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Los sujetos escolares y el boletín

EXPERIENCIAS REFERIDAS AL TEMA

de Miriam Meier

  1. El niño en la escuela esta al azar del docente o que otros condicionantes lo predeterminan era una de las preguntas con las que contextualicé el problema del boletín en el foro de práctica 1, que hoy a la distancia se puede observar en el resultado del boletín si se compara los boletines de 2º, 3º y 4º grado que se muestran más arriba, puesto que el de 3º grado justamente el del medio tiene una diferencia enorme en las calificaciones y de ahí la relación por el recuerdo. Si bien las maestra de 2º y 4º eran distintas personas en ambas se podía apreciar que te daban afecto, que había calidez  para con sus alumnos, te daban seguridad, tranquilidad, confianza, se sentía el trato amable, había diálogo, se notaba la mirada comprensiva de las maestras, era agradable estar en la escuela, en el aula, era como estar en casa; sin embargo en 3º grado recuerdo que la mañana era larga, era incómodo, se generaba ansiedad y miedo,  hoy me trae al recuerdo que al menos una vez la maestra tenía  una varita en el aula (hablando del año 79, y  no recuerdo haberlo contado en la casa).
  2. A una persona  que de chica le decían “yo no puedo” cuando se referían a ella tomando como algo gracioso, sin saber que esas palabras hacen daño, marcan y simplemente porque le habían pedido que haga algo al que no estaba preparada por la edad, pues era muy pequeña; sin embargo a ella le responde varias veces con esa frase a la que por año se la repitieron. Esa persona en lo académico tuvo mucha dificultad, pero logra finalizar el secundario tras repetir un año en el que se afianza y lo termina. Después de muchos años la encuentro y es una persona realizada, es muy perseverante que de no serlo no lograría llevar a cabo el trabajo que lo realiza actualmente. A la vez que  comprende y tiene una mirada reflexiva de los aconteceres de la vida, que le permite abordar a conclusiones como aquel que tuvo un mejor resultado académico y que ha hecho estudios superiores. Sin embargo por cuánto sufrimiento habrá pasado por la frustración que le generó los resultados de calificaciones, como habrá incidido el “yo no puedo” que lo estigmatizaba que además se reforzaba porque no veían en ella otras facilidades que tenía, que a partir de allí la hubieran incorporado a  los aprendizajes, en otras formas, áreas que hoy las lleva a cabo y que  le permitió también desarrollarse en lo profesional y personal.

REFLEXIÓN DE VARIOS PROBLEMAS DE LAS EXPERIENCIAS NARRADAS TENIENDO EN CUENTA LOS APROTES BIBLIOGRÁFICO DE LAS CLASES

Uno de los problemas narradas en las experiencias es que si el niño en la escuela estaría al azar del docente  para contar con buenas experiencias de su trayectoria escolar o si depende de otros condicionantes, a lo que la reflexión y lo aportado en las clases es que una escuela inclusora es vista  como posible si se cambien actitudes hacia los jóvenes. Que habría que cambiar ciertas prácticas y formas de relacionarse con los estudiantes, confiados de que el respeto hacia ellos genera respuestas positivas. Crear condiciones para desarrollarse como actores sociales.  La escuela tiene una parte sustantiva, continúa siendo un lugar de encuentro entre las generaciones. Tener en la cultura el cuidado al otro a través de la enseñanza sistematizada de conocimientos. Las nuevas infancias demandan un lugar en la escuela. El reconocimiento como sujetos autónomos y como ciudadanos exige construir nuevas formas una autoridad cultural docente. No es posible enseñar valores ciudadanos desde la sumisión y desigualdad.

Algo relacionado  a la materialidad del boletín es que  este conjunto que podríamos llamar  cultura material de la escuela permite conocer las estrategias de formación de la corporeidad de los sujetos impuestas por los mecanismos de poder.  Al estigma que genera, las huellas que dejan  y marcan las trayectorias de vida, es así que el boletín también produce alteraciones como materialidad conducen a reflexionar sobre las concepciones vigentes en torno a los estudiantes, al conocimiento y su producción, y a las maneras en que niños y adolescentes se apropian de él. La cultura material de la escuela produce sentimiento que uno tiene de conectar su propio pasado a través del contacto con estos objetos.

La noción de fracaso puede atribuirse a la escuela en sus modelos de organización pedagógica y didáctica. Ser un alumno que se las arregla solo en el marco escolar, es decir autónomo o en su defecto poco autónomo podría resultar una categoría que se asocie al fracaso escolar. De este modo estaríamos ante nuevas formas de estigmatizaciones producidas por los nuevos dispositivos de saberes y de ejercicio de poder. Las trayectorias no son lineales ni progresivas, tienen contramarcadas, son más extendidas en el tiempo o tienen destinos inciertos. El curriculum, en tanto organizados de los saberes y de la secuencia de su adquisición no contempla la complejidad en las transiciones juveniles actuales. Deben revisarse las “trayectorias escolares ideales” y con ella el conjunto de dispositivos pedagógicos que los regulan como los sistemas de calificación, las acreditaciones, las evaluaciones etc. Es necesario pensar la noción de fracaso en función que integre y que no excluya, régimen académicos diferentes a muchos que componen la juventud actual. Imaginar propuestas que supongan regulaciones temporales diferentes. Repensar las relaciones personales y de autoridad inter-intra generacionales y un curriculum con conocimientos que dé lugar a experiencias cultural moldeada por lo masmediatico sin reproducirla.

 

El Discurso del Rey – Discurso Final   Aquí puede notarse el tacto del maestro para dar la ayuda ajustada, la que ofrece la confianza necesaria para que el otro pueda progresivamente valerse por sí mismo.

Pensar que el boletín es una limitante o un motivador para que el sujeto escolar se reconozca exitoso no es desacertado. Cuanto estigmatiza la huella de malas experiencias escolares que se reflejan en el boletín; sin considerar que ese hecho signifique para el colectivo docente una oportunidad que genere mejora, desde donde partir para trabajar y así lograr recuperar la confianza del alumno en sí mismo. Lo que representa el resumen del boletín de lo transcurrido en cada etapa escolar produce significado en las vidas de las personas; allí está volcado los esfuerzos, los desajustes con lo establecido, la empatía, porque la evaluación siempre es subjetiva y no puede desprenderse de esa verdad. Se podría debatir si el boletín realmente representa lo que el sujeto incorporó como aprendizaje propio, es decir que no solo pueda identificar el conocimiento y decir concepto, sino que pueda también saber donde aplicarlo pero además transformarlo, recrearlo, aportando desde su singularidad. Cuanto se condiciona para el futuro por el mal trato por poder que se representa en el boletín. Cuantas formas de hacer se deja de lado por considerar solamente lo estipulado, limitando vocaciones, intereses, facilidades; que no se verán plasmadas en el boletín porque suele tener parámetros esperados diferentes, tomando como error aquello que se dispersa de lo establecido.

 

http://www.lanacion.com.ar/1588936-repudian-adoctrinamiento-politico-en-boletines-escolares

Historia de una idea polémica

Las recompensas en la escuela

Inés Dussel

Desde hace mucho tiempo, los docentes buscaron modos de reconocer a sus alumnos cuando realizan un buen trabajo o se portan “correctamente”. La “aprobación y estima” de los maestros fue por muchos años para los alumnos un elemento valioso, que solía cobrar forma material en medallas, libros, estampitas o notas en los cuadernos. En la Grecia antigua, por ejemplo, se daba una corona de laureles a los atletas jóvenes que se destacaban en sus disciplinas. Esa costumbre se retomó en el Renacimiento, cuando la “corona de la virtud” se daba a los mejores alumnos como premio por su desempeño en los estudios. En la Inglaterra del 1600, se entregaban lapiceras y flechas de plata a los estudiantes destacados; sus profesores, por otra parte, también recibían un premio en monedas cada vez que sus alumnos triunfaban en disputas académicas con otros colegios o universidades.1

Con el correr de los años, la masificación de la escuela volvió más difícil entregar medallas u objetos de valor.

También surgieron posturas pedagógicas contrarias a los premios monetarios que, se afirmaba, creaban conductas especuladoras y poco independientes en los alumnos. Veamos, por ejemplo, qué se decía en la Argentina de la década de 1880:

“A efecto de asegurar el orden durante las clases y patentizar la disciplina en todos los actos del día, …cada sección de 10 alumnos tiene un capitán que se elige a votación y está encargado de pasar revista de aseo diariamente, y cada jueves, revisar los libros y cuadernos para recompensar al que los tenga en buen estado y multar al descuidado. Las recompensas y penas consisten en ganar ó perder monedas ó billetes, que se cambian cada semana por vales y estos por cédulas, cuyo canje se continúa haciendo durante el año.”(Lijó, José, “Escuela elemental de varones Nº 1 de Chacabuco”, en: Revista de Educación. Nº XXII abril de 1883, pág.369)

En cambio, un inspector opinaba que no debía usarse el dinero para incentivar las buenas conductas:

“La recompensa o el castigo deben ser únicamente de carácter moral. (…) Yo creo que tratándose de los niños que concurren a nuestras escuelas, . el premio es una necesidad basada en la justicia, teniendo por objeto la recompensa y el estímulo para continuar en las buenas obras….” (Inspector General de Escuelas Dr. Nicanor Ibarra, “Recapitulación de las Conferencias Pedagógicas del Verano”, en: Revista de Educación. Año 3. Nº XXXIV. Abril de 1884:pág.395)

En aquella época, los premios dejaron de ser monetarios y tomaron la forma de diplomas o estampitas que se les daban a los alumnos en ocasiones especiales. Una maestra encargada de dar conferencias pedagógicas opinaba en 1884 que la única recompensa aceptable era el sistema de calificaciones, y que no era necesario dar otro estímulo a los estudiantes.2Esto llevó, muchas veces, a que el sistema de calificaciones fuera usado como castigo para faltas disciplinarias y no solo señalara problemas en el estudio. También convirtió en habitual una práctica como el cuadro de honor, que daba una recompensa simbólica a algunos estudiantes y creaba jerarquías dentro de los grados, premiando muchas veces a los que venían de hogares con más preparación académica y a los que eran más obedientes.

Hoy es mucho menos común encontrarse con recompensas de este tipo. Los docentes escriben o dicen notas afectuosas y alentadoras, y las “caritas sonrientes “en los cuadernos han reemplazado las estampitas y diplomas. Sin embargo, no está de más preguntarse si los mismos sistemas clasificatorios que llevaban a recompensar a alumnos y alumnas por su carácter “obediente, prolijo y limpito”3, no siguen operando bajo formas más sutiles y cada vez más ineficaces, ya que los chicos perciben tempranamente que la sociedad no valora esas cualidades como cuestiones importantes.

Para finalizar, es claro que todos queremos que nos reconozcan cuando realizamos un buen trabajo, cuando nos esforzamos para hacer las cosas bien, o cuando afrontamos con éxito una dificultad. Esas palabras de aliento y de estímulo son muy significativas para animarse con los pasos que siguen. Lo que hay que cuidar es que ese reconocimiento no reproduzca jerarquías sociales o culturales entre los alumnos, y esté igualmente disponible para todos.

Y también es importante que ese reconocimiento tome formas consistentes con lo que buscamos transmitirles a chicas, chicos y adolescentes acerca de lo que tiene valor en nuestra sociedad. Qué conductas destacamos y alentamos, y de qué modos, es una decisión sobre la que vale la pena reflexionar.

1 Fenn, P. y Malpa, A., Rewards of Merit. Tokens of a Child´s Progress and a Teacher´s Esteeem, The Ephemera Society of America, Charlottesville, 1994.

2 “Conferencia del 23 de marzo sobre penas y recompensas escolares por la Maestra Superiora Señorita Segunda Duprat” en: Revista de Educación. Año 3. Nº XXXIV. Abril de 1884, pág. 370- 375.

3 Ginocchio,V., Alumnos obedientes, prolijos y aseados, Tesis de Maestría, Escuela de Educación. Universidad de San Andrés, 2006.

En http://www.me.gov.ar/monitor/nro8/museo.htm

El BOLETÍN ESCOLAR DESDE LA MIRADA EVALUATIVA

Mi boletín, un breve relato

Reflexionar sobre el boletín escolar  me lleva rápidamente a pensar en mi infancia, en  mi paso por la escuela primaria  y se me  presenta el recuerdo de momentos vividos de  alegría o en algunas ocasiones de tristeza o  decepción  que era para mí y para mis padres ver  todo aprobado  o desaprobado, con notas y comentarios como ” sigue así”, “responsable, buena alumna” o ” espero ver más preocupación por las tareas”.

Pienso  en  el  boletín de mis hijos, y se repite  la misma historia de evaluación, cuantitativa y cualitativa (la nota y solo unas líneas de apreciación subjetiva).

Pasaron  seis años desde el último boletín de mi hijo y para saber qué pasa hoy en la escuela, y el boletín escolar  hablo con mi sobrina  que tiene a   su hijo en  4 to. grado  y le preguntó sobre la evaluación y   expresa “espero con mucha ansiedad el boletín  y  lo que más me preocupa, a parte de  la nota  son los comentarios de la señorita…siempre me llevo alguna sorpresa , espero que no diga ” más prolijidad y atención” en este trimestre…”

El boletín en su historia sigue siendo un instrumento o herramienta que emite un valor y una apreciación acotada, prevaleciendo todavía la medición de conocimientos, priorizando el control, la verificación de resultados, seguimos estando inscriptos en una evaluación tradicional, que no da cuenta de lo aprendizajes, de los conocimientos adquiridos, de las dificultades específicas, del ritmo de cada uno de los alumnos.

Creo necesario pensar en otras formas de evaluar y  plantearnos los interrogantes de ¿para qué evaluamos?, ¿qué se evalúa? ¿Cómo se evalúa? , ¿ Quiénes evalúan?,¿ cómo se evalúa?..Situándonos  en qué la evaluación debe dar cuenta de los procesos que los alumnos llevan a cabo para la construcción del conocimiento, la comprensión y explicación de los factores que intervienen en el aprendizaje y rescato esta definición de evaluación de Connell (1997) para seguir pensando:

“Por la evaluación se pueden confirmar, ahondar o sentenciar las diferencias. Por la evaluación también se puede buscar la distribución justa de conocimiento atendiendo a la situación peculiar de cada sujeto y de este, dentro de colectivos más amplios. Lo importante es que la evaluación esté basada en principios de equidad que justifiquen prácticas honestas.”

Adjunto el  boletín de mi hijo…nada ha cambiado a pesar del tiempo transcurrido.jpg. ramiro

Reflexiones que inquietan

La escuela moderna, tal como la conocemos, a lo largo de su historia  fue construyendo  una cultura material,  como señala Viñao Antonio (2008;pág. 31) compuesta por: “A) La disposición, distribución y usos del espacio y el tiempo escolares. B)  Los enseres del aula: estufas, relojes, retratos, armarios, estanterías y, sobre todo, el mobiliario de los alumnos y del profesor y su disposición espacial en el aula…[…]…C) El material didáctico escolar o “medios de enseñanza” del profesor y de “instrucción”  del alumno. …[…]…. Y los producidos en el seno dicha institución como resultado de actividades propias de la misma (cuadernos escolares, ejercicios y trabajos de los alumnos, exámenes,….)”.

Una cuestión clave a señalar que más allá del tiempo transcurrido el boletín sigue formando parte de una serie de elementos como el cuaderno o planilla de evaluación, las libretas de notas, aunque fue y es el privilegiado: el boletín es un elemento de la cultura escolar que ha marcado y sigue marcando o dejando huellas en  nuestras trayectorias escolares. Ha constituido y sigue constituyendo un sistema de evaluación, calificación y promoción de los alumnos. Podemos observar  a lo largo del tiempo que solo ha sufrido modificaciones en torno a las materias o áreas que se evalúan y la apreciación personal y social del alumno, dando lugar a una evaluación que sólo informa cuantitativa de los logros alcanzados por los estudiantes.

El boletín escolar debe poder dar cuenta de la “honestidad” de la buena enseñanza y de la buena evaluación de los aprendizajes. (Anijovich, R; 2010) aunque este proceso es complejo, mucho más de lo que parece en las palabras.

Tal vez deberíamos pensar en cómo cambiar las miradas acerca del sentido y el valor del boletín, que es un símbolo de las categorizaciones, las escalas, las jerarquías en el aula.  Y nos preguntamos:

¿Podemos pensarnos sin esos instrumentos calificadores para poder preocuparnos por los sujetos?

¿Será posible mirar la evaluación con verdadero sentido formativo y no como clasificador?

¿Podremos cambiar las prácticas pedagógicas sin cambiar la evaluación como elemento clave?

¿Podemos pensar en espacios/modos/instrumentos diferentes a los actuales en relación a las calificaciones?

Porque si hay algo que se ha mantenido de manera casi inalterable es el boletín, con sus mensajes explícitos e implícitos que hacen que los niños terminan muchas veces convencidos de que no podrán, no accederán, no lo lograrán…

BIBLIOGRAFÍA

  • Abreu Junior, Laerthe de Moraes (2004) “O caderno de recortes sobre educação do ‘Diário Oficial do Estado de São Paulo’: indícios de cultura material na Escola Primária ‘Dr. Jorge Tibiriçá’ (1930-1947)”, Revista Brasileira de História, v. 24, nº 48, p.171-188.
  • Escolano, Agustín (2010) “La cultura material de la escuela y la educación patrimonial”, Educatio Siglo XXI, vol. 28, nº 2, pp. 43-64.
  • Pennac, D. (2008) Mal de escuela. Mondadori. Buenos Aires.
  • Perrenoud, P (2008) La evaluación de los alumnos. De la producción de la excelencia a la regulación de los aprendizajes. Entre dos lógicas. Colihue. Buenos Aires.
  • Vidal, Diana (2007) “Culturas escolares: entre la regulación y el cambio”, Propuesta Educativa, año 16, nº 28, pp. 28-37.
  • Vidal, Diana (2008) “Cultura escolar. Una herramienta teórica para explorar el pasado y el presente de la escuela en su relación con la sociedad y la cultura”, Diploma Superior en Currículum y prácticas escolares en contexto, Buenos Aires, FLACSO Virtual.
  • Viñao, Antonio (2008) “La escuela y la escolaridad como objetos históricos. Facetas y problemas de la historia de la educación”, História da Educação, vol. 12, n° 25, pp. 9-54.
  • Páginas web: http://www.me.gov.ar/monitor/nro0/pdf/monitor17.pdf

Acerca de la evaluación y los boletines en escuelas del ámbito rural

Quiero rescatar un tema que a mí particularmente me interesa que es la educación en ámbitos rurales, a partir del plurigrado. En estos casos, tal como plantea Terigi (2006), la gradualidad se cumple dentro de una sección múltiple. Allí se plantean estrategias metodológicas y actividades que rompen con las formas de trabajo de escuelas con secciones convencionales con alumnos de una misma edad o de un mismo grado en el aula. Y me pregunto qué pasa con la evaluación, la calificación y con la información que se escribe en los boletines, por ejemplo ¿se califica el grado de autonomía alcanzado por los alumnos, o el trabajo colaborativo entre alumnos de grados diferentes que trabajan y aprenden juntos? ¿Qué se informa en esos boletines?, si se piensa en estrategias evaluativas que no den como resultado calificaciones individuales ¿cómo se vuelca esa información en un boletín común? Los saberes que se acreditan ¿incluyen los contenidos y conocimientos alrededor de las tecnologías y los medios? Porque si se piensa en diferentes formas y capacidades resultantes de estas heterogéneas maneras de enseñar y de aprender, eso ¿se contempla en los boletines? ¿O los boletines siguen siendo idénticos, homogéneos, comunes a las escuelas graduadas con sección única?

Por otro lado pienso en cómo se podría resolver la información que entrega o trasmite un boletín si propongo un trabajo alrededor de proyectos interdisciplinarios en un aula rural, donde la gradualidad existe porque es parte del sistema, pero hay otro tipo de experiencias, aprendizajes, saberes circulando que no aparecen en la lista del boletín.

Bueno, como verán, lo mío son todas preguntas, no logro encontrar respuestas posibles, para un sistema educativo como el nuestro, que sigue manteniendo algunas características idénticas desde hace más de 130 años.

Mabel Diaz

Sobre los sujetos y la evaluación…

En relación a la construcción de la subjetividad, justamente esta viñeta muestra de manera muy clara este proceso implícito que significa una “buena” calificación para un alumno.

Aquí también aparece esta idea del mensaje que traen las calificaciones/los boletines/las pruebas/los exámenes: “para el profesor las notas son un medio de controlar el trabajo y el comportamiento de sus alumnos. La evaluación remitida  al alumno o al grupo nunca tiene por único fin situar a cada uno en su justo nivel de excelencia. Es un mensaje, cuyos fines son pragmáticos. ” (Perrenoud; 2008: 40)

 

Mafalda y la ironía sobre el tema…

En palabras de Perrenoud (2008) “Se considera que los alumnos tienen éxito o fracasan en la escuela porque se los evalúa, en función de exigencias manifestadas por los docentes u otros evaluadores, que siguen los programas y otras directivas dictadas por el sistema educativo.” (Pág. 29)Tal vez pensando desde Manolito de la tira Mafalda, ¿por qué no se evaluarán los saberes que los alumnos poseen, traen, y sólo los hacen de los saberes/conocimientos válidos para la escuela?

 

Para seguir pensando en el valor de los boletines, y como disparador en una reunión de personal

“Profesores, hermanos míos, os lo suplico; pensad en vuestros colegas cuando, en el silencio de la sala de profesores, escribís en los boletines que «el tercer trimestre será decisivo». Timbrazo instantáneo de mi teléfono:

—¡El tercer trimestre, narices! La decisión está ya tomada desde el principio, claro.

—El tercer trimestre, el tercer trimestre, la amenaza del tercer trimestre le trae sin cuidado, ¡jamás ha hecho un solo trimestre como es debido!

—El tercer trimestre… ¿Cómo quiere usted que recupere semejante retraso en tan poco tiempo? Saben perfectamente que con tanta fiesta el tercer trimestre tiene más agujeros que un queso de gruyére…” (Pennac, D.; 2008: 15)

Siguiendo a Perrenoud (2008) la pregunta será: ¿de qué está hecha la excelencia escolar? y en ese sentido, cuáles son los mecanismo que dan lugar a estas escalas, calificaciones, frases con apreciaciones que van desde deseos, acusaciones, calificación, ánimos y sentencia en las observaciones.

Para comenzar, una imagen muy representativa

Esta contratapa del libro de Daniel Pennac, llamado “Mal de escuela” del año 2008, da pie a muchas de las ideas que intentaremos plantear, para reflexionar sobre los elementos que aparecen.

 Es decir, por un lado aparecen las disciplinas, rígidamente separadas entre sí, luego la calificación correspondiente al trimestre y luego un mensaje, que conjuga deseos, valoraciones, incentivos, denuncias. Y cierra con una frase que el mismo autor luego analiza: El tercer trimestre será decisivo.

 

Reflexionar sobre el tema que seleccionamos nos vincula con la problemática de la evaluación en general y de los boletines, en relación a los procesos educativos y los sujetos.

El boletín debería poder desmarcarse de la significación de “control” y dar cuenta de qué se enseña y qué se aprende, para alcanzar una plena e integral formación de la persona.

Particularmente nos encontramos en un dilema, ya que pensamos a la evaluación como un componente de la propuesta didáctica, pero que por razones propias del sistema educativo nos obligan a plantear jerarquías, calificar, cerrar con una nota, poner “nota”, “ponderar”. Calificación que luego se traslada a planillas, que finalizan su recorrido en el boletín. Y los boletines se convierten en el objeto que “concretiza”, que cierra este período.

Por otro lado los saberes que intentamos transmitir, los conocimientos que esperamos sean apropiados por nuestros estudiantes, que sean discutidos, reflexionados por nuestros alumnos, nos dan el espacio para la evaluación, el tiempo de poder “ver” qué está sucediendo en los sujetos y su subjetividad. Poder “mirar, reflexionar y actuar” para conocer el camino que recorre el alumno y cómo lo recorre, para detectar lo positivo y lo negativo, las dificultades y las posibilidades de cada uno.

Pero esos procesos, tal como actualmente están planteados,  generarán estratos, jerarquías que marcan, dejan huella, pero que son parte de la cultura escolar. Es casi imposible pensar en una escuela sin boletín y por eso, nos parece interesante pensar en los boletines a lo largo de la historia reciente y sus vínculos con los sujetos y saberes.