Las lecturas de los aportes de cada uno de Ustedes, me convoca a pensar que algo tan naturalizado y arraigado en el sistema y en las organizaciones educativas, muchas veces desafiado y tantas otras reivindicado, que puede generar tan diversas posturas siempre logra ajustarse a las necesidades y demandas, materializando una paradigmática función que no se ha modificado a travéz de su largo recorrido por las escuelas. Su función, su estructura, su mensaje y su discurso han prevalecido y el Boletín se supone, hasta hoy, como irremplazable desde lo estructural y organizacional e inimputable desde lo funcional.
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¿Qué se puede reflejar en un Boletín desde lo instituido y lo instituible?
Las prácticas de evaluación no son más que un momento del proceso de enseñaje, donde se ponen de manifiesto todas las estrategias bilaterales entre docentes y alumnos para tratar de enseñar y lograr aprender contenidos que siempre estarán en los libros de una biblioteca, o en una base de datos de la web. ¿Enseñar contenidos o enseñar a aprender? ¿Enseñar a aprender y aprender a enseñar para poder evaluar? ¿Evaluar lo aprendido o aprender a evaluar? Cuanto peso sobre nuestra tarea que parece inagotable de responsabilidad. El boletín de calificaciones puede subir al sujeto a lo más alto o condenarlo al fracaso, sino tomamos la evaluación con el compromiso que nuestra tarea nos exige.
Si observamos los boletines de un curso, donde la mayoría de los alumnos están aplazados en las materias, seguramente comenzaríamos analizando el grupo, rescatando a los pocos aprobados y separándolos de las manzanas podridas, defendiendo nuestras prácticas profesorales y culpando primero a los sujetos que son lideres negativos, luego al sistema político social que los subvenciona, al sistema educativo y a los contenidos curriculares mal elegidos, a la familia que no colabora o no muestra ningún interés por la educación de sus hijos y porque no a las nuevas tecnologías que le restan horas de estudio y acarrean un desgano por el desarrollo intelectual en los alumnos; por último y una vez descartadas todas las posibilidades anteriores atribuibles al fracaso escolar, podríamos llegar a analizar la remota posibilidad de no motivar, llegar, incentivar, acompañar o simplemente poder enseñar a nuestros alumnos y cumplir con nuestra tarea. Los más obsecuentes aducirían el fracaso a la suma de todos estos puntos mencionados. Esto también se lee en los boletines y no siempre nos damos por aludidos, claro, el Boletín siempre estuvo asignado a informar sobre el rendimiento del alumno. ¿Podemos pensar quizás que también informa sobre nuestras prácticas?
“El Boletín y sus supuestas funciones”
Según el diccionario, el Boletín es una publicación periódica sobre un determinado campo del saber. Son sinónimos de Boletín: circular, periódico, gaceta, folleto, diario. Si nos remitimos al área de educación, el Boletín sería un indicador informativo que va reflejando en forma progresiva el recorrido académico de un sujeto en evolución. Estos cambios se informan mediante un marcador denominado “nota” que puede ser numérica en la mayoría de los casos o puede adoptar otras formas según circunstancias o momentos especiales que generalmente están conexos a una época o período particular del Sistema.
La nota nos comunica directamente con la evaluación, otro gran discutido dentro de nuestro sistema. Esta evaluación debe ser un proceso integrado al de aprendizaje de los alumnos, motivado por el docente y no impuesto por el mismo, disfrutado por el alumno y reconocido debidamente por el que enseña. En una evaluación nada debe quedar sin analizar; no es necesario sacrificar saberes o hipotecar conocimientos; un buen docente debe siempre debe saber lo que cada alumno quiere decir en una evaluación.
La nota puede ser un estimulo, pero también puede generar cierto grado de responsabilidad. Puede proponer en forma implícita la necesidad de suscitar un cambio de actitud o puede ser motivadora. El boletín que refleja las notas obtenidas en un periodo de tiempo, es un instrumento cargado de calificaciones cuantitativas y no cualitativas, contraposición que manifiesta, que su uso está viciado de fisuras que lo cuestionan y lo interpelan permanentemente y lo han condenado en muchas oportunidades. Estas grietas son las que provocan sus cambios y modificaciones estructurales que siempre terminan trayendo a la mesa más dudas que soluciones, que se evidencian seriamente en la práctica y que no pueden ser sostenidas con argumentos teóricos pensados en una oficina, sino que obligan a transmutar los escritorios del asesoramiento para trabajar insitu, desde el campo educativo mismo. De hecho, los boletines son elementos cuestionables y su permanencia en el tiempo no los exonera de ser factibles de cambios, sino que por el contrario, los condena permanentemente a repensarlos y modificarlos estructural y funcionalmente.
A pesar de todos estos supuestos, los boletines se han mantenido prácticamente inalterables a lo largo de la historia del Sistema Educativo, desde lo estructural y funcional, franqueando todas las reformas a nivel macro y reafirmando su permanencia a través del tiempo como verdaderos caudillos, sin rendirse se han vuelto a elegir una y otra vez como instrumento informativo y mecanismo de control cuantitativo. Es difícil imaginar cómo pudo este elemento, casi in inmutable transformarse en inagotable, sin poder ser reemplazado, pudiendo remapearse para sostenerse casi inalterable a todos los cambios epocales. Su impermeabilidad a las reformas educativas y su paradigmática naturalización nos llevan a cuestionarnos su aplicabilidad, ya que al no encontrar rivales que puedan derrotarlo, sigue siendo el indiscutible favorito entre todos los sugeridos, que no le pueden dar batalla, hasta ahora. Los boletines pueden concentrar gran cantidad de información, producir grandes frustraciones en los alumnos y en la familia, generar sentimientos de conformidad, bienestar y hasta de resignación, habilitar estrategias de socialización, cuestionar a Alumnos, Docentes, Escuela y hasta el mismo Sistema Educativo, pueden dar respuesta pero también pueden engendrar grandes interrogantes, pero prevalecen, siempre están presentes y su función sigue siendo la misma para la que fueron puestos en práctica, para lo que fueron pensados. Son como aquella piedra en el zapato, que sabemos que esta pero que no sabemos porque esta, y sabemos que piensa permanecer ahí hasta que se decida lo contrario. Son como ese estigma que reaparece cada año como el año anterior y aunque no lo deseamos y no lo veamos “siempre esta”. No se rinde, no se resigna, no descansa, se impone naturalmente y siempre se cuestiona, para bien o para mal, pero siempre está.
Para ver y Pensar.
www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=Zd5UGFC4rwk
www.youtube.com/watch?v=AjOgo3aNHVY&feature=player_detailpage
www.youtube.com/watch?v=ITAS55brOV8&feature=player_detailpage
www.youtube.com/watch?v=3lXTjIL-uII&feature=player_detailpage
www.youtube.com/watch?v=y3Cney8Z3zE&feature=player_detailpage
El Boletín a Evaluación Continua, No alcanzó los objetivos…
Sabemos que cada elemento cumple una función diferente en relación a aquello para lo que fue pensado, en otros casos esta función se ha instalado naturalmente y se mantiene en el tiempo inalterable sin ser cuestionada ni interrogada. Un elemento pedagógico como el boletín, solo puede ser indagado en su cometido cuando encuentra otro elemento que pueda suplantarlo o cuestionarlo de forma que este pueda variar en su función o bien dejar paso a quien lo reemplace. Si el boletín siempre estuvo pensado para cuantificar los saberes de un sujeto aprendiz, me pregunto, ¿Qué análisis se me permite realizar a partir de la observación del video donde el niño pone notas a su Padre alterando la función del Boletín que s poner nota al alumno? ¿Es lo mismo poner una “nota” que “calificar”? ¿Cuando se “dice” Boletín de Calificaciones se piensa inmediatamente en una nota numérica que evalúa un recorrido? ¿Se evalúa al docente en sus saberes y como se le informa de su rendimiento?
Siempre que nos referimos a una nota numérica nos estamos introduciendo en el campo de lo cuantitativo y estamos deponiendo lo cualitativo, dando paso a suponer que el fin de la evaluación es colocar una “nota” que refleje los saberes y volcarlas a un “boletín” que las informe. El Boletín de calificaciones podría suponer también un amplio sentido capitalista, ya que posicionaría mejor a aquel sujeto que acumule más capital, o sea, mejores notas, lo que podría estimular la competencia o la frustración y el fracaso. Independiente mente de la función para la que fue pensado el Boletín… ¿Es esta la función que se supone tiene que tener en la actualidad con todos los cambios que se fueron planteando a lo largo del tiempo en el Sistema Educativo? ¿Puede reformular su función sin desaparecer del Sistema?
Algunas funciones que se suponen previstas para “El Boletín”:
1. Relevar información: de todas las materias y todos los docentes, esta información estaría relejada en una nota numérica.
2. Concentrar información: en la libreta o boletín papel que concentra todo el recorrido trimestral y anual de un sujeto.
3. Informar: a la familia, demás docentes, autoridades y alumno sobre el rendimiento académico del sujeto, manteniendo un vínculo escuela-familia.
4. Prevenir: mediante informes parcializados se procura la toma de conciencia y la administración de los tiempos de estudio para capitalizar las “notas”.
5. Motivar: desde lo positivo se incentiva al alumno a “seguir así” y desde lo negativo se lo invita a mejorar haciendo intervenir a todos los actores posibles para que el sujeto deponga su situación y prevenga el fracaso.
6. Incluir: todas las funciones anteriores se concentran en la pretensión de incluir al alumno en el sistema, tratando por sobre todos los medios que este no fracase y tenga los mismos derechos que sus pares, procurando siempre una educación con nivel y calidad.
Permanencia vs Decadencia.
Al igual que en todos los campos sociales, parecería ser que los elementos sufren un desgaste natural propio de su uso, independientemente de los resultados o aplicabilidad de los mismos. Es en este momento cuando se los interpela, cuestiona y se los somete a variables de cambio o sustitución por otros más funcionales a las nuevas necesidades o cambios de época. Lo leíamos en los textos presentados para la reflexión que aludían a la implementación de la escritura, la sustitución de los rollos por el libro, podemos citar también el uso de los materiales digitalizados, hasta llegar a la tan cuestionada incorporación de las Nuevas tecnologías en el aula.
Todos estos cambios se encuentran conexos a una serie de defensas y condenas de estos nuevos elementos, por grupos que anhelan su implementación y otros que se oponen literalmente ejerciendo todo tipo de resistencias y generando un sin número de interrogantes, que vuelven a estos instrumentos atendibles de análisis. Por otro lado, debemos reconocer que no está mal interrogarlos y debemos interpretar que si surgen es por una necesidad que los está invocando, sin olvidar que aquellos elementos que siguen vigentes y no son sustituidos es porque aun funcionan o no se resignan a abandonar el campo. No todo lo que prevalece a través del tiempo deja de ser funcional y muchas veces pueden convivir ambos elementos en un mismo momento sin que uno de ellos se vuelva anacrónico o atemporal.
El problema no está en el elemento que se cuestiona, sino en las instituciones que lo interrogan y no saben cómo aplicarlo y muchas veces hasta desconocen su función, por lo que vacían a este elemento de sentido. En ocasiones es más fácil interrogar la función o aplicabilidad de lo micro antes que lo macro, originando un parche o una solución que no resuelve el verdadero problema o la raíz del mismo. No está mal pensar que lo que no responde a su función es el Sistema Educativo y las Organizaciones educativas que responden a su política, pero sin embargo es más fácil cuestionar los elementos que intervienen en su organización para mediatizar la acción.
Al principio, en sus comienzos, la Escuela era netamente formadora y el boletín tenía una función prevista que regulaba esa finalidad, posteriormente la Escuela fue obligatoria, luego retenía, mas tarde fue inclusiva y hoy ya no es nada de eso; hoy la Escuela debe ser una garantía a todos los ciudadanos, debe garantizar una formación a partir de la inclusión que significa retener a los alumnos garantizando una calidad de contenidos sin descuidar las necesidades de una época y las demandas de un momento muy particular de la historia. Al igual que la tiza y el pizarrón, los boletines siguen estando presentes en las organizaciones Educativas. Lo que me pregunto y creo que es la pregunta de todos, ¿Qué función se le otorga a los Boletines en este momento transicional de nuestra historia? Si cambia de cuajo el Sistema Educativo a nivel mundial y en todos los niveles, (cómo se viene pensando y planificando), ¿Serán los boletines instrumentos informativos o solo servirán para ocupar ese espacio nostálgico como elemento perpetuo que no se quiere dar por vencido?