En relación con lo abordado en las escenas 1 y 2 y remitiéndonos al título del post sobre si los boletines pueden definir lo que un sujeto es, o puede llegar a ser, quisiera señalar que una de las funciones que poseen éstos en las instituciones educativas es una suerte de documentación a fin de brindar información a los padres sobre el desempeño cognitivo, conductual y emocional de los estudiantes, los cuales son relatados, firmados y sellados por los docentes, pero a su vez poseen una doble intencionalidad de quedar al resguardo frente a una queja de los mismos. Otra de las funciones que poseen los boletines por parte del sistema educativo, se relaciona con la acreditación de los aprendizajes y la certificación del grado obtenido y su promoción instalando en éste un poder que se basa en informar el avance o no de un alumno en las diferentes asignaturas, o el paso del año escolar. En éste punto se puede recuperar lo dicho por los autores de la clase 3 y 4 acerca de que el sistema de calificaciones puede generar una suerte de clasificación en los sujetos y por lo tanto promover procedimientos descalificadores. En este sentido la escuela con su modelo organizacional ha generado un modelo pedagógico que fuerza las formas de enseñar, las experiencias de aprendizaje de los alumnos y “construye” poblaciones, siempre al borde del estigma como por ejemplo, la de “sobre edad” o la de “población en riesgo educativo”. Categorías que sólo tienen sentido dentro en su propio universo como producciones de la cultura escolar, pero que en definitiva se extienden a toda la sociedad. En definitiva, la escuela se ha convertido hoy en día en una institución que moldea varias dimensiones de la sociedad a su imagen y semejanza. En éste sentido, es importante repensar al boletín como parte de la “cultura escolar” y develar, trasgredir su significación y estructura. El principal aspecto en éste sentido es que el estudiante muchas veces queda al margen, siendo que es él el principal destinatario, y que las valoraciones se realizan en torno a sus procesos, por ello sería importante que el realice una autoevaluación formándolo en una cultura responsable en torno a sus procesos educativos. Otra de las cuestiones que hacen al análisis es considerar que en los boletines generalmente se visualizan los resultados obtenidos de las diferentes evaluaciones trimestrales realizadas, reduciendo toda la tarea escolar a un aspecto cuantificable, medible, que a veces no se termina de correlacionar con los procesos vividos en las aulas, por ello debemos comprender que los boletines no son la realidad en sí misma, sino una representación simplificada de ella, y que muchas veces puede convertirse en una arma de doble filo transformándose en un mecanismo de subjetivación generando un moldeamiento en el sujeto etiquetándolo y marcándolo en lo que puede ser y hasta dónde puede llegar y cuáles son las metas que puede alcanzar y no lo que verdaderamente puede lograr. Es por ello que aún cuando pareciera que, por sus tradiciones, los boletines son difíciles de modificar entiendo que se debe analizar los criterios de su confección, quiénes, como intervienen en la producción de los mismos y como se produce la comunicación a los destinatarios principales que son nuestros estudiantes.

Ma. Teresita Quiroz

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