ¿la reacción del padre hubiese sido la misma?
Adaptación realizada de un relato del libro de Mendez Laura y Diaz, Victor (2.007) Clarita del Sur. Historias increíbles pero ciertas de la Patagonia, Neuquén, Ediciones Pido la palabra, p.81, 82.
Segunda escena:
“Las maestras/os estaban movilizadas, la vida cotidiana escolar había cambiado su ritmo habitual ese día. Es que, se entregaban los boletines del primer trimestre y las mamás y papás concurrirían a la escuela. La directora organizaba los espacios y los tiempos para recibir a los padres, las maestras la agenda de la reunión. Reinaba cierta inquietud en el ambiente escolar.
Las reuniones con los padres habían sido programadas en los horarios de “las horas especiales”, para que las maestras estuvieran disponibles para la coordinación de estos encuentros.
– Los padres (muchas madres) esperan en la puerta del aula.
– La directora recorre la escuela supervisando que todo estuviera “en orden”.
– La maestra entrega los boletines a los papás y luego algunos se acercan para realizar preguntas o consultas; otros desean que la maestra les informe en forma oral los logros o dificultades de sus hijos, otros piden aclaraciones sobre algunos aspectos considerados “poco claros” en el boletín.
– La Maestra, luego de dar precisiones acerca del boletín – su cuidado, fecha de devolución con la respectiva firma del adulto responsable, el valor de documento que porta el mismo-, da por finalizada la reunión.
– Sentada en su escritorio, para mitigar en parte el estrés que le genera este tipo de encuentros, se pregunta: ¿por qué los papás de Javier, Roxana y Miguel, que eran los que necesitaba imperiosamente que vinieran, no lo hicieron?”.