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Las culturas escolares: tensiones entre cambio y permanencia. El caso de los boletines.

El eje que abordaré en el presente trabajo  Cambios y permanencias en los boletines considero es de interés como aporte para pensar porqué resulta tan difícil generar cambios en las diferentes culturas escolares. Porqué estas culturas (el discurso teórico, la normativa y las prácticas) toman tan diferentes caminos en relación a los cambios.
Los boletines constituyen un objeto de la cultura escolar, y ocupan un lugar privilegiado como determinante del dispositivo escolar, formando parte del conjunto de dispositivos pedagógicos que las regulan.Complejo, con sus propias particularidades y con características y problemáticas compartidas con la escuela.
Intentaré aproximarme a dos cuestiones en las que creo, los boletines – cómo documentos de calificación – muestran las tensiones entre la necesidad de cambio y la lucha por la permanencia.
– La primer cuestión se relaciona con las intenciones políticas que atraviesan a la escuela
como institución, y se plasman en los objetos de su cultura. Realizaré un breve análisis sobre algunos textos que se incluyen en los boletines en diferentes épocas, y cómo a pesar del paso del tiempo, de sus marcadas diferencias y sentidos, se plasman sobre un documento que poco se ha modificado en sus variables más duras (su organización témporo – espacial). Así como la escuela se constituyó con su formato escolar, y poco se ha modificado en relación a ello, los boletines por su parte han hecho lo mismo. Esta temática la ilustraré en el punto 2.
– La segunda cuestión que abordaré a partir de una experiencia concreta , son los
cambios que se proponen desde la normativa para el proceso de evaluación y calificación, en este caso referida a los proyectos de integración escolar, y las dificultades de concretizar en la práctica estos cambios, y el papel que juega en ello los boletines

Los Boletines a través del tiempo……

Libreta de Calificaciones. Consejo Nacional de Educación. 1927

libreta de calificaciones 1927 -1 001        

libreta de calificaciones 1927-3 001

Boletínde Calificaciones. Municipalidad de Buenos Aires. 1979 

boletin de calificaiones 1979 -1 001      boletin de calificaciones 1979 -2 001     libreta de calificaciones 1979 -3 001

 

Documento de Evaluación. Ministerio de Educación. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.2013

Documento de evaluación 2013 -1 001  Documento de evaluación 2013 -2 001    Documento de evaluación 2013 - 3 001

 

 

Las Experiencias.

a) La experiencia que relataré a continuación es un claro ejemplo de las tensiones que alrededor del documento de calificaciones  surgen a partir de los cambios que se intentan establecer y que requieren de mucho debate, compromiso y acuerdo entre todos los actores involucrados.

Esta experiencia es el de una alumna con síndrome de Down  que cursó toda la secundaria en una escuela común.  Su experiencia escolar la realizó con una maestra integradora,  una currícula adaptada, recibiendo calificaciones buena que superaban las expectativas planteadas.  Al momento  de finalizar sus estudios, la escuela le negó el boletín de calificaciones por considerar que no adquirió los contenidos mínimos del nivel.La joven, que necesito su boletín para inscribirse en una institución para continuar sus estudios  tuvo que recurrir a instancias judiciales, las cuales fallaron a su favor y recibirá entonces su título secundario. (Se adjunta en el punto 6 un artículo periodístico  de donde se sacó la información y el link hacia el fallo judicial).

b) La segunda  experiencia, creada por mí con la intención de mostrar otras posibilidades, transcurre en una escuela  secundaria en donde otra alumna con síndrome de Down cursa sus estudios. En el curso participa también una maestra de integración, que realiza las adaptaciones curriculares que necesita ella y también de ser necesario alguno de sus compañeros.  La adolescente tiene un proyecto de integración con características propias, en donde se va estableciendo claramente su recorrido educativo. Se trabaja sistemáticamente con la familia sobre ello, y las diferencias entre evaluación, acreditación y promoción. Se ha confeccionado un documento que informa sus avances. Llegado el momento de finalizar sus estudios en ese nivel, se establecerá claramente qué aprendizajes tiene acreditados y con qué características promociona, también se establecerá a qué la habilita ese documento en relación a la continuación de sus estudios.

5) Retomaré en este punto para analizar, siguiendo la intención explicitada al comienzo, la tensión que se establece entre las diferentes culturas  escolares en relación a  la variable cambio-permanencia.

Para ello  realizaré un breve análisis de los boletines  incluidos en el punto 3; y por último realizaré un primer análisis de la  experiencia del punto “a”  relatada.

Los 3 boletines de calificación de escuelas primarias públicas, pertenecen a tres épocas diferentes. En dos casos, el boletín refleja fielmente el pensamiento y la necesidad de un momento histórico particular de nuestro país; en otro caso se hace más evidente las tensiones entre los cambios de épocas y la resistencia a ellos de los objetos de la cultura escolar. (Se anexa cuadro que sintetiza información en el punto 6.)

A partir de un primer y breve análisis se puede observar:

Para los boletines de 1927 y 1979 parece haber mayor correspondencia entre la necesidad del contexto, los desarrollos teóricos y las características del boletín. Haré una breve referencia para ilustrar esto  a los actores involucrados en cada uno de los documentos.

En la Libreta de calificaciones de 1927, El Estado aparece como garante de que los padres cumplan con lo que la ley manda. Los padres,  a partir de la vigilancia del Estado, son los responsables de posibilitar la educación de sus hijos en forma y bajo las condiciones que la ley prevé.  La escuela como institución aparece ausente. Hay una preocupación por todas aquellas cuestiones que hacen a la presentación y desenvolvimiento de los alumnos dentro de la escuela. La cuestión del conocimiento pasa por otro lado.

En el boletín de calificaciones de 1979, los padres  son los principales responsables de la educación de sus hijos, junto a la escuela. Se apela a los beneficios de la educación, estos beneficios se relacionan más a lo vincular y a los valores  que al conocimiento. El Estado no aparece en los textos. Propio de la mirada tradicional de la concepción política de la época – gobierno militar autoritario – se apela a valores tradicionales: la familia y Dios (a pesar de ser la educación pública laica).  Si bien desde los desarrollos teóricos  ya se ha comenzado a teorizar desde concepciones críticas de la pedagogía, este documento  establece al alumno como única variable del proceso de aprendizaje.

En el 3º caso se hace evidente las tensiones existentes entre las diferentes  culturas escolares. Por ejemplo, el único texto impreso de este documento de calificaciones de la escuela pública ( que se denomina documento de evaluación, a pesar de que es ampliamente sabida su diferencia), reproduce el texto de la década del 70, haciendo aparecer al alumno como única variable  interviniente en el proceso de aprendizaje, a pesar de, por un lado los diversos desarrollos teóricos que refutan esta perspectiva, y por el otro, las mismas prácticas de las instituciones que poco a poco y a su ritmo están incorporándolas.  La tensión se evidencia en los objetivos que la escuela incorpora como institucionales, en donde entran a jugar otros actores en la construcción “colectiva” de ese proceso de aprendizaje. Por otro lado, frente a un diseño rígido y tradicional de documento, la escuela habla de inclusión educativa, adecuaciones pedagógicas. Entonces…cómo se informan estas adecuaciones? Cómo se califican.

Frente a esta situación, la pregunta se hace inevitable, porque el documento de calificación, como objeto de la cultura escolar no ha podido modificarse en función de los diversos cambios que se han evidenciado frente a temáticas como la evaluación? No sería más fácil modificar este “objeto” que las prácticas mismas?

Tal como afirma Guillermina Tiramonti, una posible respuesta  a esta perpetuidad de ciertas formas de organización en los objetos de la cultura escolar, podría deberse a que

“…el problema de las reformas generales radicó en que no intervinieron sobre la gramática escolar y tampoco modificaron en forma significativo la distribución del tiempo y del espacio en las escuelas” ,lo que ella denomina la gramática tradicional. (Tiramonti 2014).

Por otro lado la experiencia de integración nos permite también analizar estas tensiones entre cambios y permanencias. Para este caso, presento algunos interrogantes, que si bien parten de una necesidad de la educación especial, es una deuda que en primer instancia le corresponde a la educación común.

–          ¿Cómo es posible establecer  trayectos formativos individualizados  y después pretender calificar a todos por igual?

En este sentido la cultura académica privilegió  para el desarrollo de conocimiento teórico que aporte y fundamente la práctica en las escuelas,  la atención pedagógica colectiva por sobre la atención individualizada.

–          ¿Por qué estos trayectos individualizados sólo son posibles para las personas con discapacidad? ¿Es una decisión teórica y políticamente fundada, o es una concesión que la escuela común hace a “esos pobres niños?

Cabe para estos casos también la idea que formula Tiramonti  acerca de que “… La pobreza* fue pensada como un atributo de determinados individuos o grupos y la desigualdad como carencias absolutas o comparativas en el acceso a bienes y servicios. Las políticas compensatorias fueron y son pensadas como instrumentos de reposición social de estas carencias”.(Tiramonti, 2014)

Por último, un interrogante que sintetiza la complejidad de la temática y la necesidad de continuar  con el debate de la misma.

–          ¿Cómo evaluar  de manera justa a cada uno de los alumnos, y que la calificación refleje esa evaluación? ¿Cómo ser honestos con la promoción?

Observamos en estas experiencias rasgos identitarios que subyacen he ilustran a los adolescentes y adultos de nuestro tiempo. Por un lado, retomamos lo ya trabajado  en la diplomatura donde decíamos que esta etapa es definida por el contexto donde se desarrolla ya que es una construcción social y que por tanto se modifica. Desde esta mirada y teniendo en cuenta lo trabajado en las clases de este bloque podemos mencionar los cambios que ha sufrido la educación media a lo largo de la historia. Guillermina Tiramonti en una de sus exposiciones aborda el cambio de mirada sobre la educación media dando su visión sobre el actual mandato que prioriza la contención de los estudiantes dentro del sistema.

Así nos encontramos con realidades sociales sumamente complejas que interpelan a las instituciones buscando respuestas inmediatas y de alto impacto en los individuos que allí asisten. Nuestros alumnos buscan acompañamiento, escucha y comprensión, muchas veces, en sus hogares no logran encontrarlo, por esto acuden a otros adultos referentes en busca de una respuesta posible.      Así la escuela se convierte en un lugar de cobijo para alguno de ellos. Muchas veces la palabra no es el modo de interpelar sino que es donde aparecen los boletines como herramienta de enunciación de conflictos o las agresiones físicas, verbales o psicológicas.

En función de los adultos que acompañan a sus hijos durante su trayectoria escolar podemos mencionar en función del mismo tema, que en algunas generaciones aún persiste firmemente el ideario de que la educación media generaba la posibilidad de un cambio social contundente. Desde este punto, es que se dan las exigencias respecto a la excelencia en los estudios, tratando de  obtener mejores resultados año tras año. Los adolescentes no tienen tan clara esta idea y encuentran poco atractivos los contenidos a aprender diariamente en un marco de educación obligatoria de 14 años de escolaridad.

La pregunta es como hacer de este espacio común de aprendizaje un lugar que sea grato para nuestros alumnos dando espacio para la reflexión y el aprendizaje significativo. Donde se respeten las singularidades, teniendo en cuenta la necesidad de generar posibilidades visibles de crecimiento integral continuo.

Dentro del servicio de orientación de las instituciones escolares es común escuchar comentarios de padres que hacen alusión a los castigos que les darán a sus hijos por las calificaciones que obtuvieron durante un ciclo determinado de escolaridad. A continuación hago mención de dos experiencias respecto al boletín de calificaciones que nos dicen más de lo que creemos:

En primera instancia recuerdo un caso de una alumna de 3º año de la secundaria, la niña en el segundo año había sido una alumna muy buena tanto a nivel académico como disciplinariamente. Un día revisando  las notas del primer trimestre de su libreta nos damos cuenta que había bajado considerablemente sus notas y que estaba en riesgo pedagógico. Ante esta situación la llamamos al servicio de orientación y comenzamos a indagar por que había sido el cambio. En ese momento la alumna nos menciona que estaba tratando de levantar sus calificaciones y que ella tenía la capacidad para hacerlo. También notamos que estaba nerviosa y que quería decirnos algo más, en un momento la adolescente nos comenta con pudor que se encontraba atravesando un asunto particular. Sus manos se movían de un lado a otro, cuando nos dijo que ya hacia un par de meses que estaba con problemas de alimentación, que había bajado 10 kilos en 4 meses y que era por que no comía. El problema había comenzado por las burlas de sus compañeros el año anterior ya que estaba excedida un poco de peso, por esto fue que decidió dejar de comer e iniciar conductas inusuales para bajar de peso.

La adolescente asumió su problema y nos dijo que ella por fin era como quería ser y que ya habían pasado los peores días, ya que ahora estaba comiendo casi normalmente. Llamamos a su mamá para la entrega de libretas y le comentamos la situación advertida, ella mencionó que estaba al tanto de la situación pero que no había alertado a la institución por considerar el tema como privado.

Desde ese momento trabajamos con ella constantemente para acompañarla en su proceso de recuperación. Aquí nos planteamos otra función del boletín que es ilustrar realidades de nuestros alumnos que superan lo cognitivo.

 

Como segunda experiencia  viene a mi mente preguntarme sobre el proceso de construcción de las calificaciones que se cargan en los boletines y las connotaciones que las mismas tienen en los padres de nuestros alumnos. Digo específicamente en los padres de nuestros alumnos ya que en esta experiencia la protagonista es  una madre de una alumna que ha transcurrido toda su secundaria en nuestra institución y que año tras año su mamá reclama al día siguiente que llega el boletín a su hogar por las notas que allí aparecen. Cabe aclarar que la niña es excelente y que sus calificaciones rondan entre el 9 y el 10.

Su madre ha manifestado abiertamente que quiere que su hija sea la próxima abanderada de la institución y por tanto toda nota que no sea un 10 no es digna de su hija, esto según sus palabras textuales. Ante esta situación de demanda constante la señora asiste con libreta en mano a desafiar a cada docente por la nota colocada a su hija. Constantemente tenemos intempestivas visitas de la señora tratando de amedrentar a los profesores de que cambien las notas, ante esto debemos intervenir con el equipo directivo para que esto no suceda.

La niña paralelamente sufre muchísimo por que cada vez que llega el boletín a su hogar es motivo de discordia y peleas. 

Partiendo de las experiencias acontecidas en los diferentes lugares de trabajo por donde he transitado, me pareció sumamente pertinente preguntarme sobre la función de los boletines de calificaciones. En este caso, y reflexionando sobre la actualidad que vivo diariamente en la escuela secundaria observo que este instrumento se construye y deconstruye diariamente a partir de las prácticas que suscitan en los diferentes actores que están involucrados en su paso por la institución y fuera de ella.

Como miembro del servicio de orientación conozco el proceso de elaboración institucional de los boletines y reconozco que la finalidad última de estos para la institución es socializar el resultado de un proceso educativo con las familias de los estudiantes. De este modo, trimestre tras trimestre se exteriorizan de un modo reglado las calificaciones de los alumnos hasta llegar al final del ciclo lectivo donde se coloca un promedio de esas notas que declara si el alumno aprobó o no los diferentes espacios curriculares o no.

Este instrumento de evaluación llega a cada hogar con el fin de hacer saber a los miembros involucrados una referencia de lo que acontece en la escolaridad del alumno. Aquí pueden tomarse diferentes medidas en pos del rendimiento del estudiante, pero además es necesario reconocer otra función del boletín ya que como institución nos interpela el rendimiento académico de nuestros estudiantes y este es un modo de visualizarlo gráficamente.

 

Mi interés en la selección de dicho eje, principalmente se produce por una preocupación en relación a la “desconexión” entre un instrumento de la cultura material oficial que posee varias décadas casi con el mismo formato, como es el boletín y; las concepciones de aprendizaje y evaluación a nivel institucional. Es decir, estas se presentan individuales en cada docente y muchas veces con incoherencia entre la misma concepción de evaluación y el proceso de enseñanza. Por otra parte, considero que el tema de la evaluación, aún se encuentra pendiente en la mayoría de las instituciones educativas, como el ser pensado y reflexionado en torno a los significados y sentidos que le atribuimos al boletín escolar. Aunque sea un instrumento oficial que nos excede en nuestras decisiones y elecciones, carecemos de debates y reflexiones en torno a las representaciones y supuestos que poseemos los diferentes actores educativos en relación al mismo. Esto se nos presenta como importante para mejorar nuestras prácticas y los procesos de enseñanza, aprendizaje y la evaluación institucional.

Primera experiencia

Recuerdo un boletín de una escuela no graduada  (Proyecto de Avance Continuo) de una escuela primaria de la ciudad de Santa Fe, donde se anexaba planillas de seguimiento del proceso de evaluación del alumno, de autoevaluación de la práctica del docente y del estudiante, como así también la escala de calificación con un detalle por escrito a lo que se refería cada una.

Con las lecturas realizadas y mi reducida experiencia en el campo de la educación, me pregunto si detrás de ese “cambio” en la libreta (otra escala de calificación) no seguimos concibiendo de la misma manera este instrumento y a la evaluación propiamente dicha; ya que si pensamos en un boletín como un instrumento que nos permite acreditar, promocionar un período, ciclo de la escolaridad para pasar al siguiente o terminar los estudios, seguimos pensándolo como algo universal, aquello que determina qué es lo que todos tenemos que saber, conocer y haber aprendido. Al mismo tiempo no da cuenta del verdadero proceso que ha realizado el alumno en sus aprendizajes. Pero resulta que en el aula, en el proceso de enseñanza sabemos que no todos aprendemos lo mismo y de la misma manera, ni tampoco enseñamos a todos de la misma forma. Entonces creo, que aquí en el boletín y en la manera de evaluar se hace presente una contradicción con nuestro discurso pedagógico que sostenemos y circula en la mayoría de las escuelas, que al momento de evaluar se “cae”, volviendo al discurso moderno y a nuestra práctica de evaluar también moderna.

Segunda experiencia

Pensé en el Nivel Inicial, conversando con una directora de un jardín de infantes de mi ciudad, me pareció interesante el uso que ellos hacen de diferentes recursos para “mostrar” a la familia todo lo realizado por sus hijos, que no es la “típica carpeta individual” que los padres tanto demandan ver y conocer las actividades que realicen los niños. En distintos períodos del año, a través de reuniones de padres, proyectan fotos, videos y las producciones que sus hijos realizaron y a fin de año se le regala un dvd con dichas producciones, que va más allá de lo que plasman en sus carpetas. También utilizan mucho las carteleras del jardín donde hay fotos, trabajos que los niños realicen y donde las familias ya lo toman como un instituido observarlas y apreciarlas; como así también el uso de redes sociales.
Pienso en esto como otro posible instrumento que acompañe al “boletín” que tiene un fuerte carácter punitivo, sancionador y que no resulta representativo de todo lo que el alumno realiza. Estos instrumentos que utiliza este jardín se presentan como un buen recurso para que acompañe esos “números, esas “calificaciones.”

Por otro lado, me parece interesante, mi experiencia en mis prácticas docentes en la facultad, mis profesoras no utilizaban una planilla donde tenían que marcar con una cruz o completar desde parámetros prefijados; sino que ellas realizaban una narrativa, realizando apreciaciones, sugerencias, comentarios en relación a lo que pudieron observar de mi práctica. Me parece muy significativo, porque hay un reconocimiento de los logros siempre, sumado a sugerencias, o algunas cuestiones a mejorar que son argumentadas y, uno personalmente las comprende y realiza una autoevaluación desde las mismas. En cambio, el “boletín” muchas veces genera incomprensión, malos entendidos, y enojos.

A medida que releía mis experiencias y la bibliografía, pensaba en la problemática de la evaluación en la escuela desde una mirada macro, es decir, como lo dije anteriormente la desconexión entre los procesos de enseñanza, aprendizaje y la forma de evaluar, a la cual le dedicamos menos tiempo analizarla, e imaginarla de otras formas. Esto me lleva a pensar una alternativa, una posibilidad entre una propuesta de enseñanza y de aprendizaje diferente como es el caso de la Escuela Pascual Echague; y el sistema de acreditación oficial a través del Boletín Escolar, que expresa reducidamente la complejidad de dichos procesos. Es por ello, que esta experiencia de Avance Continuo me permitió reflexionar en torno a esta problemática a través de una propuesta y una formato escolar alternativo al tradicional, con Talleres Individualizados, más personalizados con los alumnos y la permanencia del Boletín Escolar oficial, pero con algunas modificaciones, cambios, posibles grietas, hendijas para pensarlo de otro modo, acompañado de otros instrumentos que representen los logros alcanzados o no por los alumnos. Esto posibilita otorgarle otros significados, sentidos a este instrumento tanto para la familia como para el niño.

Nos dice Perla Zelmanovich “…si la educación es una forma de recibir a los que nacen, (…) Recibir es hacer lugar. Abrir un espacio en el cual aquel que llega pueda habitarlo, colocarse a disposición del que viene sin pretender reducirlo a la lógica que rige en nuestra casa.” [1] Los significados que le otorguemos a la evaluación, a la acreditación tienen que posibilitar que sea un espacio para ser habitado por todos los niños. Es por ello que Cristina Coll Delgado y Fernanda Muller trabajan desde la sociología de la infancia, donde la “socialización estimula la comprensión de los niños como actores capaces de crear y modificar culturas, aunque incluidos en el mundo adulto. Si lo niños interactúan en el mundo adulto porque negocian, comparten y crean culturas, necesitamos pensar en metodologías que realmente tengan como foco sus voces, miradas, experiencias y puntos de vistas.”[2] El sistema de evaluación se trata de una investigación y observación continua sobre la práctica que se da dentro del aula; los niños participan de este proceso y al mismos tiempo se  los considera como actores sociales y productores de cultura, se les habilita ese lugar. (Leandro Stagno) Es decir, existe un reconocimiento de “su capacidad para crear y modificar una cultura, así como también de reproducir y transformar valores de la sociedad adulta.” La mirada de los alumnos en este proceso particular que es la evaluación, también posibilitó transformar la cultura escolar. El niño es un verdadero protagonista consciente de su proceso, acompañado de la mirada del adulto, quien regula, quién es el mediador de dicho camino. Estamos en presencia de una metodología que tiene como foco sus voces, sus miradas, experiencias y puntos de vista. (Delgado, A. y Muller, F.) Estos talleres no tienen como objetivo nivelar la capacidad de sus alumnos, sino ayudarlos en su progreso continuo, donde el docente actúa como guía estimulando el desarrollo del aprendizaje, y donde el alumno tiene un fuerte papel activo en el cual puede reflexionar, participar y expresarse. Este protagonismo da la posibilidad de que el alumno  realice una autoevaluación sobre sus logros y aprendizajes. Esto implica también una confianza en el otro, como dice Cornu “hay una confianza que es a futuro, que no se basa en lo que conozco, sino en aquello que confío que el otro va a poder.”[3]

Por otro lado, estamos en presencia en ambas experiencias de una  “Práctica entre varios como una apuesta de la función adulta, entre varios, teniendo en cuenta la complejidad que implica la enseñanza y la transmisión, porque quienes están cumpliendo la función adulta también están atravesados por múltiples circunstancias personales, que están siempre articuladas a lo social.[4] Son docentes que eligen estar allí, que están dispuestos a modificar sus maneras de enseñar, evaluar, apuestan a una práctica diferente de la que estaban acostumbrados a trabajar.

A modo de cierre…

Hoy en día existen nuevas infancias que demandan un lugar en la escuela, diferente al conferido en el proyecto moderno. Por lo tanto la evaluación, tiene que ser diferente, no producto y resultado de la modernidad, de un instrumento moderno (el boletín) Pero aun creo que es incompatible o difícil de imaginar otras formas posibles de pensar la evaluación, porque va acompañada de la acreditación. Las experiencias citadas posibilitan pensar otros mundos posibles.

Detrás del Boletín Escolar oficial se concibe una concepción de aprendizaje universal, homogéneo, donde no representa los procesos singulares que ha realizado el sujeto para llegar a esa calificación, logro que se pretende para todos por igual. Detrás de este artefacto la evaluación se la concibe como “expulsora,” “examinadora” y por tanto “excluyente” y no  un  lugar de lo simbólico, donde existen lazos de filiación entre los sujetos (Zelmanovich)

Es una problemática que está atravesada por estructuras objetivas y subjetivas propias de la Modernidad, tenemos que pensarlo desde la posibilidad de tramitarlos entre varios, junto a los alumnos. Nos dice Perla Zelmanovich, “vamos a ver los avatares, pero también las posibilidades, porque en la imposibilidad está la posibilidad de encontrar un modo, quizá entre varios…”[5]Pensar que la filiación es un vínculo: involucra ambas partes; el punto es dónde se inicia.

En las experiencias, podemos observar que existe un reconocimiento de la evaluación como proceso continuo, donde se identifican los logros alcanzados y al aprendizaje como un proceso interno, con diferentes ritmos en el niño que se demuestran a través de los recursos utilizados (videos, seguimientos del proceso del alumno y del docente, la autoevaluación de ambos, etc) la presencia de la oralidad para narrar lo aprendido. Esto posibilita dar lugar a otras formas de significar a la evaluación, los aprendizajes y al Boletín Escolar.


[1] Zelamovich, P. (Julio 2007) “Apostar a la transmisión y a la enseñanza. A propósito de la educación de las infancias.” Presentado en el Ciclo de Conferencias La Educación Inicial hoy: maestros, niños, enseñanzas, organizado por la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Morón. Pág. 3.

 

[2] Coll Delgado, A. y Muller, F. “Sociología de la infancia: investigación con niños. (Traducción Leonardo Stagno) Educación y sociedad. Vol. 26, n° 91, Campinas, mayo-agosto, 2005. Pág. 2

[3] Zelamovich, P. (Julio 2007) “Apostar a la transmisión y a la enseñanza. A propósito de la educación de las infancias.” Presentado en el Ciclo de Conferencias La Educación Inicial hoy: maestros, niños, enseñanzas, organizado por la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Morón. Pág. 2.

[4] Zelamovich, P. (Julio 2007) “Apostar a la transmisión y a la enseñanza. A propósito de la educación de las infancias.” Presentado en el Ciclo de Conferencias La Educación Inicial hoy: maestros, niños, enseñanzas, organizado por la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Morón. Pág. 2

[5] Idem.

 

LA OPINIÓN DE UN EXPERTO SOBRE EL PROYECTO DE CIUDADANIZACIÓN

(http://www.cerronorte.com.ar/CEAB/CEAB_php/EXP-11.php?Panelista=A014)

En el año 2011, una comisión del Ministerio de Educación de la Nación, visitó nuestra escuela. La comitiva estaba compuesta por integrantes de dicho ministerio, de la modalidad Educación en Contextos de Encierro, un funcionario referente de la modalidad de cada una de las regiones del país (cuyo, Patagonia, noroeste y noreste) y el Profesor Rafael Gagliano. Luego de realizar una presentación formal del proyecto institucional de la escuela, de la entrevista con estudiantes y de la visita a la escuela, el profesor dio una conferencia abierta en la que reflexionó a partir de la experiencia visitada. Específicamente sobre este proyecto dijo:

 “Pero también  una escuela es una forma de tratarse, al menos me quedó bien claro que la escuela es una forma de tratarse, una forma de respetarse, aunque la palabra suene anacrónica, saber que no sabemos del otro sino lo que el otro dice de él, agradecer que el otro esté frente a mí porque dar la cara en una sociedad individualista que se mediatiza, comienza a ser algo  que debemos agradecer, que el otro este ahí, que no falte, que se reúnan conmigo, que me escuchen, etc, entonces la escuela sirve para hacer esas cosas intangibles, formas de tratarse, de agradecerse, de conectarse con el deseo de saber.

En la escuela  aparecen vocaciones, deseos de trabajar de modos distintos: hay una reforma académica hay un régimen académico distinto .Por ejemplo está claro que nadie se entusiasma por las disciplinas por sí mismo, que la organización curricular  que tenemos fundada en  disciplina no es algo que resuelve las necesidades hondas de los estudiantes; me atrevería a decir tampoco de los docentes. Sin embargo, no existe ese deseo de saber que yo creo que se materializa, se concretiza en la escuela, en lo que podemos denominar proyectos  integrados, es ahí  donde circula con mayor felicidad y productividad conocimiento. En proyectos integrados que funden un vinculo interdisciplinario del conocimiento y una posibilidad real para dar sentido a los aprendizajes culturales. De lo contrario la propuesta es puramente curricular y no hay un proyecto integrador que dialogue con las otras disciplinas y con los otros niveles del sistema, la pregunta es para qué estamos aprendiendo? Para qué aprendo lengua? Para qué aprendo gramática? Para qué aprendo matemática suelta? Para qué aprendo geografía suelta? Creo que es la demanda metodológica de los estudiantes de sentirse implicados en los proyectos integradores como los de ciudadanización, modélico para todo el país y para mi es un gusto  es un… es haber captado el carácter de aprendizaje interdisciplinario de los jóvenes y gente… como significativo. Porque en los proyectos integrados hay otras evidencias de aprendizaje distintas al aprendizaje acumulativo interdisciplinario común. En principio un proyecto integrado implica la realización de algo tangible, los adultos, también los niños y los adolescentes, pero necesariamente los adultos necesitan conectar el conocimiento con evidencias de aprendizaje tangibles, objetos, prototipos, distintos productos finales de aprendizaje que puedan objetivarse…” (Gagleano, Rafael: 2011. Río Cuarto. s/e)

http://www.cerronorte.com.ar/CEAB/CEAB_php/EXP-11.php?Panelista=A014

 El boletín en el nivel primario se puede pensar y analizar teniendo en cuenta varias dimensiones. Las emociones asociadas a este documento es una de ellas.

Las notas representan, en la vida del escolar, un papel considerable. Cuando se llega al momento de completar el boletín se tiene que determinar en una calificación sea nominal u ordinal todos los procesos y los conocimientos que se desarrollan en un determinado periodo del año. El boletín presenta información sobre el progreso del alumno, teniendo en cuenta el grado de madurez y el ritmo de aprendizaje en las distintas áreas del currículum así como también la formación de hábitos, habilidades y actitudes valorativas dentro del ámbito escolar y sus intereses particulares para las distintas actividades.

En este proceso el docente pone en juego emociones que van desde la responsabilidad de la tarea, sus propios recuerdos que lo retrotraen a su propia historia escolar, la necesidad de la objetividad que en ciertos momentos se hace muy difícil, la generación de las preguntas sobre la claridad en los criterios y en la representación de la calificación. Pero a su vez también están los sentimientos que experimentan los alumnos y las familias ya que  las notas que se plasman en el boletín son las que establecen el saldo de su actividad cotidiana, de sus progresos mensuales y anuales y pueden constituir para él un documento que va a acompañarlo hasta la vida adulta, y conforme al cual será juzgado por su familia y compañeros.

La calificación expresada en el boletín puede desatar una serie de impactos en el desarrollo de la vida adulta de los alumnos, y también podría acarrear efectos inmediatos en el seno familiar.

1era escena

Cuando tuve que reflexionar acerca de los boletines en la escuela, enseguida lo relacione con mi propia experiencia en los primero años de la escuela primaria. Yo era una de las alumnas más chicas ya que cumplo los años en el mes de Mayo, por lo que ingrese en primer año con 5 años cuando había otros chicos que me llevaban hasta 10 meses de diferencia. No se si se refería a una cuestión pedagógica o institucional pero tuve la misma maestra en primero y segundo grado. La cual planteaba respecto a mi aprendizaje la falta de prolijidad en el desarrollo de las actividades en el cuaderno, y comparaba otros cuadernos, y mostrándoles a todos como se debían hacer las actividades y cómo no había que hacerlas en base a mi cuaderno. Yo en la actualidad soy Licenciada en Ciencias de la Educación y hay una pregunta que me surge a partir de esta experiencia y está relacionada con la arbitrariedad en la decisión sobre la edad en la cual los niños entran en el nivel primario teniendo en cuenta que el nivel de desarrollo en los chicos no es el mismo como así los ritmos de aprendizajes, el apoyo de las familias y mucho otros factores presentes en el aprendizaje.

2nda Escena

Comentándole sobre el tema elegido para el presente trabajo a una colega, comenzó a reflexionar sobre el tema de modo informal y me conto sobre su experiencia con su ahijado, el cual recientemente se había cambiado de colegio ya que el colegio anterior, las clases eran numerosas y eran muy rígidos con la disciplina lo cual no hacia ningún favor a la conducta del chico. En cambio en la nueva escuela, una escuela donde las cuestiones pedagógicas son más importantes y hay menos alumnos, el chico había encontrado la forma de mejorar en la escuela, inclusive en asignaturas como inglés donde no conseguía generar los aprendizajes que le proponían,  y las calificaciones. Por lo que en el momento que vio a la persona que me relataba la experiencia, lo primero que le dijo fue ¿querés ver mi boletín?…

Las evaluaciones son mediciones, son juicios de valor que toman algunos datos y momentos de un proceso, y que nunca lo abarcan todo.

Más de una vez, en los boletines se colocan las calificaciones obtenidas en una prueba como si ella pudiera ser la expresión más fiel de todos los trabajos realizados, el proceso de aprendizaje seguido en los trabajos grupales, la participación en el aula, la curiosidad manifestada en las preguntas y en las respuestas. Con el furor evaluativo, que además solo suele considerar a la medición cuantitativa como la única fiable, se corre el riesgo de creer que lo que no puede evaluarse de esa manera no sirve, no existe, o no importa.

Tal como afirma Edith Litwin en su texto es importante preguntarse ¿A quiénes van dirigidos los boletines? Pregunta nos lleva a una dificultad en torno al destinatario ¿“Padre, tutor? ¿O alumnas y alumnos? La respuesta no es banal. Las y los docentes utilizan este espacio la mayoría de las veces como un lugar de documentación dirigido a los padres. Sin embargo, entendemos que el principal destinatario es el estudiante que entiende que merece o no las notas obtenidas. En los casos de los boletines que se acompañan en este trabajo vemos ejemplos donde diferentes docentes dan información a los padres sobre el desarrollo de sus hijos, lo que puede entenderse como un intento de hacerlos participes de la educación de sus hijos. También vemos como en estos casos los docentes hacen alusiones a diferentes aspectos del desarrollo de los niños, se refieren a cuestiones actitudinales, cognitivas y procedimentales sin distinción. Es interesante explicar estas prácticas desde la idea que la escuela primaria produce cambios en la crianza tal como Flavia Terigi plantea en la clase 4. La crianza de los niños se ve intervenida por prácticas que son posibles por la difusión de la escuela primaria. Las prácticas de crianza transformadas por la escuela revierten, por su parte, sobre la escuela, y se abre el problema didáctico de cómo potenciar los aprendizajes de los niños y niñas cuyas prácticas de crianza les anticipan el contacto previo a la escuela con objetos de conocimiento que son contenidos escolares. Señalando, no de manera peyorativa, que no todas las familias son iguales, debemos reflexionar sobre las emociones, los sentimientos que generan las calificaciones volcadas en los boletines entendiendo que pretenden plasmar en una nota o en una serie de frases el desarrollo y el aprendizaje de los niños.

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