UNA DEFINICIÓN de EVALUACIÓN Y SUS ESPECIFICACIONES
A continuación explicito mi definición acerca de la evaluación[1]:
La evaluación es un complejo proceso que permite develar los aspectos( tiene que ver con los criterios de referencia) vinculados al alumno en la situación didáctica, pero también refiere al docente- en su práctica pedagógica y su práctica docente- a los procesos de la institución educativa, al estilo de gestión y organización institucional, al PEI, y demás proyectos institucionales, a los Diseños Curriculares y propuestas editoriales, es decir, involucra múltiples aspectos de la Comunidad Educativa.
Esta permite emitir juicios, a partir de la información encontrada, con la finalidad de tomar decisiones para modificar –durante dicho proceso o en proyección a nuevos procesos- los obstáculos o dificultades encontradas, según criterios de innovación y /o mejoramiento del proceso.
Mariela A. Alday
Es importante destacar que no siempre se obtiene información válida y fiable- entendido esto en sentido positivista- sino que, para que la información sea lo más aproximada a la realidad, ha de estar contextuada, y además, dependerá del tipo de evaluación que se realice.
¿Qué significa que la evaluación ha de estar contextuada?
Poggi, Bertoni, y Teobaldo[2] lo explican de la siguiente forma: “…En muchas ocasiones se considera que los individuos son los únicos responsables de un proceso o un resultado sin atender al conjunto de medios, recursos y condiciones que los determinan y condicionan en gran parte. No se trata de desresponsabilizar a las personas, pero sí de tener en cuenta ese conjunto de condicionantes en el proceso evaluador. Se trata de aprender una realidad compleja y dinámica, con sus códigos, los cuáles permiten dotar de significado a la información que se revela”
Analicemos esta imagen en relación a lo expuesto anteriormente.
Por otro lado, nos planteamos:
¿Y el tipo de evaluación de qué depende?
En primer lugar, evaluar siempre supone una “lectura orientada…El evaluador construye un referente, ya que no se realiza una lectura directa del objeto, no solo inciden las expectativas respecto del objeto a evaluar, sino también determinada concepción de evaluación que conlleva los propósitos que se derivan de ella, “por qué se evalúa” y “para que se evalúa”. Respecto de esto último, las autoras Poggi, Bertoni, y Teobaldo lo consideran relativo a los usos sociales de la evaluación:
Las intenciones de la evaluación: “Por qué se evalúa”
Las acciones derivadas de los resultados: “Para qué se evalúa”
“Si nos preguntamos por qué se evalúa, la cuestión remite inmediatamente a la intención de quién construye el objeto de evaluación”… Si en cambio el interrogante está referido a para qué se evalúa, la preocupación refiere a los efectos de la evaluación sobre la acción (qué se hará con los resultados)” (Poggi, Bertoni, Teobaldo, 1996)
Respecto del primer ítem, las intenciones del evaluador dependen de su concepción de evaluación, esto es emergente de un paradigma determinado.
Si la intención es medir esto tendrá como base el paradigma del control- Positivista, o Experimental-, si la intención es comprender, interpretar ciertos significantes- establecidos mediante un referente o no- sentará sus premisas bajo la perspectiva del paradigma de la evaluación, o llámese cualitativo, comprensivo-interpretativo u otros nombres derivados por diversos autores.
Respecto del “para qué se evalúa” es importante tener en cuenta quién o quienes evalúan y el objeto de la evaluación que no es independiente del contexto en el que se lleva cabo.
“…la evaluación se inscribe siempre en un ámbito de decisiones… en el caso de la evaluación implícita que tiene lugar en la interacción cotidiana entre maestros y alumnos, aquella sirve al docente para tomar decisiones sobre sus prácticas en el aula. Tenga o no conciencia de que la realiza, el maestro releva una información de la cuál organiza la interacción con sus alumnos en término de lo que se considera mejores condiciones para el aprendizaje”
Cuándo la evaluación tiene carácter institucional, su modalidad es explicita, pero es variable de acuerdo al tipo de evaluación empleada.
“Cuándo se trata de una evaluación diagnóstica, el docente procura información acerca de los saberes y competencias que poseen sus alumnos en términos de los requerimientos necesarios para una secuencia futura de aprendizajes. En este caso los resultados obtenidos constituyen una información de base para adoptar decisiones que se estimen más adecuadas: reforzar los contenidos o proseguir con la secuencia iniciada.
Cuándo se emplea la evaluación sumativa para comprobar en qué medida los alumnos han adquirido los conocimientos esperados y las competencias correspondientes, la información orienta la decisión de promoverlos de grado-o año- por ejemplo otorgarles una certificación que acredite el término de un nivel.
En la evaluación formativa, la decisión está directamente vinculada a la selección y puesta en práctica de secuencias de contenidos y de estrategias pedagógicas que se consideren como las más adecuadas para mejorar los resultados obtenidos. En éste sentido, la información que provee la evaluación sirve para fundar decisiones pedagógicas” (Poggi, Bertoni, Teobaldo)
Esta no es la única forma de clasificación respecto del “Para Qué y Por Qué Evaluar”, esta es solo una alternativa para su descripción a modo de comprender la compleja trama del proceso evaluativo, y las distintas derivaciones que puede reflejar el mismo, pero me parece esclarecedor el abordaje realizado por estas autoras en cuanto al análisis y descripción de las categorías teóricas abordadas.
Estas categorías y el Boletín Escolar.
Si tuviéramos que ubicar al boletín escolar en el marco de estas categorías podríamos decir que el boletín se vincula más por su carácter formal, institucional y explícito-comunicativo, a la “evaluación sumativa” para comprobar en qué medida los estudiantes han adquirido los conocimientos esperados propuestos por el docente, dicha información se utiliza para acreditar parcialmente y de manera final promoviendo por año y / o nivel y que a la vez por medio de certificaciones legitima dichos saberes.
Aunque también tiene un carácter formativo, en cuanto, dados los resultados constituyen la información para tomar decisiones pedagógicas –didácticas que contribuyan a mejorar los procesos de enseñanza atendiendo a la diversidad de situaciones que se presentan en el quehacer diario.
[1] Tesis “Nuevos Postulados en evaluación, abriendo camino hacia nuevas prácticas evaluativas”- Mariela Alday (2001) Universidad Nacional de San Juan- Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes.
[2] Bertoni, Alicia. Poggi, Margarita y Teobaldo, Marta. Evaluación. Nuevos Significados para una práctica Compleja. Buenos Aires. Editorial Kapelusz. 1996.