Archivo de la categoría: Emociones

Las emociones asociadas al boletín

“Los afectos no obstaculizan la enseñanza, humanizan la educación”.

Me parece muy interesante realizar un análisis pedagógico respecto al lugar que ocupan las emociones dentro de la escuela, la relación existente, o no, entre los sentimientos y la educación.

Considero que no solo en la educación y el cuidado de los niños y jóvenes, el vínculo afectivo es condición de posibilidad de la tarea de educar. Ya que, en todas las circunstancias de la vida y demás relaciones humanas, la capacidad de ser afectados por el otro, involucrarse, es posibilidad de reconocimiento, representación, contención etc. La vinculación afectiva dentro de una institución salializadora, como lo es la escuela, nos compromete con la tarea  que realizamos, formar a los alumnos de todos los niveles (primario, secundario y terciario) como sujetos críticos y capaces de relacionarse con los demás.

Creo que es importante pensar y discutir sobre este tema porque por siglos ha existido una concepción hegemónica  sobre “el rol de maestro”, “lo profesional” que desconfía de los sentimientos y los afectos en el plano educativo. El amor aparece como un obstáculo  ante la objetividad de las calificaciones y la calidad de la enseñanza en general. Un vinculo desafectivizado con el otro, implica la objetivación del otro, la deshumanización del alumno.

Es por eso que los afectos, los sentimientos juegan un papel fundamental en la educación, ya que hoy en día, puede llegar a ser la escuela la única institución contenedora, que debe demostrar preocupación y cuidado por los alumnos.

A modo de reflexión:

A partir de este análisis pedagógica planteo cuestionar la función que tiene el boletín escolar, las notas reflejada las consecuencias emocionales que producen en la subjetividad de los alumnos, ya sean niños o adolescentes.

Recordando que el boletín escolar desde sus orígenes fue utilizado como un mecanismo de control, objetivando al alumno a partir de la nota, es así como la escuela les ha enseñado a competir con el otro, y a estar separados entre sí, considerando al otro no como su compañero sino como su rival. Memorizando no solo los contenido, sino también  que el docente es el quien educa, sabe, habla, disciplina, opta y prescribe su opinión, escoge el contenido, y los alumnos solo son, quienes jamás son escuchados , colocándolos en un rol pasivo de meros objetos que se adaptan a la situación, solo así, a través de la obediencia, se garantiza obtener “una buena nota final”, y es  como por medio de una “ calificación” lo alumnos son victimas del abandono, del maltrato y el desconocimiento de su propio potencial, de sus sentimientos, gustos, deseos y pensamientos.

Es por eso que insisto en plantear la necesidad de un nuevo paradigma educativo, que contemple lo afectivo, en esa relación escuela y cuidado de los alumnos.

Creo que se debe ampliar el rol del docente , dejar de ser vistos solo como transmisores del saber y controladores del disciplinamiento, sino que debemos darles a los educandos herramientas  para que sean personas con opinión, transmitirles conocimiento desde el amor y la comprensión, y explicarles diariamente  el respeto que deben tener por ellos mismos y por los otros.

Ayudarlos a formarse en el ámbito solidario, donde el intercambio entre pares afiance la pertenencia  a un grupo para revertir el rechazo que muchas veces recibe de la sociedad.

Es por eso que considero, desde mí rol como pedagoga social,  que es importante incorporar una educación social como práctica educativa, que tenga como principal objetivo cuidar al alumno desde lo afectivo, a través de una acción socioeducativa propuesta desde la escuela y ejercida no solo por docentes y alumnos, sino también comenzar a involucrar a las familias, como didáctica de lo social.

Entiendo que en la sociedad actual, y con las problemáticas sociales que se presenta, es fundamental que se priorice la socialización, como así también la adquisición de competencias sociales (la incorporación del sujeto de la educación a la diversidad de las redes sociales, entendida como el desarrollo de la sociabilidad y la circulación social) para una formación integral de los alumnos que les posibilite la participación cultural y social.

Este tipo de educación social contempla lo emocional, ya que forma parte de una educación integral del niño o adolescente, en donde ellos mismos puedan desarrollar la capacidad de sensibilidad , de expresar su vida afectiva, sus emociones y sentimientos, y acá en donde la escuela tiene un papel fundamental ya que  debe brindar la oportunidad de establecer un vínculo más directo a través de actividades artísticas que le enseñen a expresarse, y a su vez,  ayuden a crear nuevos lazos sociales al alumno con sus propios compañeros y con el docente.

El alumno mismo podrá desarrollar habilidades, destrezas y hábitos que serán transferibles a otras áreas de educación, trabajando conjuntamente y  comprometidos con estos valores sociales, como la afectividad y la comprensión del otro, desde una perspectiva interdiciplinar y transdiciplinar, teniendo en cuenta el proceso del alumno en su aprendizaje, y no, la calificación o nota final.

 

niño con alas.

Los boletines escolares como “objetos-huella” de la escuela

Las y los docentes hemos intentado, a lo largo de los años, favorecer los aprendizajes de las/os estudiantes, acompañarlos y guiarlos en sus procesos; medir, comprobar, comprender los resultados obtenidos a través de las prácticas de exámenes, evaluaciones y realizar el registro de los resultados en soportes materiales escritos como boletines u otros registros. Esta última práctica, se tornó tan cotidiana que pocas veces nos detuvimos a pensar, a develar los mecanismos inscriptos en la misma y los efectos que el boletín produce, como parte de la cultura escolar, en los diversos sujetos.

Un análisis más reflexivo y menos ingenuo, de los “objetos-huellas” de la escuela, en palabras de Antonio Viñao (2008), permite considerarlo como un productor de efectos o como dispositivo escolar.

El concepto de “dispositivo”, tiene un referente teórico en las ideas del filósofo Michel Foucault, quién entiende por dispositivo un conjunto heterogéneo de elementos: discursos, diseños arquitectónicos, reglamentos e instituciones a través de los cuales es posible describir las relaciones de poder y de saber. De este modo, los dispositivos “controlan” a los sujetos implicados en las prácticas pero, en algún sentido, los “producen”.

Si el boletín en su diseño, contenidos y formatos es un dispositivo emanado de los cuerpos administrativos y de políticas educativas nacionales y/o provinciales, fueron elaboradores con menores o mayores niveles de participación de los actores educativos en función de los contextos históricos, su historia es en parte la de las políticas educativas pero es también “un poco la historia de la escuela, de sus modelos de organización pedagógica y didáctica” (Viñao, Antonio;2008: 29). Se constituye, muchas veces, en un campo de disputas entre las visiones de los órganos de política educativa, los directivos y maestros, los niños y las niñas que pueblan cotidianamente las escuelas y las familias. Estos dispositivos son significados de manera diversa por los actores educativos y, lo educativo, como sostiene Silvia Finocchio (2010),“se inventó también en el día a día, en la relación del Estado con las prácticas de los sujetos, produciendo cambios y movimientos en los imaginarios, abriendo un espacio propio en un orden impuesto y haciendo de la práctica cultural cotidiana algo concerniente a las relaciones de fuerza que estructuran el campo educativo” . En esas disputas, los boletines fueron sufriendo cambios y produciendo sujetos escolares.

Como veníamos diciendo, los efectos que produce el boletín escolar, trasciende la vida escolar; ingresa en la vida cotidiana de las familias, que en muchas ocasiones son las que deben ir a retirarlo, firmarlo, y desde este lugar de participación y/o culpabilización, asumen o no, la responsabilidad de los logros o fracasos educativos de sus hijos/as.

En ese sentido, pensar los boletines, como dispositivo producido en la escuela pero que trasciende lo escolar, permite reflexionar sobre la cultura escolar donde se inscriben, sobre los usos y sentidos otorgados por docentes, directivos, estudiantes, padres/madres que interactúan en la escuela desde diferentes situaciones de poder.

“Las maestras/os estaban movilizadas, la vida cotidiana escolar había cambiado su ritmo habitual ese día. Es que, se entregaban los boletines del primer trimestre y las mamás y papás concurrirían a la escuela”
Las reuniones con padres, modifican la cotidianeidad escolar. Hay que diagramar tiempos y espacios; las maestras/os organizan una agenda de la reunión con la intención de planificar y anticipar posibles conflictos. Si la reunión es para entregar boletines los esfuerzos son mayores. ¿Cuáles pueden ser esos conflictos? ¿Por qué?¿Cuál la disputa?

“La maestra entrega los boletines a los papás y luego algunos se acercan para realizar preguntas o consultas; otros desean que la maestra les informe en forma oral los logros o dificultades de sus hijos, otros piden aclaraciones sobre algunos aspectos considerados “poco claros” en el boletín”.
La entrega de boletines es, tal vez, de las pocas veces que se convoca a los papás a las escuelas primarias (convocatoria que no se fundamenta en el pedido de colaboración).
Estos “encuentros” pueden hablar de “desencuentros”, cuando:
-La nota no consigue comunicar a los padres la multiplicidad de aristas asociadas al desempeño de sus hijos.
– No consiguen decodificar los signos elaborados por la cultura escolar, para la calificación de los estudiantes.
– La nota no es la esperada. (Stagno, Leandro; 2013: síntesis realizada a partir de los aportes en el foro de Prácticas I)

“La Maestra, luego de dar precisiones acerca del boletín – su cuidado, fecha de devolución con la respectiva firma del adulto responsable, el valor de documento que porta el mismo-, da por finalizada la reunión”
El boletín es significado por la cultura escolar como documento público del (probable) desempeño de los estudiantes, por eso requiere ciertos cuidados. Durante el año escolar, los boletines deben permanecer bajo la custodia de los responsables administrativos de las escuelas, los padres lo llevan a sus hogares para la firma, luego deben ser devueltos en el mismo estado en que fueron entregados.
Los boletines deben ser firmados por “padre-madre o adulto responsable”. ¿Cuál es el sentido de la firma del boletín?
Por último, otra de las reflexiones que me atraviesan – y seguramente serán desarrolladas en próximos escritos- es ¿cuál es el sentido del boletín para los estudiantes? Y ¿Para los padres, ya en sus hogares?.

Escenas

Primera escena

“Clarita llegó de la escuela, dijo que no quería comer y se metió en su cuarto. Le toqué la puerta y le pedí que me dejara pasar. Clarita entreabrió la puerta para que entrara e inmediatamente la cerró, asegurándola con la silla, la mochila y el perchero.
– ¿Clarita qué te pasa? –le pregunté. Ella sin mirarme sacó del cajón de la mesita de luz la “evidencia” fatal y rotunda. Era una prueba de matemáticas con dos rojos en el margen izquierdo.
– Todavía no entiendo cómo me pasó esto – me confesó con voz entrecortada.- Yo había estudiado con Maitén, y ella se sacó un nueve y un ¡muy buen trabajo! Escrito por el maestro. Clarita cerró los ojos y al abrirlos volvió a mirar el examen. Para su desesperación el número dos seguía allí…
– Si no me hubiera puesto tan nerviosa, si no me hubiera olvidado la regla, si justo en la mitad de la prueba no se me hubiese quebrado la punta del lápiz negro y si no hubiera perdido tanto tiempo esperando que alguien me prestara un sacapuntas. Su voz era cada vez más bajita, me costaba entender lo que decía, pero no la quería interrumpir.
– Si el maestro no hubiera tenido tanta cara de malo, si el timbre hubiese sonado más tarde…
– No le digas nada a mi papá. Si me pregunta le voy a decir que todavía no tengo la nota….
– Y si le digo la verdad y no me deja ir al cumpleaños de Martín. Tía, por favor no le digas la verdad.
– Está bien… Pero me parece que ahí llegó tu papá. Vamos que si no va a sospechar
– Salimos del cuarto. Clarita fue a recibir a su papá y yo me fui al patio con el abuelo que estaba regando las plantas. Cuando escuché el llanto de Clarita volví para la cocina.
Los encontré a los dos abrazados. El papá les decía que no era para tanto, que ese fin de semana él se iba a sentar con ella a estudiar para el recuperatorio y que no quería que llorara por eso. Clarita se puso a llorar aun más fuerte. Miró los ojos de su papá y se escondió entre sus brazos”.. ..

Me pregunto si en lugar de una prueba de matemática, Clarita hubiese traído el boletín de calificaciones con rojo en algún casillero ¿la reacción del padre hubiese sido la misma?

Adaptación realizada de un relato del libro de Mendez Laura y Diaz, Victor (2.007) Clarita del Sur. Historias increíbles pero ciertas de la Patagonia, Neuquén, Ediciones Pido la palabra, p.81, 82.

Segunda escena:

“Las maestras/os estaban movilizadas, la vida cotidiana escolar había cambiado su ritmo habitual ese día. Es que, se entregaban los boletines del primer trimestre y las mamás y papás concurrirían a la escuela. La directora organizaba los espacios y los tiempos para recibir a los padres, las maestras la agenda de la reunión. Reinaba cierta inquietud en el ambiente escolar.
Las reuniones con los padres habían sido programadas en los horarios de “las horas especiales”, para que las maestras estuvieran disponibles para la coordinación de estos encuentros.
– Los padres (muchas madres) esperan en la puerta del aula.
– La directora recorre la escuela supervisando que todo estuviera “en orden”.
– La maestra entrega los boletines a los papás y luego algunos se acercan para realizar preguntas o consultas; otros desean que la maestra les informe en forma oral los logros o dificultades de sus hijos, otros piden aclaraciones sobre algunos aspectos considerados “poco claros” en el boletín.
– La Maestra, luego de dar precisiones acerca del boletín – su cuidado, fecha de devolución con la respectiva firma del adulto responsable, el valor de documento que porta el mismo-, da por finalizada la reunión.
– Sentada en su escritorio, para mitigar en parte el estrés que le genera este tipo de encuentros, se pregunta: ¿por qué los papás de Javier, Roxana y Miguel, que eran los que necesitaba imperiosamente que vinieran, no lo hicieron?”.

Los boletines escolares como “objetos-huellas de la escuela

Las y los docentes hemos intentado, a lo largo de los años, favorecer los aprendizajes de las/os estudiantes, acompañarlos y guiarlos en sus procesos y medir, comprobar, comprender los resultados obtenidos a través de las prácticas de exámenes, evaluaciones y realizar el registro de los resultados en soportes materiales escritos como boletines u otros registros.
En el marco de la cultura escolar, la historia de los “objetos-huellas” de la escuela, en palabras de Antonio Viñao, “es un poco también la historia de la escuela, de sus modelos de organización pedagógica y didáctica”. (Viñao, Antonio;2008: 29) .
Los boletines como objetos materiales producidos por la escuela, dejan huellas, marcas, señas en sus destinatarios. En ese sentido, pensar los boletines, como dispositivo producido en la escuela pero que trasciende lo escolar, permite reflexionar sobre la cultura escolar donde se inscriben, sobre los usos y sentidos otorgados por docentes, directivos, estudiantes, padres/madres que interactúan en la escuela desde diferentes situaciones de poder. Si este dispositivo surge para registrar “las notas”, pueden producirse situaciones de competencia y exposición de los sujetos ante los adultos. La competencia suele activar una invención que asume la fuerza de un saber social de significativa relevancia y alcance: la presunción de un estado de igualdad originaria, y con ello anular las miradas hacia las diversidades y las desigualdades. A su vez, los boletines, pueden constituirse en una puerta de entrada al análisis de la participación de los estudiantes y padres en las escuelas desde el cuestionamiento sobre quines son los destinatarios del mismo y el sentido de la firma de un mayor, tutor y responsable.
Este trabajo se propone realizar una primera aproximación al tema de los boletines desde el eje: los sujetos escolares y el boletín.
Cómo representan los boletines a los sujetos escolares y tensionarlo, a su vez, con las maneras en que son representados en discursos y prácticas en el interior de la institución formadora.

Desde hace dos años, realizamos un convenio de integración con una escuela de educación especial. Por lo tanto, tenemos algunas “libretas compartidas”, en las que ambas instituciones acuerdan y establecen la nota final del alumno con una escala y objetivos diferentes. Esto me genera una gran contradicción: hasta qué punto integrar es hacer una libreta diferente? Si creo que cada persona realiza un recorrido particular, en un tiempo que le es propio, y considero que evaluar tiene que ver con monitorear ese proceso, por qué hacer una libreta diferente? Si en definitiva, todos somos diferentes, es que hay algunos más diferentes que otros?

Se dice de mi…

Por Victoria Veronesi

“Se dice de mí…”

Probablemente no exista otro elemento al interior de la trama de escolarización formal, tan implicado con las emociones de los sujetos como lo es el boletín de calificaciones. Allí se cristalizan expectativas, miedos, fracasos, ansiedades, desintereses, arbitrariedades, síntesis, cuantificaciones.

Desde tiempos remotos existe este recurso que desestabiliza a estudiantes y docentes. Perturba porque genera más de lo propuesto; es decir, además de visibilizar las calificaciones, genera un torbellino de alarmas que se revuelven con su circulación.

Hay docentes que sienten que su autoridad se expone en ese boletín, cuando atravesando diferentes instancias adjudican un número o letra al segmento de conocimientos evaluados. Hay docentes que se encuentran ante la contradicción de tener que redondear un ícono en el boletín, intentando el esfuerzo de que refleje genuinamente el proceso que se viene desarrollando. Se cristalizan cuantificaciones de los aprendizajes, pero qué poco analizamos de nuestras prácticas reflejadas en lo que anotamos en los boletines de calificaciones de nuestros alumnos y alumnas… Así mismo, existe lo que denomino aislamiento entre esas parcialidades de notas; cada profesor como exponiendo la suya, sin conocimiento más global de otras notas, otros criterios de colegas, enmarcando esa documentación.

———————–

Llega el momento de entregar las libretas. El preceptor o preceptora las reparte, exigiendo que se devuelvan firmadas por los tutores. Los comentarios empiezan a tener eco: “ni se la muestro”, “me van a matar”, “mirá lo que me puso…”. Expresiones como éstas connotan de pesadumbre ese momento que debería servir como instancia de revisión, para poder continuar el trayecto emprendido.

boletín castigo usted es la culpable

Las emociones asociadas a la entrega del boletín de calificaciones pueden ser satisfactorias, o angustiantes. Aquí se conjugan diferentes reacciones: padres enfadados con sus hijos porque obtuvieron notas desfavorables; padres enfadados con los/las docentes, identificadas como responsables del “fracaso” de sus hijos/as; padres orgullosos, de quienes generalmente no se presentan en la escuela a manifestarse, ni sus hijos/as los/las mencionan.

 

Los padres y el boletín.

Si bien es requisito que los alumnos devuelvan a la escuela los boletines firmados por los tutores, en el nivel medio de enseñanza, generalmente, no existen instancias de reuniones de padres/madres donde se pueda hacer una devolución más constructiva de lo que detalla la papeleta. Tampoco se reúne a los alumnos para trabajar esa instancia de presentación de notas obtenidas. Aparece entonces como un elemento que no contribuye a repensar la práctica, sea de alumnos y alumnas como de docentes.

—————————————————————————————

El boletín emocionando

El boletín dando vueltas

Victoria Veronesi

 El boletín escolar es parte del “ajuar” de la, es de esos “objetos huella” que tanto conmueven y convocan. Convoca a reflexiones, necesarias y muchas veces inviables, para entender de qué manera estamos expresando eso que queremos decir de nuestros jóvenes en él.

En referencia a las emociones que suscita el plasmar en esa documentación la trayectoria de alumnos y alumnas de escuelas secundarias, es preciso entender que esta época requiere que revisemos ese instrumento, para adecuarlo a otras necesidades que aparecen reflejadas hoy en día en el cotidiano escolar.

Aún continúa siendo un instrumento que devela el poder del docente, ya que la mayoría de las veces no se discute, no se participa en el proceso de selección de la nota a reflejar, no se comunica de un modo que sea plausible de convertirse en instancia de aprendizaje significativo también.

El interrogante que generan las emociones reflejadas en los alumnos y alumnas a la hora de encontrarse con el boletín de calificaciones y entregárselo a sus tutores, ronda en cómo lograr cuidar esa instancia que refleja tanto o tan poco de los alumnos. Elaborar el boletín sigue siendo actualmente ritual que forma parte de la tarea de educar. En palabras de Perla Zelmanovich, educar en esta época requiere no desentendernos ni ubicar por fuera de la relación de enseñanza el arte de cuidar, tanto en los gestos como en la instalación de los contenidos de la cultura como una “terceridad” que medie entre cada docente y cada alumno y alumna. Esa es la forma que tiene la escuela de ubicar siempre por delante en cuidado del sujeto, evitando así contraer un posible “marasmo escolar”. Si lográramos cuidar esa instancia de expresión de evaluaciones, habilitando el despabilamiento y conteniendo el desasosiego, sería el boletín un aliado en la relación pedagógica, no un fantasma amenazante que tantas veces genera castigos.

Se ha pasado de una fase de expansión de la escuela secundaria a una fase de masificación (Daniel Pinkasz, clase 7), esto requiere repensar ritmos, estructuras, instrumentos, modos, vínculos. Si mecanizamos la tarea de poner nota al proceso de nuestros alumnos para volcarla al boletín de calificaciones, si dejamos de inmiscuirnos en sus características peculiares, en su estado de necesidad, sus dotes y posibilidades, casi seguramente se cometa una arbitrariedad que redunde en perjuicios más que en virtudes.

El boletín es esperado y genera desesperación. Lo esperan los alumnos, lo esperan los padres, moviliza desesperanzas si permite vislumbrar las difiultades que tan asociadas están a lo que se llama fracaso escolar, deserción, repitencia, abandono. Todas estas variables reaparecen en miedos instalados a partir de la circulación de los boletines escolares.

El boletín también debe ser parte de ese desarrollo de potencialidades que pretendemos. Seguirá utilizándose probablemente por largo tiempo, y si empezamos a hablar de que “ahora no sólo el maestro corrige, sino que el alumno se autocorrige. Ahora el docente no es el único en evaluar, sino que el alumno tiene que autoevaluarse y saber en qué punto está” (Clase 7, ídem), sería interesante pensar maneras de otorgarle significaciones más reales, intentando despegarlo de la negatividad del control y sanción que pareciera reflejar.

Es preciso revisar el camino, avanzar y desandar trayectos para crecer en autonomía y como ciudadanos y ciudadanas reales; por ello es requisito tomarnos del boletín entre todos, resignificarlo, reinventarlo, reivindicarlo sólo si se transforma en un elemento que no obstruya al vínculo de filiación. Aquí tomo la idea de Perla Zelmanovich cuando dice que el vínculo de filiación es una producción y una condición para que un acto educativo tenga lugar, si entendemos por tal aquello que produce una transformación en un sujeto gracias a una transmisión lograda. (Arte y cuidado en la enseñanza).

“La escuela contiene una promesa de futuro. La promesa de integración e inclusión a través de la incorporación al mercado laboral y a los códigos del intercambio social y la promesa de la autonomía individual mediante el despliegue de las potencialidades que portamos como individuos.” Finalizo con esa idea de Guillermina Tiramonti en la clase número 6 de esta especialización, para reforzar la propuesta de que el boletín se enmarque en esa promesa, y no se instale como saboteador de los procesos de construcción de sujetos críticos. Para todo ello es necesario que los docentes cuenten con espacios donde interpelarse, reconstruirse, acompañarse colectivamente para repensar rituales, prácticas, apuestas. En palabras de Andrea Brito, “Se trata de incluir y acompañar a los docentes en la compleja tarea de entender e intervenir en la nueva escena escolar, teniendo como horizonte el cumplimiento del derecho a la inclusión justa de sus alumnos.”

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

              Zelmanovich, Perla (2005) “Arte y parte del cuidado en la enseñanza”, El Monitor de la Educación (4), 38-40. http://www.me.gov.ar/monitor/nro4/dossier5.htm (disponible 10/04/2008)

              Clase 6: La escuela media frente a los mandatos sociales y a las nuevas formas de diferenciación social. Autora: Guillermina Tiramonti.

              Clase 7: El modelo curricular mundial y la masificación de la escuela media en Argentina. Autor: Daniel Pinkasz.

              Viñao, Antonio (2008) “La escuela y la escolaridad como objetos históricos. Facetas y problemas de la historia de la educación”, História da Educação, vol. 12, n° 25, pp. 9-54