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Corresponde a las consignas 1, 2 y 3

Se realiza un breve cuadro que resume las características de cada documento analizado.

Año. Denominación 1927 Libreta de calificaciones mensuales. Consejo Nacional de Educación. Para los alumnos de las escuelas  públicas de los territorios Nacionales. 1979- Boletín de calificaciones. Municipalidad de la Ciudad de  Buenos Aires. Secretaría de Educación. 2013. Documento de evaluación. Ministerio de educación. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Relación con el contexto En el marco de un proceso de universalización de la escuela primaria, se evidencia una necesidad de hacer conocer  la legislación que promueve esta intención sobre todo en lo que hace a los deberes de los padres y alumnos. En el marco de un proceso de represión y autoritarismo  institucional, se invoca a los padres a responsabilizarse de la educación de sus hijos. Los beneficios  de la educación se relacionan con valores tradicionales. Familia y Dios. En el marco de un proceso continuo de 30 años de construcción democrática,  con diversas crisis económicas y sociales, y a pesar de los numerosos avances en los desarrollos teóricos referidos a la enseñanza, el aprendizaje,  la función social de la escuela.
Textos que incluye Lista de los textos y cantidades de útiles que necesita cada alumno para cursar cada uno de los grados de la enseñanza primaria.Ley de Educación (1884). Artículos: 1º,3º,4º,15º, 16º,17º y 20º. El reglamento de escuelas. Art. 121, 122, 126,133,139,152,153. Portada:“ Padres de familia: la educación es el mejor patrimonio que en herencia podeis dejar a vuestros hijos”. (Cabildo de Mendoza al inaugurar la escuela proyectada por el General San Martín el 17 de Noviembre de 1817.)Interior: Este boletín informa sobre el progreso del alumno, teniendo en cuenta el grado de madurez y ritmo de aprendizaje en las distintas áreas del currículum así como también la formación de sus hábitos, habilidades y actitudes valorativas dentro del ámbito escolar y sus intereses particulares para las distintas actividades.Contratapa: La educación de su hijo es un empeño común del hogar y de la escuela. Juntos lo ayudaremos a conocerse y amarse así mismo, a los hombres, al mundo y a Dios.  Interior: Este boletín informa sobre el progreso del alumno, teniendo en cuenta el grado de madurez y el ritmo de aprendizaje en las distintas áreas del currículum así como también la formación de sus hábitos, habilidades y actitudes valorativas dentro de ámbito escolar y sus intereses particulares para las distintas actividades.Contratapa: La escuela incorpora los objetivos institucionales:Que el alumno se sienta estimulado para desarrollar su autonomía y sea partícipe activo de su propio aprendizaje.Que el alumno reconozca la importancia de  valorar y respetar las normas institucionales dentro de un ambiente democrático.

Que los docentes realicen las adecuaciones pedagógicas necesarias para alcanzar la inclusión educativa.

Fortalecer los vínculos entre la escuela, la familia y organizaciones de la sociedad civil para que la enseñanza sea una tarea colectiva y públicamente construida.

 

Organización Témporo-Espacial Tiempo: se califica mensualmente.Espacio:  una carilla por mes.(tamaño libreta) -Tiempo: se califica por bimestre.-Espacio: Se organiza todo en dos carillas. -Tiempo: se califica por bimestre.-Espacio: Se organiza todo en dos carillas.
Contenidos de la calificación  Apliación, Aseo, Conducta. Asistencia. Puntualidad. No aparece en esta libreta calificaciones referentes a las asignaturas. Se dividen en: Areas formativasApreciación personalControl de asistencia.  Se dividen en: Areas formativasApreciación personalControl de asistencia. 

Currículas, boletines y evaluaciones: de cómo los sujetos hacen escuela en contextos específicos

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre

arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino

bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que

existen y les han sido legadas por el pasado.

Preguntarse por las disciplinas que se evalúan en el diseño curricular es, en este ejercicio, una puerta de entrada a pensar la escuela, su devenir socio-histórico y el desarrollo de las circunstancias en que las prácticas se construyen y tienen significación. Nuestro supuesto es que los diseños curriculares de todos los momentos históricos y de todas las jurisdicciones que han construido uno, condensan, en parte, mucho de lo que es esperable que suceda en las escuelas, para los sujetos que las habitan. Pero sobre todo lo hace el desarrollo concreto de un currículum real en una escuela concreta. Porque condensa también la trama de conflictos que allí se teje y la polisemia sobre los objetos que la componen. Se trata de pensar la base material propia de los contextos sociales en que los sujetos producen formas culturales de actuación. (Ver Southwell y Dussel)

Estos sujetos -y no otros- se vinculan entre sí y con los objetos escolares -como los boletines o el diseño curricular- de maneras particulares, y producen prácticas y discursos en contextos específicos -a cuya construcción también aportan-, y son suceptibles de ser pensados en el contexto del desarrollo histórico más general mencionado más arriba. Sus producciones singulares son realizadas en condiciones que las posibilitan y que al mismo tiempo son transformadoras del desarrollo socio-histórico.

En este trabajo presentaremos un proceso institucional de modificación de los items de evaluación de los boletines de calificaciones, que tuvo lugar en el período previo al inicio del ciclo lectivo 2012 en una escuela primaria de gestión privada de la Ciudad de Buenos Aires, con una matrícula de 208 alumnos. Durante el año anterior algunos maestros habían comenzado a interpelar el diseño del boletín que se usaba hasta ese momento por considerar que no reflejaba fielmente, por así decirlo, las propuestas de enseñanza en las áreas incluidas, especialmente en prácticas del lenguaje. Por ejemplo, tal vez no quedaban bien representados los quehaceres del lector y del escritor, o no se considereban los propósitos comunicativos desde el punto de vista del alumno, al evaluar los siguientes items, en Lengua:

Comprensión de la lectura; Lectura en voz alta; Utilización de contenidos gramaticales enseñados; Producción de textos comprensibles; Capacidad para revisar sus escritos; Concentración para concretar tareas en clase; Legibilidad de la escritura; Utilización de la ortografía y la puntuación; Participación oral en los intercambios en clase.

Dicho proceso implicó la deliberación entre maestros y equipo directivo sobre un trabajo de relectura del Diseño Curricular vigente y de los instrumentos de evaluación que estaban siendo usados hasta ese momento en la escuela. Durante varios días las discusiones giraron en torno a cómo hacer que se vea reflejada la formación del hablante/oyente/escritor/lector, en un sentido más completo y tomando como referencia las prácticas sociales de uso del lenguaje, en lugar de listar una serie de conceptos o conductas que toman como referencia producciones académicas (de las ciencias del lenguaje); también estuvo presente el problema de la objetividad/subjetividad del mensaje a transmitir y la valoración de la escala numérica o conceptual de las calificaciones.

Ahora narraré lo sucedido en el marco de un programa provincial de acompañamiento a escuelas con altos índices de sobreedad y repitencia. El acompañamiento implicaba asesoramiento a los equipos directivos en gestión escolar, y a los maestros, directivos e inspectores, en las didácticas especiales de matemática, ciencias naturales y prácticas del lenguaje, siendo ésta última mi área de trabajo.

Una de las acciones del programa consistió en agregar las calificaciones de los primeros dos bimestres volcadas en los registros de asistencia, en cuadros estadísticos según diversos criterios: cantidad de aprobados por área, por ciclo, por escuela, por distrito; compar la evolución entre un bimestre y otro; y comparar la cantidad de repitentes y tasa de sobreedad, etc.

Más adelante intentamos reflexionar sobre cuales eran las miradas pedagógicas de las que nos hablaban esos números. Como se puede ver en uno de los cuadros, las calificaciones en todos los casos tenían, a simple vista, patrones de evolución. Es decir, había un bimestre en el que todas las calificaciones de un grado subían notablemente; al bimestre siguiente, lo contrario. Había un primer grado en el que cerca del cuarenta por ciento de los niños repetía (y esto era así desde hacía varios años) y otro primer grado de una escuela cercana, en el que solo el cinco por ciento lo hacía. En esa época no existía la resolución 174 del Consejo Federal de Educación.
Entendimos que los números nos hablaban, no solo de los procesos de aprendizaje sino sobre todo, de las prácticas de enseñanza de los maestros. Resultó interesante proponerles a las escuelas pensar en los indicadores de progresión en los aprendizajes singulares, en lugar de intentar obtener datos objetivos sobre el dominio de conceptos o habilidades obstractas (o conductas). Porque en este último caso se perdía de vista la posibilidad de diseñar intervenciones didácticas que acompañen los procesos reales de los alumnos.

Sobre las disciplinas del diseño curricular. En las dos experiencias está presente una imagen de tensión entre el Diseño Curricular vigente y prácticas y formas escolares instaladas. Los contenidos seleccionados y organizados desde los diseños curriculares de Ciudad y Provincia de Buenos Aires presentan una mirada -oficial y prescriptiva- sobre qué debe enseñar la escuela y también sobre cómo deben ser los procesos didácticos; por supuesto esta mirada dialoga con diseños curriculares anteriores y con los de otras jurisdicciones. Pero también lo hace con las lecturas compartidas y divergentes de los sujetos -conflictivas siempre-, en este caso, de los colectivos docentes. En las dos experiencias aparece discutida la “serie de conceptos o conductas que toman como referencia producciones académicas” o la obsesión por “obtener datos objetivos sobre el dominio de conceptos o habilidades obstractas”, que no son parte de las propuestas curriculares oficiales, sino más bien del desarrollo histórico de estas instituciones: la escuela como producto cultural, y las historias de estas escuelas en particular.

Haciendo referencia a Romero (2011)1, a los sentidos que activan los usos de los texos, entendemos la lectura en un sentido amplio; la tarea docente requiere que estemos leyendo permanentemente. En nuestro análisis nos referimos en particular a estar leyendo las disposiciones políticas condensadas en el Diseño Curricular vigente, entre otros documentos y textos, y a estar leyendo el propio acontecer institucional, junto con su contexto y con todos los sujetos que las habitan. Tampoco sería exagerado sostener que la tarea exige estar constantemente escribiendo, produciendo prácticas culturales con efectos sobre los sujetos y sobre la escuela. Las imágenes que presentamos más arriba son una forma de documentar algunas de esas escrituras -en proceso- y también resultado de procesos de asimilación, apropiación y transformación inscriptos en la cultura escolar. Y siguiendo a la autora diremos que estos maestros hacen un esfuerzo por construir las disciplinas escolares en su práctica cotidiana. Y respecto de los efectos, son al mismo tiempo, sobre las subjetividades y sobre la estructuración de las formas escolares, dialécticamente.

En este sentido, y pensando en los modos en que el diseño curricular, en tanto prescripción, forma parte del desarrollo socio histórico de la escuela y “se vive” de modos singulares, los maestros se vinculan entre sí y con el cuerpo de contenidos que la sociedad espera que transmitan; también lo hacen con los niños con los que trabajan y con sus familias, construyendo discursos, dentro de márgenes de posibilidad, sobre esos sujetos y encauzando el desarrollo infantil de un modo distinto (Terigi, 2014)2, a través de la reconstrucción del dispositivos escolar, de prácticas culturales en que se produce el desarrollo ontogenético.

Flavia Terigi propone una mirada desde la cual el dispositivo escolar moderno produjo modos del desarrollo infantil y del desarrollo cognitivo diferentes al desarrollo ontogenético de la especie antes de la invención escolar. Pero nuestro intento es el de documentar algunas formas particulares en que ese puente se construye en algunas escuelas concretas a través de cambios locales en la pauta curricular que, además, genera objetos materiales -como huellas- que forman parte del contexto.

Miriam Southwell e Inés Dussel (2005)3 se preguntan cómo se fue dando la incorporación de las nuevas formas de producción cultural en nuestras escuelas, pregunta que tiene un claro carácter histórico. Tal vez las discusiones y preguntas presentadas ilustren cómo algunas prácticas van siendo incorporadas a las formas escolares, a veces desde propuestas oficiales, otras imponiéndose por la demanda social o “entrando por la ventana”.

1Romero, Nancy (2011) “Nuevos papeles del texto escolar en la escuela primaria. Prácticas con matices”, en Finocchio, Silvia; Romero, Nancy (comp.) Saberes y prácticas escolares, Buenos Aires, FLACSO-Homo Sapiens, pp. 117-151

2Terigi, Flavia (2014) “Clase 4: la educación de las infancias”, clase de la Especialización en Currículum y Prácticas Escolares, Buenos Aires, FLACSO.

3 Dussel, I. y Southwell, M. (2005). “Lenguajes en plural”. Monitor de la educación común. (13) Dossier La escuela y las nuevas alfabetizaciones”.

Las culturas escolares: tensiones entre cambio y permanencia. El caso de los boletines.

El eje que abordaré en el presente trabajo  Cambios y permanencias en los boletines considero es de interés como aporte para pensar porqué resulta tan difícil generar cambios en las diferentes culturas escolares. Porqué estas culturas (el discurso teórico, la normativa y las prácticas) toman tan diferentes caminos en relación a los cambios.
Los boletines constituyen un objeto de la cultura escolar, y ocupan un lugar privilegiado como determinante del dispositivo escolar, formando parte del conjunto de dispositivos pedagógicos que las regulan.Complejo, con sus propias particularidades y con características y problemáticas compartidas con la escuela.
Intentaré aproximarme a dos cuestiones en las que creo, los boletines – cómo documentos de calificación – muestran las tensiones entre la necesidad de cambio y la lucha por la permanencia.
– La primer cuestión se relaciona con las intenciones políticas que atraviesan a la escuela
como institución, y se plasman en los objetos de su cultura. Realizaré un breve análisis sobre algunos textos que se incluyen en los boletines en diferentes épocas, y cómo a pesar del paso del tiempo, de sus marcadas diferencias y sentidos, se plasman sobre un documento que poco se ha modificado en sus variables más duras (su organización témporo – espacial). Así como la escuela se constituyó con su formato escolar, y poco se ha modificado en relación a ello, los boletines por su parte han hecho lo mismo. Esta temática la ilustraré en el punto 2.
– La segunda cuestión que abordaré a partir de una experiencia concreta , son los
cambios que se proponen desde la normativa para el proceso de evaluación y calificación, en este caso referida a los proyectos de integración escolar, y las dificultades de concretizar en la práctica estos cambios, y el papel que juega en ello los boletines

Los Boletines a través del tiempo……

Libreta de Calificaciones. Consejo Nacional de Educación. 1927

libreta de calificaciones 1927 -1 001        

libreta de calificaciones 1927-3 001

Boletínde Calificaciones. Municipalidad de Buenos Aires. 1979 

boletin de calificaiones 1979 -1 001      boletin de calificaciones 1979 -2 001     libreta de calificaciones 1979 -3 001

 

Documento de Evaluación. Ministerio de Educación. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.2013

Documento de evaluación 2013 -1 001  Documento de evaluación 2013 -2 001    Documento de evaluación 2013 - 3 001

 

 

Las Experiencias.

a) La experiencia que relataré a continuación es un claro ejemplo de las tensiones que alrededor del documento de calificaciones  surgen a partir de los cambios que se intentan establecer y que requieren de mucho debate, compromiso y acuerdo entre todos los actores involucrados.

Esta experiencia es el de una alumna con síndrome de Down  que cursó toda la secundaria en una escuela común.  Su experiencia escolar la realizó con una maestra integradora,  una currícula adaptada, recibiendo calificaciones buena que superaban las expectativas planteadas.  Al momento  de finalizar sus estudios, la escuela le negó el boletín de calificaciones por considerar que no adquirió los contenidos mínimos del nivel.La joven, que necesito su boletín para inscribirse en una institución para continuar sus estudios  tuvo que recurrir a instancias judiciales, las cuales fallaron a su favor y recibirá entonces su título secundario. (Se adjunta en el punto 6 un artículo periodístico  de donde se sacó la información y el link hacia el fallo judicial).

b) La segunda  experiencia, creada por mí con la intención de mostrar otras posibilidades, transcurre en una escuela  secundaria en donde otra alumna con síndrome de Down cursa sus estudios. En el curso participa también una maestra de integración, que realiza las adaptaciones curriculares que necesita ella y también de ser necesario alguno de sus compañeros.  La adolescente tiene un proyecto de integración con características propias, en donde se va estableciendo claramente su recorrido educativo. Se trabaja sistemáticamente con la familia sobre ello, y las diferencias entre evaluación, acreditación y promoción. Se ha confeccionado un documento que informa sus avances. Llegado el momento de finalizar sus estudios en ese nivel, se establecerá claramente qué aprendizajes tiene acreditados y con qué características promociona, también se establecerá a qué la habilita ese documento en relación a la continuación de sus estudios.

5) Retomaré en este punto para analizar, siguiendo la intención explicitada al comienzo, la tensión que se establece entre las diferentes culturas  escolares en relación a  la variable cambio-permanencia.

Para ello  realizaré un breve análisis de los boletines  incluidos en el punto 3; y por último realizaré un primer análisis de la  experiencia del punto “a”  relatada.

Los 3 boletines de calificación de escuelas primarias públicas, pertenecen a tres épocas diferentes. En dos casos, el boletín refleja fielmente el pensamiento y la necesidad de un momento histórico particular de nuestro país; en otro caso se hace más evidente las tensiones entre los cambios de épocas y la resistencia a ellos de los objetos de la cultura escolar. (Se anexa cuadro que sintetiza información en el punto 6.)

A partir de un primer y breve análisis se puede observar:

Para los boletines de 1927 y 1979 parece haber mayor correspondencia entre la necesidad del contexto, los desarrollos teóricos y las características del boletín. Haré una breve referencia para ilustrar esto  a los actores involucrados en cada uno de los documentos.

En la Libreta de calificaciones de 1927, El Estado aparece como garante de que los padres cumplan con lo que la ley manda. Los padres,  a partir de la vigilancia del Estado, son los responsables de posibilitar la educación de sus hijos en forma y bajo las condiciones que la ley prevé.  La escuela como institución aparece ausente. Hay una preocupación por todas aquellas cuestiones que hacen a la presentación y desenvolvimiento de los alumnos dentro de la escuela. La cuestión del conocimiento pasa por otro lado.

En el boletín de calificaciones de 1979, los padres  son los principales responsables de la educación de sus hijos, junto a la escuela. Se apela a los beneficios de la educación, estos beneficios se relacionan más a lo vincular y a los valores  que al conocimiento. El Estado no aparece en los textos. Propio de la mirada tradicional de la concepción política de la época – gobierno militar autoritario – se apela a valores tradicionales: la familia y Dios (a pesar de ser la educación pública laica).  Si bien desde los desarrollos teóricos  ya se ha comenzado a teorizar desde concepciones críticas de la pedagogía, este documento  establece al alumno como única variable del proceso de aprendizaje.

En el 3º caso se hace evidente las tensiones existentes entre las diferentes  culturas escolares. Por ejemplo, el único texto impreso de este documento de calificaciones de la escuela pública ( que se denomina documento de evaluación, a pesar de que es ampliamente sabida su diferencia), reproduce el texto de la década del 70, haciendo aparecer al alumno como única variable  interviniente en el proceso de aprendizaje, a pesar de, por un lado los diversos desarrollos teóricos que refutan esta perspectiva, y por el otro, las mismas prácticas de las instituciones que poco a poco y a su ritmo están incorporándolas.  La tensión se evidencia en los objetivos que la escuela incorpora como institucionales, en donde entran a jugar otros actores en la construcción “colectiva” de ese proceso de aprendizaje. Por otro lado, frente a un diseño rígido y tradicional de documento, la escuela habla de inclusión educativa, adecuaciones pedagógicas. Entonces…cómo se informan estas adecuaciones? Cómo se califican.

Frente a esta situación, la pregunta se hace inevitable, porque el documento de calificación, como objeto de la cultura escolar no ha podido modificarse en función de los diversos cambios que se han evidenciado frente a temáticas como la evaluación? No sería más fácil modificar este “objeto” que las prácticas mismas?

Tal como afirma Guillermina Tiramonti, una posible respuesta  a esta perpetuidad de ciertas formas de organización en los objetos de la cultura escolar, podría deberse a que

“…el problema de las reformas generales radicó en que no intervinieron sobre la gramática escolar y tampoco modificaron en forma significativo la distribución del tiempo y del espacio en las escuelas” ,lo que ella denomina la gramática tradicional. (Tiramonti 2014).

Por otro lado la experiencia de integración nos permite también analizar estas tensiones entre cambios y permanencias. Para este caso, presento algunos interrogantes, que si bien parten de una necesidad de la educación especial, es una deuda que en primer instancia le corresponde a la educación común.

–          ¿Cómo es posible establecer  trayectos formativos individualizados  y después pretender calificar a todos por igual?

En este sentido la cultura académica privilegió  para el desarrollo de conocimiento teórico que aporte y fundamente la práctica en las escuelas,  la atención pedagógica colectiva por sobre la atención individualizada.

–          ¿Por qué estos trayectos individualizados sólo son posibles para las personas con discapacidad? ¿Es una decisión teórica y políticamente fundada, o es una concesión que la escuela común hace a “esos pobres niños?

Cabe para estos casos también la idea que formula Tiramonti  acerca de que “… La pobreza* fue pensada como un atributo de determinados individuos o grupos y la desigualdad como carencias absolutas o comparativas en el acceso a bienes y servicios. Las políticas compensatorias fueron y son pensadas como instrumentos de reposición social de estas carencias”.(Tiramonti, 2014)

Por último, un interrogante que sintetiza la complejidad de la temática y la necesidad de continuar  con el debate de la misma.

–          ¿Cómo evaluar  de manera justa a cada uno de los alumnos, y que la calificación refleje esa evaluación? ¿Cómo ser honestos con la promoción?

Observamos en estas experiencias rasgos identitarios que subyacen he ilustran a los adolescentes y adultos de nuestro tiempo. Por un lado, retomamos lo ya trabajado  en la diplomatura donde decíamos que esta etapa es definida por el contexto donde se desarrolla ya que es una construcción social y que por tanto se modifica. Desde esta mirada y teniendo en cuenta lo trabajado en las clases de este bloque podemos mencionar los cambios que ha sufrido la educación media a lo largo de la historia. Guillermina Tiramonti en una de sus exposiciones aborda el cambio de mirada sobre la educación media dando su visión sobre el actual mandato que prioriza la contención de los estudiantes dentro del sistema.

Así nos encontramos con realidades sociales sumamente complejas que interpelan a las instituciones buscando respuestas inmediatas y de alto impacto en los individuos que allí asisten. Nuestros alumnos buscan acompañamiento, escucha y comprensión, muchas veces, en sus hogares no logran encontrarlo, por esto acuden a otros adultos referentes en busca de una respuesta posible.      Así la escuela se convierte en un lugar de cobijo para alguno de ellos. Muchas veces la palabra no es el modo de interpelar sino que es donde aparecen los boletines como herramienta de enunciación de conflictos o las agresiones físicas, verbales o psicológicas.

En función de los adultos que acompañan a sus hijos durante su trayectoria escolar podemos mencionar en función del mismo tema, que en algunas generaciones aún persiste firmemente el ideario de que la educación media generaba la posibilidad de un cambio social contundente. Desde este punto, es que se dan las exigencias respecto a la excelencia en los estudios, tratando de  obtener mejores resultados año tras año. Los adolescentes no tienen tan clara esta idea y encuentran poco atractivos los contenidos a aprender diariamente en un marco de educación obligatoria de 14 años de escolaridad.

La pregunta es como hacer de este espacio común de aprendizaje un lugar que sea grato para nuestros alumnos dando espacio para la reflexión y el aprendizaje significativo. Donde se respeten las singularidades, teniendo en cuenta la necesidad de generar posibilidades visibles de crecimiento integral continuo.

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Panelistas en el proyecto “Ciudadanización en tiempos actuales” (en la capilla de la cárcel)

EXPERIENCIA 1

Había sido una jornada plena, colmada de emociones fuertes y sentires de gloria, de haber triunfado. Era el último día de clases de la primera parte del año y todas las escuelas que se desempeñan en ese establecimiento penitenciario habían llevado a cabo el primer evento del año del proyecto “Ciudadanización en tiempos actuales”. Éste ha costado más que otros, en tanto el servicio penitenciario intentó opacar sus potencialidades a través de la burocracia de las autorizaciones. Es un proyecto sentido, valorado, premiado, reconocido y que consiste en que los estudiantes presos inviten a personalidades del medio (políticos, funcionarios, etc.) a debatir con ellos sobre temas que le son de interés. Este viernes charlábamos sobre “El trabajo y la capacitación laboral”.

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Debate en el proyecto “Ciudadanización en tiempos actuales” (Capilla de la cárcel)

 

Tomamos la palabra. Proyecto “Ciudadanización en tiempos actuales” (Capilla de la cárcel)
Tomamos la palabra. Proyecto “Ciudadanización en tiempos actuales” (Capilla de la cárcel)

Al terminar dicho evento en el que el trabajo había sido puesto en cuestión, así como la relación de los estudiantes con él, donde habían circulado conceptos e ideas muy potentes respecto a la vinculación del trabajo con la inclusión y la exclusión; un estudiante que no asistió al mismo, desde su pabellón me reclama que le entregue su boletín. A su pedido se sumaron otros y vi en ellos un reclamo poderoso que, para mí no se correspondía con lo que solicitaban. ¿El boletín incluía más que la participación en el evento? 

EXPERIENCIA 2

http://pilaradiario.com/noticias/Tribuna-del-lector-Violencia-en-las-escuelas_14603  http://www.amsafe.org.ar/formacion/index.php/4-el-derecho-a-la-educacion-y-las-trayectorias-escolares-de-ninos-y-jovenes

Luego de escuchar a Luis Cabeda y su experiencia sobre invitar a los docentes a “felicitar a los estudiantes”, nos propusimos provocar a los profesores para que, junto a las notas del 2° trimestre del año, enviaran una “felicitación” a sus estudiantes. Personalizada y basada en la experiencia del tiempo compartido. Confeccionamos entonces, un boletín diferente. Incorporamos una tabla en la parte posterior en la que aparecían todos los motivos por los que cada profesor felicitaba al estudiante. (Ver boletín). Fue impresionante el impacto. Profesores que se negaban a hacerlo, profesores que en lugar de felicitar compartían una característica negativa del estudiante (por ejemplo: “distraído”). Estudiantes sorprendidos, sensibilizados, agradecidos, cercanos.

 Boletín con felicitaciones

1° hoja

CENMA Nº 89

Ciclo lectivo

2013

CURSO DIVISIÓN
ESTUDIANTE: PEREZ,  RAMON
ASIGNATURAS

1º Tri

2º Tri

3º tri

Anual

coloq

Exam

Final

Lengua

9

7,5

Matemática

10

10

Inglés

8,5

8

Historia

9,5

10

Geografía

9,5

10

Físico Quí

7,5

7,5

Biología

7,5

7

Taller ciudadanía y participación

8

8,5

Taller orientación

8

9

Formación para el Trabajo

9,5

9,5

Se trata de un boletín informal, dado para que los estudiantes conozcan y puedan dar a conocer a sus familias las calificaciones obtenidas en sus estudios.

Dorso:

Estudiante: PEREZ, RAMÓN
El profesor… Te felicita por:
Nydia Gómez Por tu aplicación al estudio
Alejandro Ramirez Por las excelentes producciones y relaciones realizadas
Mónica García respeto esfuerzo y participación

Laura Sicardi

Por tu curiosidad, solidaridad y trato respetuoso

María Velez y Natalia Brito

Por tu trabajo constante, tu participación, responsabilidad y reflexión.
Miguel Estuardo Tu participación y aportes en las clases.
Marcela Baigorria Por tu asistencia y trabajo en clase
Claudia Torres entusiasta

Cada profesor expresó su felicitación al mismo estudiante que fueron comunicadas de esta manera.

 

La complejidad de las experiencias relatadas problematizan y ponen en cuestión el boletín, los proyectos integrados, la relación docente – estudiante, la valorización de la escuela y la vinculación de estos aspectos con la evaluación. El boletín, como ritual de una escuela moderna que expulsó a nuestros estudiantes con sus gramáticas y currículum y a la que ellos pretenden y reclaman pertenecer. Exigen estar, ser parte y que esa inclusión se represente a través de ese ritual de “pertenencia”.
Desde esta posición los sujetos estudiantes presos, así como la ideología de los que gobiernan las cárceles, imaginan una escuela tradicional y homogénea que “modere” las conductas de los sujetos a través de prácticas y dispositivos funcionales. El boletín, como única expresión de certificación y como privilegiado medio de comunicación entre la escuela, los estudiantes y las familias; es uno de los rituales que parecen formar parte de un imaginario inclusor.
La pregunta que complica es ¿Cómo potenciar prácticas de intercambio cultural con rituales propios de una escuela expulsora? La política nacional que enmarca la Educación en Contextos de Encierro, así como los proyectos institucionales sueñan otra escuela y otros modos de relacionamientos. La educación como un derecho, la experiencia educativa como escenario de intercambio de saberes, el currículum como lazo social que hace mella en los procesos de inclusión simbólica.
Los boletines como cultura material de la escuela moderna, ritualizados en tanto acreditación del “ser parte”, “comprender”, “aprobar”; son reclamados por los estudiantes como rituales de inclusión a un mundo que ya no existe. Pero también a un mundo del que fueron excluidos. Por ello, este tipo de inclusión ficcional nos pone en el centro de un conflicto. Si el boletín forma parte de lo que llamamos cultura material de la escuela, y pensamos al lazo cultural como lazo identitario, podemos ver traducidas las demandas por un boletín en un reposicionamiento y exteriorización de unos procesos de subjetivación que colocan a los estudiantes presos en un nuevo lugar: el de “estudiantes”. Construyendo una nueva identidad, que los acerca a lo que Robert Castel (1995) denomima: “… la inscripción del sujeto en estructuras portadoras de sentido” . Tener el boletín es ser estudiante, pero no sólo por lo que éste representa físicamente, sino porque puede comunicar al resto un proceso que el estudiante vivió y que lo posiciona como “potencia”. Las buenas calificaciones lo ligan simbólicamente, le modifican su imagen frente al entorno inmediato, pero también legitiman sus potencialidades frente al mundo y a sus propias representaciones.
La exclusión se profundiza cuando se “cierran” las posibilidades de comprensión del mundo y de la cultura y los aconteceres se ritualizan en prácticas supuestamente inclusivas pero que, al estar vacíos de sentido, no producen conflictos. La invitación a más, a hacer algo con los procesos de identidad que ofrece la cultura escolar con su nueva gramática, aquella que amplía cada vez más los procesos de subjetivación. Aquella que provoca, a través del diálogo cultural, a los sujetos en su integralidad, que los conflictúa al atravesarlos con nuevas y diferentes creaciones. Que sacude el cuerpo y el alma al provocar los sentidos y la reflexión. Para graficar esta idea, recupero la última frase del films “César debe morir”: “Cuando el arte entró a mi vida, mi celda se convirtió en una cárcel”.

El boletín en las escuelas que funcionan en las cárceles: entre rito y lazo

Cómo se vinculan, qué representaciones tienen sobre él o qué representa para los sujetos un elemento de la cultura material escolar como el boletín. Constructo que está siendo cuestionado, que en más de una ocasión se convierte en un corsé que pretende encasillar y estructurar, lo que para muchos no puede encerrarse. Lo que ocurre a los sujetos en un proceso de intercambio de experiencia, en un espacio de creación y construcción, raras veces puede ser comunicado a través de un formato pre establecido y estructurado, que viene a imponer un límite temporal externo, que interrumpe, frena, o acelera aconteceres.

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El sujeto estudiante preso: sujeto de derechos

Sin embargo, algo les pasa a los sujetos con él, algo que los lleva a reclamarlo, a necesitarlo y referenciarlo como parte indiscutible e irreemplazable del proceso educativo. Sin boletín, no hay escuela. Si no se tiene el boletín, no se aprendió.  Pareciera que el único elemento de certificación de que lo que aconteció es real, el único que permite que los procesos adquieran materialidad  y puedan comunicarse, es el boletín.

El sujeto estudiante preso
El sujeto estudiante preso