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Las emociones asociadas al boletín

Retomando las experiencias compartidas en el Foro de Prácticas Nº 1, comparto las acciones que llevo a cabo actualmente en relación con el boletín escolar como docente de nivel secundario en escuelas artísticas ubicadas en la zona sur de la CABA. Como comenté en el Foro, desde hace cuatro años elaboro una devolución- que toma la forma de comentario escrito- para cada uno de los estudiantes, independientemente de la cantidad, que varía en cada ciclo lectivo escolar. Esta retroalimentación no concierne a los aspectos académicos solamente (cuestión que en algunos casos no puedo dar suficiente cuenta por la vasta cantidad de materias que por incumbencia profesional no dicto), sino al sostenimiento de las trayectorias escolares que como docente-ciudadana debo garantizar en pos de la obligatoriedad que reviste el nivel secundario. De allí, que considero un aspecto central la importancia en la confianza y en las temporalidades que se ponen en juego en las relaciones pedagógicas. Por ello, retomo los siguientes interrogantes que formulé en el espacio de intercambio virtual ¿Qué características asumen las relaciones pedagógicas, conformadas por poblaciones heterogéneas (desde los simbólico-cultural, pasando por lo socio-cognitivo y lo estructural),para los estudiantes y profesores en las prácticas escolares del siglo XXI ? ¿De qué manera re-significan la cultura escolar material?
La segunda experiencia que me interesa compartir sucedió el año pasado en una de las escuelas artísticas de nivel secundario, ubicada en el barrio de Lugano, en el sur de la CABA. Fui la tutora del 4º año, un grupo de 20 estudiantes, repitentes algunos, otros con problemas de aprendizaje en lecto-comprensión, así como también, debo destacar como rasgo de todos ellos la persistencia en querer superarse por ser primera generación de sus familias en egresar del secundario. Sucedió en la reunión de padres, al finalizar el segundo trimestre, a la cual concurrió la mayoría de las familias de los alumnos. Intercambios sobre diversos temas, hasta que llegó el momento de entregarles el boletín; cada uno contenía la devolución, que comenté anteriormente, a la que denominé “Hoja de ruta”, a modo de itinerario de cada estudiante, con mis comentarios, a los cuáles añadía lo de los profesores de las otras materias, y el mío personal. Con cada estudiante, conversaba sistemáticamente sobre esto e incluía su punto de vista en este escrito, a través de preguntas proyectivas con el fin de indagar sobre los sentidos que atribuía sobre su experiencia en la escuela. Muchos, a través de dibujos y frases expresaban con honestidad sus vivencias personales. En uno, decía “Nunca es tarde para mí, siempre persistiré hasta el final aunque sea complicado” cuando la madre de este joven leyó esto último, su rostro se iluminó de una manera especial y me dijo por lo bajo “es que él [por su hijo] no quiere saber nada con dejar la escuela, porque más allá de sus problemas (…) dice que acá encuentra un lugar para estar.”

Como reflexión sobre las experiencias relatadas, encuentro un interrogante sustancial sobre el carácter obligatorio del nivel secundario, según la actual normativa que regula el sistema educativo argentino. ¿Cuáles son los sentidos que atribuyen los docentes, estudiantes y familias sobre el ingreso, permanencia y terminalidad de los estudios? Hoy en día, el sostenimiento de las trayectorias escolares es muy complejo dado que se encuentra entrecruzado con procesos sociales y personales que también le otorgan significación a la función escolarizadora de la escuela. Mi experiencia de trabajar con poblaciones que han padecido situaciones de vulnerabilidad social me lleva a pensar en las estrategias de intervención que día a día deberé re-crear en pos de sostener estas trayectorias escolares plurales, diversas, culturales y heterogéneas. Al mismo tiempo, otro concepto que me parece fundamental en este sentido es el de fragmentación social, desarrollado analítica y conceptualmente por Tiramonti. No se trata del carácter estructural que fuera estudiado por otras líneas teórico-metodológicas sobre la segmentación educativa y sus mecanismos de segregación. Por el contrario, enfatizamos la idea de fragmentación como práctica social que tiende a la diferenciación de grupos socioculturales distintos. La distancia a la que refiere el concepto de fragmentación alude a la existencia de mundos culturales distantes, que no tienen un orden en una escala jerárquica. Por ese motivo, cuando se dice que el sistema educativo está fragmentado nos referimos a distancias que no pueden medirse en términos de mayor o menor conocimiento sino que se distinguen por pertenecer a mundos culturales que difieren entre sí según los valores, expectativas, modos de vida que los organizan. Ahora bien, ¿la escuela puede re-concebir el tiempo y el espacio escolar dando lugar a lo multiple y a las diferencias?

Comparto los siguientes enlaces sobre el tema:

  • http://curriculum2e.wordpress.com/   “Boletines escolares: una mirada más allá de la ventana”, sitio web elaborado por docentes y especialistas en educación.
  • http://www.unesco.org/new/es/havana/areas-of-action/education/red-de-escuelas-asociadas-a-la-unesco/proyecto-boletines-escolares-por-una-cultura-de-paz/
  • http://blogs.flacso.org.ar/darlanota/nuestras-producciones/los-boletines-escolares-una-mirada-conjunta/

• Film Entre los muros.
• La historia de Ron Clark.

El interés por la selección del presente eje temático radica en analizar el modo en que las emociones y los deseos, en tanto componente de la subjetividad humana, han sido relegados en las prácticas educativas escolares desde la génesis de la escuela como dispositivo moderno. Específicamente, a través del boletín, entendido como objeto de la cultura material escolar, se provoca un conjunto de prácticas que exceden al discurso formal que ese documento expresa -desde la nomina del conjunto de asignaturas con su respectiva calificación, pasando por cuestiones de carácter institucional-organizacional y hasta la apreciación sintética y sucinta de ciertas cualidades de los estudiantes – del orden de lo sensible que inciden en la subjetividad y configuración identitaria de los docentes, los alumnos y sus familias. Motiva la elaboración de esta producción, la necesidad de analizar y problematizar sobre un tema que reviste especial significación en el sostenimiento de las trayectorias educativas y el quehacer docente-profesional cotidiano en las instituciones.

Reflexión sobre los boletines

de Ma. Rosa Lujuy

Los niños que ingresan al sistema escolar traen consigo una variedad de conocimientos que deben ser incorporarlos al proceso educativo, y con lo que nos permitiría a los profesores incluir estos conocimientos para ayudarnos a no establecer determinaciones tan definidas en relación de los perfiles que se vislumbran con los reportes escolares[1].

Incorporar a la cultura escolar la cultura de la infancia nos permitiría generar más posibilidades de decisiones en relación al futuro que nuestros estudiantes elijan.

En relación a lo anterior, líneas de investigación nos he permitido visualizar dinámicas y relaciones asociadas a la socialización infantil. La Sociología de la Infancia[2], ha comenzado a discutir estas formas de caracterizar la cultura infantil.

Esto ha permitido ir incorporando elementos con los cuales se ha enriquecido la práctica docente y al mismo tiempo ha generado que los profesores agreguen repertorios que van más allá de las calificaciones u las habilidades y competencias que los estudiantes pueden desarrollar en una signatura de clase para definir en lo que estos estudiantes pueden ser buenos; y con lo cual se ayuda a no determinar a las personas a través solamente de los boletines escolares.

En este sentido, una de las líneas de trabajo de la Sociología de la Infancia es sobre: El niño es un participante activo del proceso que define su identidad: junto con el adulto, participa de la constitución de su identidad social, aunque en diferentes posiciones de poder.[3]

Aun cuando, estas ideas han sido incorporadas a las prácticas educativas, seguimos ingresado a la escuela definida por una serie rituales y de códigos manifiestos y/o tácitos, que funcionarán como contextos de desempeño de cada cual: estudiante, docente, directivo, padre, entre otros. De cada rol, la institución tiene expectativas y para cada uno tiene algunas promesas. Quien quiebre las expectativas, se verá privado de las mieles de sus promesas y, de ese modo, se van configurando “buenos” y “malos” alumnos, “buenos” y malos” docentes, familias “bien” o “problemáticas”, “ausentes”, etc[4].

Por esta razón, estamos frente a un desafío que supone avanzar en la modificación de ciertas prácticas escolares del espacio escolar. Los niños viven hoy en sociedades que permiten, más que antes, que se discuta libremente y que se oponen a la autocracia. De la misma manera, su reconocimiento como sujetos autónomos y como ciudadanos imprime nuevas exigencias a las formas de construir una autoridad cultural docente.[5]


[1] Stagno, Leandro, Clase 1: Sobre las formas de pensar y vivir las infancias, pág. 9

[2] Stagno, Leandro, Clase 1: Sobre las formas de pensar y vivir las infancias, pág. 9

[3] Ibid.

[4] Siede, Isabelino, clase 3: Articulaciones, filtraciones, contrastes y aportes entre los niveles inicial y primario.

[5] Stagno, Leandro, Clase 1: Sobre las formas de pensar y vivir las infancias, pág. 9

de Ma. Rosa Lujuy

En cuanto a los boletines escolares, les comento que en Chile se llaman libretas de notas o informes de notas, los cuales se entregan (los informes) dos veces en el semestre y la libreta se entrega al final del semestre con los respectivos promedios.
Bueno la descripción que se pueden realizar de las libretas de notas, es que en ellas se entregaba un informe de personalidad en donde se expresaban en términos cualitativos evaluaciones en torno al comportamiento, responsabilidad, asistencia, entre otros.
También incluía un espacio en el cual la profesora o profesor describía los interese de cada estudiante de acuerdo a los promedios que se tenían en cada asignatura.
Por ejemplo, si uno tenía buen promedio en Historia, era buena para el área humanista.
Luego venía el espacio donde estaban las asignaturas, las notas y los promedios semestrales. Y en la parte de atrás se ponía una observación positiva sobre el trabajo realizado.

En relación a las sensaciones que como estudiantes se tenían en relación a la libreta de notas es que esta determinaba la vida futura de los alumnos, ya que se suponía que según el “área de interés” que se definía a partir del promedio de notas que se tenía en ciertas asignaturas, era lo que se tenía que potenciar y por tanto otras “áreas de interés” que se podían llegar a tener como estudiantes se dejaban de lado en función de “las potencialidades” que cada uno tenía.

Por tanto los reportes o libretas que al final de cada curso eran entregadas y nos iban forjando como personas, e se suponía, nos iban orientando en relación a lo que se creía haríamos a futuro, si seguiríamos estudios superiores o simplemente salíamos al campo laboral.

En este sentido las libretas de calificaciones eran muy importante y por tanto muy determinantes para nuestra vida futura.

“¡¡¡¡Felicitaciones!!!! Ocupaste el Cuarto lugar”: El Boletín Escolar y el éxito profesional”

Ma. Rosa Lujuy

El Interés acerca de las emociones asociadas al boletín escolar, se relaciona con el poder que estos pueden tener para definir a los estudiantes en términos futuros.

La entrega de boletines implica una determinación en relación a las capacidades, habilidades y/o conocimientos que los estudiantes tienen y desarrollan durante su etapa escolar, los profesores las identifican y establecen ideas sobre lo que un estudiante debiera realizar en su futuro.

Al mismo tiempo las calificaciones entregadas en los boletines implican el mismo ejercicio de determinar la vida de un estudiante, es decir, si un estudiante tiene buenas calificaciones logrará ser un profesional y por el contrario si tiene malas calificaciones sus opciones profesionales serán limitadas.

En este sentido, los boletines escolares, de la forma que se estructuran podrían limitar las opciones futuras de las personas en la medida en que los únicos elementos para determinar el futuro de un estudiante sea o las calificaciones o las habilidades que el profesor pueda detectar a partir de las calificaciones que un estudiante tiene en una asignatura determinada.

boletin

A la sombra de los Boletines Escolares

INTRODUCCIÓN A LA PROPUESTA…INTERÉS POR EL TEMA

A la sombra de los Boletines de Calificaciones conforma una propuesta para pensar sobre dos cuestiones en torno a este “objeto – huella” de la escuela (Viñao, 2008): lo visible, aquello que se nos presenta comprensible, sin necesidad de explicaciones solidarias y; aquello que, de manera quizá invisibilizada, está latente en cada signo, en cada raya, en cada nota, en cada palabra que allí se plasman. ¿Qué relaciones son posibles de explorar entre lo que se ve y lo que queda a la sombra? En todo caso, ¿Qué se ve cuando se mira este “objeto-huella” escolar? y, ¿Qué queda a la sombra…qué hay detrás… que permanece oculto? ¿Qué trama simbólica se construye en torno a este dispositivo escolar, producción histórica de la escuela; y con cuidadoso y prudente recelo ha permanecido oculta? Quizá no visto o invisibilizado, queda a la sombra un conjunto de operaciones que se han naturalizado con un argumento apabullante: el de la claridad y el de la neutralidad, el de la objetividad y el acierto del maestro evaluador-calificador. Entre la luz y la sombra, que puede pensarse como la relación entre dos tonos, una amplia gama se habilita; donde es posible descubrir matices sobre efectos del Boletín de Calificaciones en biografías escolares: éxitos y fracasos, emociones, pensamientos, posicionamientos frente a sí y a los otros, indiferencias inconscientes o fingidas…

Esta imagen refleja una situación que, sin duda, ha sido reiterada en varios hogares... ¿Cómo puede ser tan fuerte el impacto de las malas notas en la vida de las personas? y, ¿en la constitución subjetiva?
Esta imagen refleja una situación que, sin duda, ha sido reiterada en varios hogares… ¿Cómo puede ser tan fuerte el impacto de las malas notas en la vida de las personas? y, ¿en la constitución subjetiva?

La película “Como estrellas en la tierra” constituye una muy buena propuesta para pensar, haciendo visible, las emociones que giran en torno a los Boletines Escolares de un niño y su familia; y el desafío de desarmar lo que allí se hace eco. Esta película arroja luz sobre los efectos que la escuela produjo en esas vidas. Invita a mirar el posicionamiento de los docentes frente al alumno que no aprende como se “espera”, las formas en que los “discursos docentes” acompañan la entrega del Boletín, las emociones del niño pero, también, la de los padres. La indiferencia de los adultos implicados en la tarea de educar frente al “anunciado” destino de fracaso del niño y, por último, la confianza de un educador que creyó en él más allá de las notas y las profecías de fracaso sentenciadas por sus colegas.  Si bien la película es extensa, recomiendo ver  a los 21:26 m una escena en el aula; a los 43:55 m las profesoras y la directora realizan una entrevista con los padres del alumno, donde entregan un informe o “Boletín” penoso y, a los 2:30:00 otra escena, donde los profesores de la nueva escuela entregan el informe de fin de año. Las calificaciones y apreciaciones, que esta vez marcan diferencia positiva.

 

ESCENAS DE EMOCIONES

Primera escena:

Libreta de Calificaciones que presenta una escena de repitencia escolar
Libreta de Calificaciones que presenta una escena de repitencia escolar

Esta Libreta presenta una escena que se reitera, quizá demasiado, en los escenarios de escuelas de periferia: “la escena de la repitencia escolar”. La línea sobre el sector correspondiente a la promoción al grado siguiente habla por sí sola. Este alumno, esta biografía, vive en primera persona el fracaso escolar y de manera muy temprana… primer grado…

Segunda escena…

 Esta escena fue extraída del libro “mal de escuela”, de Daniel Pennac. Este texto, muestra cómo ha impacto en la subjetividad del autor; quien logró desempeñarse y destarcarse en el ámbito educativo pero su historia, sus vivencias como alumno en la escuela han dejado huellas profundas de risteza, baja autoestima y sensaciones amargas…

Así expresa el autor:

“Hurgo en el montón de mis viejos papeles buscando mis boletines escolares y mis diplomas, y doy con una carta conservada por mi madre. Está fechada en febrero de 1959.

Hacía tres meses que yo había cumplido los catorce años. Le escribía desde mi primer internado:

Mi querida mamá:

También yo he visto mis notas, me siento asqueado, estoy arto [sic], cuando has llegado a estudiar 2 h enteras sin parar para conseguir un 1 en una tarea de álgebraque tú crehías [sic] buena hay motivo para estar desalentado, por tanto [sic] lo e dejado [sic] todo para repasar mis exámenes y mi 4 en aplicación explica sin duda el repaso de mi examen de geología durante la claze [sic] de mates,[etc.]No soy lo bastante inteligente y trabajador para continuar mis estudios. No me interesa, me agarra dolor de cabesa [sic] al encerarme [sic] en el papeleo, no hentiendo [sic] nada de inglés, ni de álgebra, no balgo [sic] nada en ortografía, ¿qué queda pues?”

                                                           Extraído de “Mal de escuela”(2007), de Daniel Pennac

REFLEXIONES

A modo de introducción

Boletines Escolares, Libretas de Calificaciones, Informes de alumnos… conforman objetos escolares que plasman, entre otros, la cultura material de la escuela.

Siguiendo a Escolano (2010), la cultura material de la escuela puede comprenderse como el registro o catálogo de experiencias plasmados en objetos que concretizan dicha cultura.

Los Boletines Escolares contienen huellas, trazos del paso y de las vivencias en la escuela.  La historia de estos “objetos-huellas”, como define Saccheto (Citado en Viñao, 2008) es un poco la historia de la escuela y de su modo de organización.

Pero la escuela, de la mano de los Boletines escolares y de las calificaciones, afectó a los alumnos mucho más de lo que las calificaciones en sí mismas podrían dar comprensión, conmovió imágenes propias y de los otros, afectó tramas vinculares escolares y familiares, devino en jerarquizador de saberes y, por sobre todo, de alumnos.

¿Qué puede verse más allá de un Boletín Escolar? ¿Qué permanece oculto, a su sombra?

De sombras y luces…

Siguiendo las escenas, se podría pensar sobre aquello que queda a la sombra de los Boletines Escolares, comprender sentires, traducir notas en clave emocional, visualizar haceres en el espacio escolar.

Conlleva el desafío de desnaturalizar vocablos que se utilizan para expresar valoraciones sobre los alumnos y que, luego, se plasman en bajas calificaciones. Cada nota conlleva su traducción. Buenas notas: buen alumno, exitoso, inteligente, capaz… O, malas notas: mal alumno, fracasado, incapaz, inmaduro, burro, zoquete…

Conlleva el desafío de desnaturalizar argumentos utilizados para justificar los fracasos de los alumnos: los que no aprenden, los que tienen bajas notas, los que reprueban…. Esto implica, siguiendo a Terigi, no perder de vista que los argumentos de la “educabilidad” de los alumnos, caracterizada por un conjunto de condiciones que deberían reunir los sujetos para poder aprovechar la experiencia educativa, han tenido consecuencias devastadoras, en especial, para las poblaciones pobres. En contraposición con esta idea la autora, tomando aportes de Baquero, propone pensar en las condiciones en que tiene lugar la escolarización, refinando los medios para educar, entendiendo que las posibilidades de los alumnos de ser educados dependen cada vez menos de sus capacidades, de sus posibilidades individuales de aprender, y más de las particularidades de la situación educativa, de las condiciones pedagógicas en que tiene lugar la escolarización, como un atributo de situación. Este atributo de situación, generalmente queda a la sombra de los Boletines Escolares.

Conlleva, además, pensar el desafío de las emociones. Las emociones de los alumnos (y de las familias) quedan a la sombra tras un –des- colorido paisaje de notas.

Sin embargo… ¿Quién puede significar esto que queda a su sombra? ¿Quién puede traducir los sentires, las emociones? ¿De uno a diez, cuánto duele un insuficiente? ¿Qué emoción despierta un dos? ¿Quién puede explicar –se- el dolor de no entender, de no poder responder a las preguntas, de quedar a la sombra de los “que saben”? ¿Cuánto dura el sentimiento de desilusión? ¿Cuánto duele una raya en la sección de promoción del Boletín de su hijo?  ¿Cómo es la vida en casa después de reprobar? Tras reprobar… ¿Qué queda pues?

De otras sombras…

Podría admitirse que la escuela tiene que disponer de este “objeto-huella” para dar cuenta de los logros de los aprendizajes de los alumnos. Ha sido así y, parece, seguirá siéndolo algún tiempo más.

Las notas pasan de mano en mano, de generación en generación de expertos evaluadores…y las prácticas de aprobar o reprobar se repiten, conservando técnicas del oficio del maestro.

Como artesanos, los maestros crean vínculos en torno a las habilidades que los unen entre sí (Escolano, 2010). Una habilidad muy practicada es “calificar”.

Los docentes noveles saben antes calificar con “precisión” que alfabetizar… ¿Quizá está en los ADN cultural del oficio?

Sin embargo, igualmente a la sombra o a oscuras, los Boletines de Calificaciones son objetos de la cultura escolar que permiten narrar cuentos con finales más o menos felices -o infelices- en la historia de los alumnos.

El desafío, viene dado por el otro. El otro “alumno”, que es calificado, a veces avergonzado, humillado, desvalorizado. El desafío es “mirarlo”, ver cuánto de esa práctica calificadora, con presunción de expertez, desubjetiva.

A modo de cierre

Hasta aquí, nada novedoso. Quizá, podría decir, una sencilla e incompleta reflexión que busca un destello sobre lo que queda a las sombras del Boletín de Calificaciones: emociones, haceres y sentires en la escuela.

 ARTÍCULOS

Artículo del diario on line: “La Vanguardia.com”

En este extracto del artículo, se pone de relieve cómo la escuela falló en las profecías de fracaso que realizó sobre algunos alumnos. De esta manera se instala cierta desconfianza sobre las calificaciones escolares y las prácticas que los docentes realizan al evaluar a los alumnos.

Link: http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20130208/54366495051/malos-estudiantes-grandes-genios.html

Malos estudiantes, grandes genios

Triunfar en el colegio de niños no es garantía de éxito profesional de adultos. Pero ser un mal estudiante tampoco es una condena de por vida. Más de un genio consagrado fue un auténtico desastre en la escuela. Siempre hay esperanza

Se un “asno” en el colegio no impide triunfar en la vida profesional de adultos Dan Burn-Forti

El veredicto del profesor suena inapelable. “Su rendimiento, sus resultados, son insatisfactorios. No asimila bien. Las notas donde apunta sus experimentos están rasgadas y confusas. A menudo se encuentra perdido, porque no escucha. Insiste en hacer las cosas a su manera. Me ha llegado la noticia de que quiere ser científico. En las circunstancias actuales, me parece algo ridículo. Si no puede ni siquiera aprender las bases de la biología, no tiene posibilidades de desempeñar el trabajo de un especialista. Sería una pura pérdida de tiempo no sólo para él, sino también para los que deberán enseñarle”.

El alumno en cuestión es John Gurdon. Medio siglo después de este juicio demoledor, en el 2012, a sus 64 primaveras, Gurdon se ha tomado su revancha al ganar el premio Nobel de Medicina. Sus pobres resultados en la Eton School, donde los académicos todavía se acuerdan de que sacó en una prueba una miserable puntuación de 2 sobre 50, no le impidieron llegar a lo más alto en su carrera profesional.

Genios que en el colegio fueron malos estudiantes: es más común de lo que se piensa y abarca todas las disciplinas. Por ejemplo, el profesor de Albert Einstein escribió: “Este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Tampoco es que fuera un desastre (se ha exagerado mucho este aspecto), pero es cierto que sus maestros encontraban al joven Einstein lento y se quejaban de que reflexionaba demasiado antes de contestar a una pregunta. No conseguía aprender nada de memoria. No entendía las reglas y las órdenes. Rechazaba practicar deporte y esto lo llevó a aislarse. A los 16 años fue rechazado en una primera prueba de acceso a la Escuela Politécnica de Zurich por sus malos resultados en letras. Pese a ser excelente en matemáticas y física, era flojo en francés (se acababa de mudar a Suiza y no conocía el país), geografía y dibujo. Años después, el padre de la teoría de la relatividad dejó para la posteridad una de sus célebres frases sobre el tema: “La educación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que aprendió en la escuela”.

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Poema: “Boleta de calificaciones”

En este poema puede verse cómo impactan, de manera negativa, las supuestas calificaciones del hijo, a la vez que permite apreciar la dimensión que tiene este instrumento escolar en la vida de las personas.

 Era miércoles, 8:00 a. m., llegué puntual a la escuela de mi hijo.
– No olviden venir a la reunión, es obligatoria- fue lo que la maestra había dicho un día antes.

¡Pues qué cree la maestra! ¿Qué cree que podemos disponer del tiempo a la hora que ella diga? Si supiera qué importante era la reunión que tenía a las 8:30 a. m. De ahí dependía un buen negocio y… ¡Tuve que cancelarla!  

Ahí estábamos todos, papás y mamás, la maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar

No recuerdo qué dijo, mi mente estaba pensando cómo resolver lo de ese negocio, probablemente podríamos comprar un carro nuevo con el dinero que recibiría.
Juan Rodriguez… escuche a lo lejos No está el papa de Juan Rodriguez? -dijo la maestra

Si aquí estoy- conteste pensando en recibir la libreta de calificaciones de mi hijo.

Regrese a mi silla y me dispuse a verla.

-Para esto vine? Qué es esto?

La boleta estaba llena de 6 y 7, guarde las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona la viera las porquería de calificaciones de mi hijo.

De regreso a casa aumento más mi coraje, mientras pensaba… Si le doy todo! Nada le falta! Ahora si le va a ir muy mal!

Me estacione y salí del carro, entre a la casa, azote la puerta y grite:

Ven acá Juan!

Juan estaba en su cuarto y corrió a abrazarme:

_Papa

Respondí:

-Que papa ni que nada!

Lo retire de mi me quite la correa del pantalón y no cuantos golpes le di, al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él.

Y te me vas para el cuarto!!!!!

Juan se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.
Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente.

Cuando me fui acostar ya más tranquilo, mi esposa me entrego la libreta de calificaciones de Juan que estaban dentro de mi saco y me dijo:

Léela despacio y después toma tu decisión.

Esta decía así:
LIBRETA DE CALIFICACIONES “PARA EL PAPA”
Tiempo que le dedicas a tu hijo
Calificación
En conversar con él a la hora de dormir: 6

En jugar con el: 6

En ayudarlo hacer la tarea: 6

En salir de paseo con la familia: 7

En abrazarlo y besarlo: 6

El me había puesto seis y sietes, yo me hubiera calificado con menos de 5
Me levante y corrí al cuarto de mi hijo, lo abrace y llore.
Quería  regresar el tiempo, pero era imposible.
Juanito abrió sus ojos, aun estaban hinchados por sus lagrimas, me sonrió, me abrazo y me dijo:
TE QUIERO PAPA!
Cerró sus ojos y se durmió.

Ser o No ser… Saber o No saber… ¡El boletín escolar es la cuestión!

Pensar en las emociones que encendemos con los boletines es,  a mi entender, pensar en qué sujetos vamos construyendo; es pensar la identidad y la autoestima que vamos formando poco a poco, escuela y familia, con cada nota plasmada en ese papel al que le hemos adjudicado una importancia excesiva.

Pensar en las emociones, es darles el lugar que les corresponde en los procesos de enseñanza y aprendizaje, lugar que le ha sido vedado, y que debe ser reclamado para la formación integral de la que tanto hablamos.

Escena N° 1: Al pensar en los boletines escolares, inmediatamente me vienen a la mente recuerdos de mis boletines y con ellos, una oleada de sentimientos de ansiedad y temor.

La primera imagen que  surge es el famoso apartado “observaciones” ya que antes de ver las notas, daba vuelta la “Libreta” como siempre la llamamos, y miraba nerviosa si los renglones estaban escritos. Aunque en los primeros cuatro años de mi educación primaria, las notas eran dieces y nueves, en el apartado “observaciones” estaba marcada con rojo “mi sentencia”, y digo mi sentencia porque para mí lo era, ya que a partir de ellas recibía serios castigos físicos y psíquicos, ya que para mi familia lo escrito en ese trozo de papel era “palabra sagrada”. En dichas observaciones se mencionaba, que a pesar de ser una niña sobresaliente en cuanto a los contenidos solicitados, era muy “charlatana” y “paseaba” por los bancos de mis compañeros al finalizar las actividades propuestas, distrayéndolos.

La espera de los boletines para mí siempre estuvo acompañada de mucha ansiedad, nervios y miedos, ya que a pesar del esmero sentía que ese papel no reflejaba quien era yo, no reflejaba mi realidad. El boletín era la certificación, el comprobante de que algo había realizado mal. Tal vez por ello y otros ingredientes del día a día escolar, no sentí que la escuela fuera mi hogar; sino un lugar sumamente estructurado de vigilancia y control.

Escena N° 2: Por otro lado, pienso en los boletines de mis hijas y debo reconocer que sigo sintiéndolos como algo ajeno, burocrático, poco objetivo. Particularmente, recuerdo la escena de la entrega de “la libreta” de una de mis hijas, el fin de año pasado. Fuimos, mi esposo y yo, al aula de 6°, y encontramos a las cuatro maestras del grado reunidas. Al vernos entrar, comentaron que justamente estaban conversando sobre nuestra hija Sofía, de lo bien que leía, analizaba y reflexionaba, de la riqueza de vocabulario al expresarse, y de su amor tan evidente por la lectura, etc. etc. Tomamos la libreta sin mirarla, e indagamos un poco más sobre su desempeño en otras áreas, nos despedimos y salimos al patio.

No puedo describir la mezcla de emociones y contradicciones, que motivó el ver un “7” en el área Lengua… ¿Un 7? ¿Será ese el concepto de excelente, de riqueza de vocabulario y amor  por la lectura? ¿O será que el siete, era producto de la evaluación sobre verbos que Sofía había tenido unas semanas antes, y en la que le habían puesto justamente un 7?

Nos guste asumirlo o no, los boletines muestran números que no reflejan lo aprendido, si no, la apreciación de lo que los docentes piensan que aprendieron. La nota es una valoración exclusivamente del docente, unilateral, ¿qué tan objetiva puede ser?

boletín-castigo

Como sostiene Flavia Terigi  (2014, clase 4), la escuela primaria moderna es productora de una cierta sensibilidad hacia la infancia, y se ha convertido en un aspecto decisivo del desarrollo ontogenético por varios motivos, entre ellos porque  a través de sus sanciones de éxito y fracaso incide en la historia individual de niños y niñas. Además, como explicita, porque formatea o encauza el desarrollo infantil de un modo distinto a como éste se producía antes de la universalización de la escuela primaria.

Terigi se pregunta, “cuál es el efecto, en el desarrollo de los niños y adolescentes, de asistir o no a la escuela? ¿Cuál es el aporte de la escuela al desarrollo infantil y del adolescente?”  (Terigi, clase 4, pp. 6)

En el caso particular de los boletines escolares, es indispensable que analicemos de forma conjunta, qué puentes con la cultura construimos con el formateo que realizamos, y si los “cauces” que estamos ofreciendo son los adecuados para su desarrollo.

¿Qué estamos formando, qué mensajes estamos dejándoles a los niños?, mensajes que serán luego, seguramente, traducidos en acciones en la sociedad. ¿Nuestro sistema de calificación fomenta el trabajo colaborativo, el trabajo en equipo, solidaridad, alegría, autoestima? ¿0 acaso promueve la competencia, la envidia, celos, miedos,  angustia, desazón?

No olvidemos las palabras de Rodoff: la escuela es “canalizadora del desarrollo cognitivo” (Rodoff, 1993, pp. 75, citado en Terigi, clase 4, pp. 6- 7) y por supuesto, impacta en ese desarrollo.

En todos los niveles del sistema educativo la instancia de evaluación genera una mezcla de sensaciones y sentimientos en los estudiantes; emociones provocadas por un bagaje que le ha aportado su entorno social, tanto familiar como escolar, respecto a la evaluación, las notas y los boletines escolares. Daniel Pinkasz (2014, clase 7) menciona que la evaluación ha sido y es un formidable portador de significados, y un vehículo eficiente de comunicación entre los distintos actores de la escena escolar. Expresa también, que la evaluación ha sido parte de los dispositivos de ejercicio de la autoridad en la escuela; dispositivo mediante el cual se ordena, y sanciona el progreso del alumno, premiando o castigando su esfuerzo, a través de la acreditación.

No es de extrañar entonces, que pese a los esfuerzos que actualmente muchos docentes realizamos para que se comprenda que la evaluación debe ser una instancia más de aprendizaje y no el fin del mundo, las respuestas tanto de forma oral como sintomáticas, sigan siendo las que históricamente hemos construido.

Como bien argumenta Leandro Stagno  (2014, clase 1) hay ciertos conceptos como el de niñez, que son construcciones sociales y se plasman en la sensibilidad; así también el boletín y su idea de certificación y constatación de lo aprendido, lo es. Esto significa que aunque como dice Terigi, los cambios culturales son lentos, y,  aún cuando la certificación a través del boletín o libreta de calificaciones tradicional, parezca una opción incuestionable, puede deconstruirse y construirse algo nuevo, un instrumento que enriquezca y fortalezca al sujeto en desarrollo, en vez de flagelarlo.

Es más que evidente, la necesidad de que en nuestra práctica educativa, nos enfoquemos en trabajar las emociones que despertamos con estos dispositivos, como así también en la modificación de esta visión histórica de disciplinamiento, control y abuso de poder asociada a estos dispositivos de evaluación. Por supuesto de más está decir, que debe ir acompañada de un cambio radical de nuestras prácticas y de toda la comunidad educativa para ser realmente efectiva, y no quedar como un discurso vacío y contradictorio.

Ahondar en la evaluación de los aprendizajes es considerar las emociones que despierta en el evaluador y en los evaluados, interpretar los contenidos y los modos de enseñar y aprender, los valores que se ponen en juego, los criterios de inclusión y exclusión, las creencias de los docentes acerca de las capacidades de aprender.

Rebeca Anijovich

Para seguir  profundizando sobre la temática:

En el siguiente enlace encontrarán una entrevista realizada a Rebeca Anijovich, donde nos habla de la evaluación y las prácticas pedagógicas. Nos cuenta que si bien podemos ver muchas experiencias innovadoras en cuanto a enseñanza se refiere, las prácticas de evaluaciones alternativas, son muy nuevas y aún no están asentadas. Al respecto Anijovich plantea que un obstáculo que se presenta con relación a las evaluaciones alternativas continúa siendo la distancia que hay entre cómo se enseña y cómo se evalúa.

Disponible en:http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4081/pr.4081.pdf

Para comprender más sobre la importancia educar las emociones: identificarlas, comprenderlas y obtener algunas estrategias para trabajarlas con los niños, les dejo aquí el siguiente link de un documento práctico e interesante: http://www.apega.org/attachments/article/767/GUIAEMOCIONES_v2-1.pdf

Emociones que conviven en nuestra práctica escolar…

 

Hablar de las emociones es hablar de una reacción a cierto estímulo de la persona cuando percibe algo,  por ejemplo un objeto. El boletín de información escolar representa un objeto material  de la institución escolar cargado de múltiples significados de acuerdo al lugar que se le asigne y a  quién  va dirigido, sea adulto, niño. Emociones que sacuden cotidianamente la vida de cada uno de esas personas. Desde mi experiencia como docente a cargo de grado y como parte de un equipo directivo hoy, el boletín de calificaciones o  de información   es un tema relevante que una  reflexión  me permitiría ampliar la mirada de este objeto material y poder así encontrar una manera  de colocarlo en cuestionamiento en la institución en la cual trabajo,  en situación de análisis institucional.

Acercándome a una reflexión….

Si pudiera agrupar las emociones respecto al boletín a los fines de acercar una reflexión,  los agruparía en aquellas con sabor  a temor, incertidumbre, desconocimiento, despropósitos, desprolijidades, desazón hasta desconciertos que rondan en el momento acreditar un saber…  Veo y observo a mis compañeros y en mi lugar como parte de un equipo directivo  problematizarnos y reflexionar  con  las notas ciertos alumnos, observaciones que no logran contener sentido pedagógico, casi por el cumplir…

Y aquellas compartida con otros docentes, donde el énfasis está puesto en los procesos de aprendizaje de los alumnos pero desde una mirada más democratizadora, un docente donde la evaluación dice de su tarea, de los métodos con los que trabaja, con los medios empleados con las finalidades que persiguió. Ahí estas emociones pasan por la seguridad, el conocimiento, el prestigio, el acuerdo, progreso, la confianza, las alianzas y las negociaciones y ya no sería un cumplir sino un parte de…la tarea de enseñar

Ambas nos hablan de la complejidad que atrae el tema de  la acreditación del boletín, nos hablan de los métodos con el que trabaja el docente, con los medios con el que cuenta,  con las finalidades que persigue, entre algunas.

Una señal tangible de cambio de propuesta educativa basada en una relación docente- alumno de confianza lo veo en la experiencia dos: el alumno se siente apreciado, co-autor, valorado, sostenido y valorado, partícipe de su aprendizaje. El docente, acompañante en la tarea de aprendizaje. Condiciones necesarias para transformar el aula en un lugar de ejercicio compartido y de ambiente educativo de vida. Una oportunidad para que el alumno quiera la Escuela hoy, la sienta suya, comprometiéndose en su marcha, sintiéndose responsable. Un docente con satisfacción de tarea cumplida, democratizando espacios de poder, consiguiendo que la educación sea un derecho y que la calidad educativa sea un objetivo cada vez más consensuado concentrando esfuerzos de toda la comunidad educativa.-

María Elena