Mi boletín, un breve relato
Reflexionar sobre el boletín escolar me lleva rápidamente a pensar en mi infancia, en mi paso por la escuela primaria y se me presenta el recuerdo de momentos vividos de alegría o en algunas ocasiones de tristeza o decepción que era para mí y para mis padres ver todo aprobado o desaprobado, con notas y comentarios como ” sigue así”, “responsable, buena alumna” o ” espero ver más preocupación por las tareas”.
Pienso en el boletín de mis hijos, y se repite la misma historia de evaluación, cuantitativa y cualitativa (la nota y solo unas líneas de apreciación subjetiva).
Pasaron seis años desde el último boletín de mi hijo y para saber qué pasa hoy en la escuela, y el boletín escolar hablo con mi sobrina que tiene a su hijo en 4 to. grado y le preguntó sobre la evaluación y expresa “espero con mucha ansiedad el boletín y lo que más me preocupa, a parte de la nota son los comentarios de la señorita…siempre me llevo alguna sorpresa , espero que no diga ” más prolijidad y atención” en este trimestre…”
El boletín en su historia sigue siendo un instrumento o herramienta que emite un valor y una apreciación acotada, prevaleciendo todavía la medición de conocimientos, priorizando el control, la verificación de resultados, seguimos estando inscriptos en una evaluación tradicional, que no da cuenta de lo aprendizajes, de los conocimientos adquiridos, de las dificultades específicas, del ritmo de cada uno de los alumnos.
Creo necesario pensar en otras formas de evaluar y plantearnos los interrogantes de ¿para qué evaluamos?, ¿qué se evalúa? ¿Cómo se evalúa? , ¿ Quiénes evalúan?,¿ cómo se evalúa?..Situándonos en qué la evaluación debe dar cuenta de los procesos que los alumnos llevan a cabo para la construcción del conocimiento, la comprensión y explicación de los factores que intervienen en el aprendizaje y rescato esta definición de evaluación de Connell (1997) para seguir pensando:
“Por la evaluación se pueden confirmar, ahondar o sentenciar las diferencias. Por la evaluación también se puede buscar la distribución justa de conocimiento atendiendo a la situación peculiar de cada sujeto y de este, dentro de colectivos más amplios. Lo importante es que la evaluación esté basada en principios de equidad que justifiquen prácticas honestas.”
Adjunto el boletín de mi hijo…nada ha cambiado a pesar del tiempo transcurrido.
Reflexiones que inquietan
La escuela moderna, tal como la conocemos, a lo largo de su historia fue construyendo una cultura material, como señala Viñao Antonio (2008;pág. 31) compuesta por: “A) La disposición, distribución y usos del espacio y el tiempo escolares. B) Los enseres del aula: estufas, relojes, retratos, armarios, estanterías y, sobre todo, el mobiliario de los alumnos y del profesor y su disposición espacial en el aula…[…]…C) El material didáctico escolar o “medios de enseñanza” del profesor y de “instrucción” del alumno. …[…]…. Y los producidos en el seno dicha institución como resultado de actividades propias de la misma (cuadernos escolares, ejercicios y trabajos de los alumnos, exámenes,….)”.
Una cuestión clave a señalar que más allá del tiempo transcurrido el boletín sigue formando parte de una serie de elementos como el cuaderno o planilla de evaluación, las libretas de notas, aunque fue y es el privilegiado: el boletín es un elemento de la cultura escolar que ha marcado y sigue marcando o dejando huellas en nuestras trayectorias escolares. Ha constituido y sigue constituyendo un sistema de evaluación, calificación y promoción de los alumnos. Podemos observar a lo largo del tiempo que solo ha sufrido modificaciones en torno a las materias o áreas que se evalúan y la apreciación personal y social del alumno, dando lugar a una evaluación que sólo informa cuantitativa de los logros alcanzados por los estudiantes.
El boletín escolar debe poder dar cuenta de la “honestidad” de la buena enseñanza y de la buena evaluación de los aprendizajes. (Anijovich, R; 2010) aunque este proceso es complejo, mucho más de lo que parece en las palabras.
Tal vez deberíamos pensar en cómo cambiar las miradas acerca del sentido y el valor del boletín, que es un símbolo de las categorizaciones, las escalas, las jerarquías en el aula. Y nos preguntamos:
¿Podemos pensarnos sin esos instrumentos calificadores para poder preocuparnos por los sujetos?
¿Será posible mirar la evaluación con verdadero sentido formativo y no como clasificador?
¿Podremos cambiar las prácticas pedagógicas sin cambiar la evaluación como elemento clave?
¿Podemos pensar en espacios/modos/instrumentos diferentes a los actuales en relación a las calificaciones?
Porque si hay algo que se ha mantenido de manera casi inalterable es el boletín, con sus mensajes explícitos e implícitos que hacen que los niños terminan muchas veces convencidos de que no podrán, no accederán, no lo lograrán…
BIBLIOGRAFÍA
- Abreu Junior, Laerthe de Moraes (2004) “O caderno de recortes sobre educação do ‘Diário Oficial do Estado de São Paulo’: indícios de cultura material na Escola Primária ‘Dr. Jorge Tibiriçá’ (1930-1947)”, Revista Brasileira de História, v. 24, nº 48, p.171-188.
- Escolano, Agustín (2010) “La cultura material de la escuela y la educación patrimonial”, Educatio Siglo XXI, vol. 28, nº 2, pp. 43-64.
- Pennac, D. (2008) Mal de escuela. Mondadori. Buenos Aires.
- Perrenoud, P (2008) La evaluación de los alumnos. De la producción de la excelencia a la regulación de los aprendizajes. Entre dos lógicas. Colihue. Buenos Aires.
- Vidal, Diana (2007) “Culturas escolares: entre la regulación y el cambio”, Propuesta Educativa, año 16, nº 28, pp. 28-37.
- Vidal, Diana (2008) “Cultura escolar. Una herramienta teórica para explorar el pasado y el presente de la escuela en su relación con la sociedad y la cultura”, Diploma Superior en Currículum y prácticas escolares en contexto, Buenos Aires, FLACSO Virtual.
- Viñao, Antonio (2008) “La escuela y la escolaridad como objetos históricos. Facetas y problemas de la historia de la educación”, História da Educação, vol. 12, n° 25, pp. 9-54.
- Páginas web: http://www.me.gov.ar/monitor/nro0/pdf/monitor17.pdf