Al igual que en todos los campos sociales, parecería ser que los elementos sufren un desgaste natural propio de su uso, independientemente de los resultados o aplicabilidad de los mismos. Es en este momento cuando se los interpela, cuestiona y se los somete a variables de cambio o sustitución por otros más funcionales a las nuevas necesidades o cambios de época. Lo leíamos en los textos presentados para la reflexión que aludían a la implementación de la escritura, la sustitución de los rollos por el libro, podemos citar también el uso de los materiales digitalizados, hasta llegar a la tan cuestionada incorporación de las Nuevas tecnologías en el aula.
Todos estos cambios se encuentran conexos a una serie de defensas y condenas de estos nuevos elementos, por grupos que anhelan su implementación y otros que se oponen literalmente ejerciendo todo tipo de resistencias y generando un sin número de interrogantes, que vuelven a estos instrumentos atendibles de análisis. Por otro lado, debemos reconocer que no está mal interrogarlos y debemos interpretar que si surgen es por una necesidad que los está invocando, sin olvidar que aquellos elementos que siguen vigentes y no son sustituidos es porque aun funcionan o no se resignan a abandonar el campo. No todo lo que prevalece a través del tiempo deja de ser funcional y muchas veces pueden convivir ambos elementos en un mismo momento sin que uno de ellos se vuelva anacrónico o atemporal.
El problema no está en el elemento que se cuestiona, sino en las instituciones que lo interrogan y no saben cómo aplicarlo y muchas veces hasta desconocen su función, por lo que vacían a este elemento de sentido. En ocasiones es más fácil interrogar la función o aplicabilidad de lo micro antes que lo macro, originando un parche o una solución que no resuelve el verdadero problema o la raíz del mismo. No está mal pensar que lo que no responde a su función es el Sistema Educativo y las Organizaciones educativas que responden a su política, pero sin embargo es más fácil cuestionar los elementos que intervienen en su organización para mediatizar la acción.
Al principio, en sus comienzos, la Escuela era netamente formadora y el boletín tenía una función prevista que regulaba esa finalidad, posteriormente la Escuela fue obligatoria, luego retenía, mas tarde fue inclusiva y hoy ya no es nada de eso; hoy la Escuela debe ser una garantía a todos los ciudadanos, debe garantizar una formación a partir de la inclusión que significa retener a los alumnos garantizando una calidad de contenidos sin descuidar las necesidades de una época y las demandas de un momento muy particular de la historia. Al igual que la tiza y el pizarrón, los boletines siguen estando presentes en las organizaciones Educativas. Lo que me pregunto y creo que es la pregunta de todos, ¿Qué función se le otorga a los Boletines en este momento transicional de nuestra historia? Si cambia de cuajo el Sistema Educativo a nivel mundial y en todos los niveles, (cómo se viene pensando y planificando), ¿Serán los boletines instrumentos informativos o solo servirán para ocupar ese espacio nostálgico como elemento perpetuo que no se quiere dar por vencido?