Todas las entradas de: Maria Ines TARDITI

Salvador Dalí

Hay señales que la cultura escolar fuertemente vinculada con la escuela tradicional está cambiando. Ese cambio se manifiesta en las prácticas que se producen en las relaciones que los sujetos establecen con el mundo en su materialidad. Sin embargo, algunas prácticas en torno a los boletines parecieran permanecer en el tiempo al igual que los relojes pintados por Dalí siguen perfectamente verosímiles marcando la hora, supuestamente en torno a las 18:00.

A pesar de ese rasgo distintivo que marca una regularidad y continuidad, los relojes como la memoria se han reblandecido por el paso del tiempo. En un fiel rechazo de pensar el tiempo como una influencia sólida y determinista. Sobre ese tiempo estructurado que marcan los relojes, irrumpe la estructura blanda señalando la presencia indiscutible de lo vivencial, lo no racional… aquello que no puede ser controlado porque simplemente sucede.

De la misma manera, al indagar en los formatos de los boletines puede divisarse algunos intersticios que vislumbran rupturas y quiebres, marcas personales que van más allá de las regulaciones dispuestas.

 

 

Des-armando los boletines…

¿Por qué darle la palabra?

Por María Inés Tarditi

En una especie de provocación sugestiva, ese objeto material comenzó a movilizar mi curiosidad. Quizás, justamente por haberse vuelto cotidiano y ser la evidencia material de la trama conceptual propuesta entre acreditación, promoción y evaluación. No obstante, había algo… un silencio provocado por su forma, su contenido y en las prácticas asociadas a él que me hacía preguntar: qué más se puede decir de los boletines escolares?.

Su presencia reiterada, me sugería la estrecha relación entre el universo de la escritura y la invención de la escuela moderna. De ahí, me dispuse a pensarlo como un dispositivo escolar, en tanto un conjunto de prácticas discursivas articuladas entre sí de un determinado modo, y que producen un efecto sobre los sujetos escolares.

Sigo mi búsqueda… me encuentro con un artículo del Monitor de Educación Común[1] donde percibo indicios acerca de su origen histórico vinculado con la necesidad de establecer “con precisión todos los pasos de la vida” de los alumnos de las escuelas primarias.

Con nuevas pistas los detalles fueron asumiendo otra dimensión… Lo que parecía sin sentido ahora adquiría significación: así surgieron los rituales de entrega y se vislumbraron formatos que evidencian las razones y sin razones de su escritura.

 


[1]El Monitor de la Educación Común, 1920. Año 38- Nº 571.

Hoy… se entregan boletines:

Por María Inés Tarditi

¿Qué escribir?… Esa pregunta me sugería distintos itinerarios de escritura. Vislumbraba, varias puertas de entrada a nuevos trazos que buscaban sugestivamente conversar con esos aportes siempre insinuantes, esfuerzos por construir diálogos con la cotidianeidad. Finalmente, elegí dos entradas: la primera refiere a una situación vivida recientemente y la segunda intenta recuperar la voz de antaño.

 

MI PRIMER ESCENA…

 Hace unos días, en una reunión con las familias se entregaron los boletines –junto con las net- para los estudiantes de los primeros años de secundaria. Cuando ingresé a la escuela, me encontré con sillas dispuestas en hilera reproduciendo la disposición dentro del aula del formato escolar tradicional… “esos modos específicos en que se buscó y busca regular la apariencia y la disposición de los cuerpos” (Dussel, I).

Me dirigí al lugar “designado” para los profesores: “frente a los padres”.

Sentí la rigidez en esa distancia. Se inicia la reunión con un relato “denso” y aburrido, según miradas y gestos, sobre consideraciones de la Res. Nº 551/1/10 de la provincia -Sistema de evaluación, calificación y acompañamiento a las trayectorias-.

Paso seguido, fuimos invitados a expresar un comentario general sobre los alumnos, exposición pública donde las palabras se volvieron tensas. Se acercaba el momento de hablar… sentía el peso de algunas miradas, mi cuerpo se resistía a formar parte nuevamente de ese ritual. Vivía el “encarnamiento” de los cuerpos del que habla McLaren, me vi atravesada por esa cultura escolar. Algunos padres se acercaron a preguntar sobre los aprendizajes de sus hijos… muchos “encandilados” solo se inquietaron por las net.

 

 

LA SEGUNDA ESCENA…

Había llegado el día que “Susana” deseaba evitar. La maestra de 2º Grado, se disponía a entregar los boletines con todo su cuerpo implacable recubierto de un blanco impecable.

La Maestra, en voz alta y de pie pronuncia su nombre: “Susana”!. A continuación procede a exponer una observación ante el heterogéneo público que esperaba expectante su turno: “Como siempre… desprolija! Más cuidado en la escritura, debe mejorar la letra y no se distraiga tanto!”. Estaba sucediendo nuevamente: “el trabajo específicamente pedagógico, como trabajo racionalmente orientado” (Tenti Fanfani) producía determinado habitus. Las indicaciones de carácter correctivas iban acompañadas por el aprendizaje implícito de las maneras, de los estilos que expresa la sumisión al orden. En ese preciso momento Susana quería volverse invisible… su cuerpo sentía en ese acto de nominación la demarcación y estigmatización.
La maestra prosiguió con ese acto, había llegado el turno de “Carlos” –hijo de una familia de clase alta de la localidad-. El tono de voz de la Sra. Claudia se volvió dulce y dirigiéndose al resto de los alumnos exclamó: “Carlitos un ejemplo! Continúa así! Felicitaciones!”.

Susana vivía el impacto del poder estructurador del lenguaje… en ese acto de clasificación escolar cada uno conocía sus límites.