Proponemos problematizar la enseñanza sobre la democracia yendo un paso más de su sentido etimológico o de la dicotomía “dictadura – democracia”. Buscar en la Ciencia Política puede ayudarnos a encontrar algunas pistas que permitan generar nuevas preguntas para trabajar en el aula.
Hacia una conceptualización de la democracia
En principio la democracia enfrenta el desafío de lograr algún acuerdo entre los intelectuales sobre su conceptualización. Un acuerdo inicial es oportuno. Para Robert Dahl. el término democracia es un ideal, un objetivo que se quiere alcanzar pero como implica la participación directa de todos, y eso hoy en día es imposible, el sistema representativo intenta asemejarse lo más posible. Para eso se construyen determinadas garantías. De este modo realiza un esquema para definir lo que cualquier Estado debería tener si se llama así mismo democrático:
- Derecho al voto;
- Derecho a ser electo;
- Derecho de los líderes a competir por el voto popular;
- Elecciones libre y justas;
- Libertad de asociación, de expresión, de prensa;
- Que las instituciones públicas dependan del voto popular.
Ahora bien, de estos requisitos hay uno que muchas veces queda olvidado en la escuela, “el derecho a ser electo”. Derecho a ser electo es también la posibilidad de proponerse como candidato, de formar parte del poder ejecutivo o del poder legislativo. Y también es una forma de responsabilidad.
¿Cómo trabajar con nuestros alumnos en el aula debatiendo sobre esta responsabilidad?
La democracia en América Latina
Dentro de la Ciencia Política algunos autores distinguen dos subtipos de democracia. Las consolidadas y las imperfectas. Dentro del segundo grupo, O Donnell se refiere a democracias delegativas:
“quien gana las elecciones estaría facultado para gobernar el país como lo considere conveniente y en la medida en que se lo permitan las relaciones de poder existentes. Como consecuencia, se recrean tendencias con inclinación mayoritaria e individualista: los electores expresan sus opciones en procesos sumamente emotivos y consagran un ganador absoluto, una especia de Leviatán o un delgado capaz de situarse por encima de los conflictos, aislándose del resto de las instituciones y convirtiéndose en el único responsable de los aciertos y errores. La dinámica de estas democracias afecta tanto al sistema de división de poderes, como las funciones de los ciudadanos, reducidos al papel de elector – delegador al momento de la elección y tras ella a una mera condición de espectador pasivo” pp.89.
La democracia delegativa implica que al gobernante se le delega el poder sin ninguna forma de control. Recordemos que una de las principales características de una democracia es que el poder político no se concentra en una persona, por el contrario, existen formas de control sobre los representantes (ejemplo: control entre poderes –ejecutivo/legislativo-, el voto, consultas populares, leyes de información pública, presupuestos participativos, etc.). En cambio, en las democracias delegativas, además de delegar, lo que las caracteriza es precisamente la ausencia de controles de ningún tipo, permitiendole a este Leviatán hacer lo que se le plazca.
Esta forma de democracia, propia de América Latina especialmente en la década de los 90 del siglo pasado, ¿qué nuevos interrogantes genera para resolver con los alumnos si ese “pueblo” termina siendo un “elector – delegador”?
¿A quién/es beneficia entonces la democracia? ¿Qué responsabilidades implica para los ciudadanos?
¿Qué queremos que nuestros alumnos aprendan cuando enseñamos sobre democracia?
Proponemos volver a este interrogante para renovar los sentidos de la enseñanza. Para esto, los invitamos a imaginar una vez más el lugar donde preparamos nuestras clases, donde estudiamos para enseñar. Libros, apuntes, notas, computadora con varias ventanas abiertas, ¿qué lecturas volver a realizar para renovar estos sentidos?
Decíamos que tomar los aportes de la Ciencia Política sobre la democracia puede ser un camino válido. La democracia lejos está de ser solamente “el gobierno del pueblo”. Pensar nuevamente sobre la enseñanza de la democracia implica también repensar la ciudadanía y su ejercicio. Esto último es central especialmente si tomamos en cuenta el rol pasivo que le asigna la democracia delegativa. Porque en definitiva, la democracia es también un régimen político en donde la ciudadanía puede expresarse, tiene derechos y obligaciones. Lo central en la democracia es efectivamente la participación.
Los animamos a que conozcan y recorran el sitio Web de la revista POST Data. Les sugerimos la lectura del artículo del politólogo Robert Dahl sobre la democracia . Las preguntas que inician este artículo son también una excelente invitación a renovar los sentidos de la enseñanza.
Gabriela Carnevale, Julio 2013